Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Apocalipsis 21:1-8
Oí una
fuerte voz que salía del trono y decía: “¡Miren, el hogar de Dios ahora está
entre su pueblo! Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo
estará con ellos. Él les secará toda lágrima de los ojos, y no habrá más muerte
ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más”. Apocalipsis
21:3,4. (NTV)
Ciertamente DIOS nos da Su gracia; pero nosotros debemos
actuar con acciones de gracias para agradarlo y servirle en la extensión de Su
Reino antes de que llegue el fabuloso futuro que nos espera.
SEÑOR TODOPODEROSO:
Aquí me tienes, dobladas mis rodillas, doblegados mi alma y
mi espíritu frente a tu grandeza, tu misericordia y gracia infinitas. Te vengo
a dar mis acciones de gracias por los años de vida que me has dado, pero también
por el glorioso futuro que nos espera en tu Reino.
¡Oh amado PADRE!, eres el SEÑOR de la historia, por tu
Palabra entiendo que no soy un accidente en este mundo y que formo parte de tu
plan soberano, el cual culminará en el triunfo final de los que se han acogido
al Regalo de tu Salvación para la alabanza de tu gloria.
Te confieso SEÑOR que antes de conocerte, sentía miedo por
la realidad de la muerte y del futuro, pero ahora sé que al depositar mi
confianza únicamente en ti, ahora soy tuyo, y me has hecho tu hijo, me has dado
una salvación eterna y segura, no por los méritos míos, sino por el amor
extremo tuyo y de tu amado Hijo JESÚS. Ahora sé que es bienaventurado a tus
ojos la muerte de tus santos porque tú eres dueño de este lado y del umbral de
lo desconocido por mí; de tu mano
entraré algún día al lugar de mi reposo eterno. ¡Bendito y alabado sea tu
Nombre!
Amado JESÚS, anhelo el día cuando volverás para llevar a tu
Iglesia. En un abrir y cerrar de ojos, resucitarás a los que habremos muerto a
esta vida humana, pero que te teníamos a ti que eres la Vida Eterna, y transformarás
a lo que estén vivos. Allá en el cielo participaremos de la gran reunión de los
redimidos, será el tiempo de las recompensas, y de ver tu entronización porque
eres digno; uniré mi voz al coro de los veinticuatro ancianos, y a la de los
millones y millones que allí estemos, si acaso me hubieras dado alguna corona,
la lanzaré a tus pies en gratitud eterna, y cantaremos: “El Cordero que fue
inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza,
la honra, la gloria y la alabanza… Al que está sentado en el trono, y al
Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los
siglos” (Apocalipsis 5:12-13 RV60). Sí amado JESÚS también participaremos de tu
victoria cuando regreses a la tierra para establecer tu reino de paz y justicia
como ningún sistema humano en este mundo podrá hacerlo, porque definitivamente
todo lo que el ser humano pecador toca, lo corrompe.
Tú, amado SEÑOR, me has librado del terrible castigo del
infierno y me has preparado un lugar eterno en la Nueva Jerusalén, la ciudad
celestial. Esta bendita esperanza me inspira para correr la carrera de la vida
cristiana en servicio, amor y santidad. ¡Ya me parece escuchar las voces de los
grandes hombres y mujeres que estuvieron aquí antes que yo, dándome sus vítores
y aplausos al cruzar la meta de vivir y morir para tu honra y gloria! (2
Timoteo 4:7-8 RV60).
¡Oh SEÑOR amado!, no logro comprender totalmente el fabuloso
futuro que me espera, pero sé que a tu lado viviré y que te veré cara a cara,
veré las marcas en tu cuerpo, del precio que pagaste por mí, y por los millones
y millones que al vivir esta vida humana, te han conocido. Allí al final de los
siglos, en aquel día, uniré mi voz al gran coro de los redimidos para celebrar
tu gloria.
Mi gratitud se traduce en acciones de gracias por enseñarme
la importancia de invertir mis energías vitales en proclamar tu evangelio. ¡JESÚS
tú eres la única esperanza para el hombre nuevo! Esta vida humana es breve pero
tú quieres hacernos de nuevo para que vivamos como tu familia para siempre.
Comparada con la eternidad el final de un año aquí y el inicio de otro, no
tiene ninguna importancia. Mas me has enseñado que esta vida terrenal es la
preparación para la vida que viene, y aunque suframos aquí, ¿Qué importa
después de todo? Vamos de paso hacia una ciudad mejor, celestial, porque tú
prometiste: “No se turbe vuestro corazón; creéis
en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así
no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y
si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para
que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:1-3 RV60).
Por último amado PADRE que tu gracia, amor, perdón, esperanza y tu paz sean
conmigo, y que yo tenga fuerzas renovadas para proclamarte con fe y valor.
En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
El camino
hacia un mundo mejor comienza con JESÚS viviendo en ti por la fe.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por
medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la
cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por
aprender?
¿Existe alguna bendición
para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento
por obedecer?
¿Existe algún pecado por
evitar?
¿Existe algún pensamiento
para llevarlo conmigo?
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