Francisco
Aular
Lectura devocional: Colosenses
3:18-25
Esposas,
sométanse a sus esposos, como conviene en el Señor. Esposos, amen a sus esposas
y no sean duros con ellas. Hijos, obedezcan a sus padres en todo, porque esto
agrada al Señor. Padres, no exasperen a sus hijos, no sea que se desanimen”.
Colosenses 3.18-21 (NVI)
Con las verdades de un poema
escrito por el pastor Carlos Jiménez, en su libro: “Más que cuatro paredes”,
les expreso mi sentir en estos días en que estamos celebrando el mes de la
familia, se titula: La oración de los
esposos:
Señor: Haz de nuestro hogar un sitio de amor.
Que no haya injuria porque tú nos das comprensión.
Que no haya amargura porque tú nos bendices.
Que no haya egoísmo porque tú nos alientas a dar.
Que no haya rencor porque tú nos das perdón.
Que no haya abandono porque tú estás con nosotros.
Que sepamos marchar hacia ti en nuestro diario vivir.
Que cada mañana amanezca un día más de entrega y sacrificio.
Que cada noche nos encuentres con más amor de esposos.
Haz Señor de nuestras vidas que quisiste unir, una página llena de ti.
Haz Señor de nuestros hijos lo que tú anheles.
Ayúdanos a educarlos y orientarlos por tu camino.
Que nos esforcemos en nuestro consuelo.
Que hagamos del amor un motivo para amarte más.
Que demos lo mejor de nosotros para ser felices en el hogar.
Que cuando amanezca el gran día de ir a tu encuentro, nos concedas el
hallarnos para siempre en ti.
Amén.
¡Salvemos a la familia! Por medio del entendimiento que Dios tiene un plan para nuestra
familia, desde antes de la fundación del mundo. Ciertamente, ¡los sesenta y seis libros de la Biblia
nos proclaman que los seres humanos somos creación de Dios! En efecto, la
Biblia nos dice que Dios le dio prioridad a la familia antes que a otras
instituciones de la sociedad:
¡Antes que el estado!
¡Antes que el gobierno!
¡Antes que la escuela!
¡Antes que la iglesia!
La idea
de formar familias es idea de Dios. Como bien se ha dicho, la familia es la
célula fundamental de la sociedad. Así como nuestro cuerpo humano está
compuesto por millones de células. Fue plan de Dios que los millones de
habitantes que vinieran a este mundo fueran constituidas en una célula familiar
para formar a los pueblos y naciones. Pero, así como el cáncer puede infectar a
un cuerpo sano y doblegarlo. Cada ser humano individualmente y por extensión la
familia, se enfrenta a un flagelo llamado, el pecado.
El
pecado, que es nuestra rebelión activa o indiferencia pasiva contra Dios ha
entrado en cada ser humano, como un cáncer maligno que contamina, a un
individuo, a un matrimonio, un hogar y una familia para doblegarlo a dañar la
sociedad y las naciones. ¡Por eso es que nuestro mundo actual está integrado de
una generación de hombres y mujeres perversos! Los resultados están a la vista.
Me asombro ante lo que veo y me parece mentira. Nunca como hoy, tanto el hombre
como la mujer, corren de una relación sexual a otra, de un matrimonio a otro,
de una familia a otra. ¡Hemos echado de nuestra vida a Dios y con ello, también
a los valores cristianos! ¡Hoy vivimos y presenciamos un ataque devastador
contra la familia! ¡El cine, la televisión, las redes sociales y la literatura
en general, están exaltando los antivalores como si fuera la verdad. Los
modelos que tienen mucho de los hombres y mujeres son los artistas,
deportistas, filósofos, políticos y religiosos muy lejos de la Biblia. ¡Es hora
de alarmarnos y tocar trompetas de alerta contra los enemigos que se levantan
contra el matrimonio, el hogar y la familia como los hemos conocido por
milenios! ¡Si la familia está perdida, todo está perdido! Sin embargo, ¡hay
esperanza!. Pongo mi firma al lado de los que creemos que a pesar de este
ataque del maligno a la familia. ¡Dios restaura a la familia! Porque como Él,
la creó sabe como reconstruirla, hacerla funcionar y llevarla al propósito
original.
¡Salvemos a la familia! Conociendo y experimentando las
directrices bíblicas para que funcione. Todos sabemos que un equipo siempre
necesita un gerente, es decir, alguien que los dirige, motive e impulse al
triunfo. El entrenador en la familia es el padre. La Biblia le dice que esa
dirección no es legalista, sino en amor: “Esposos, amen a sus esposas y no sean
duros con ellas”. La esposa es el corazón del hogar y trabaja mejor en el
equipo, cuando se siente amada, respetada y honrada. A la esposa, la Biblia
aconseja: “Esposas, sométanse a sus esposos, como conviene en el Señor”. Porque
cuando un hombre se siente obedecido, respetado y honrado funciona mejor. Pero
la clave para todo ese triunfo es este: “En el Señor”. La recomendación bíblica
para los hijos es esta: “Hijos, obedezcan a sus padres en todo, porque esto
agrada al Señor”. Obediencia es la palabra para los hijos. Mientras los hijos
están en el hogar, su deber es obedecer a sus padres. ¡No hay excepción porque
sin obediencia de los hijos, no existe armonía y crecimiento en el hogar, ni en
ellos como individuos, hacia su madurez espiritual, emocional y física. Por lo
demás, la Biblia también aconseja a los líderes del equipo familia, tanto el
esposo como a la esposa: “Padres, no exasperen a sus hijos, no sea que se
desanimen”. ¿Quieren tener una familia cristiana armoniosa y feliz? Obedezcan y
experimentes los consejos de la Biblia en vuestro hogar. Quiero decirles que el
Señor, nos ha permitido a mi esposa y a mí, que en los límites de nuestras
imperfeccione como seres humanos, siguiéramos lo que la Biblia nos ha enseñado
en cuanto a nuestro matrimonio, hogar y familia: Y, ¡funciona! ¡No quiere decir
que serán perfectos y no habrá pruebas! Pero aquel que silenció la tempestad
estará en la barca de la familia para llevarlos a puerto seguro. Por todo esto
y muchas otras razones: ¡Salvemos a la familia!
Gracias a
ti y tu plan redentor del ser humano, tengo un lugar en la familia. Ayúdame a
ser bendición del cielo para mi hogar y familia. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Si
quieres ser bendición para la presente y las futuras generaciones. Ama la
Palabra de Dios y vívela en familia.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
alguna lección por aprender?
¿Existe
alguna bendición para disfrutar?
¿Existe
algún mandamiento por obedecer?
¿Existe
algún pecado por evitar?
¿Existe
algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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