Francisco Aular
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Lectura
devocional: Proverbios 4:1-10
Hijos míos, escuchen cuando su padre los corrige. Presten atención y
aprendan buen juicio, porque les doy una buena orientación. No se alejen de mis
instrucciones. Proverbios 4:1,2 (NTV)
Cuando
tenía ocho años, recuerdo my bien, mi madre y mi abuela materna, siempre
hicieron delicias en nuestro humilde fogón, en aquel hogar campesino. Pero mi
disgusto comenzaba al terminar las comidas y me llegaba mi turno para lavar los
platos y las ollas. Eso incluía, ir a buscar el agua a un riachuelo algo
distante de la casa. Así lo hice.
Tenía
todo listo para empezar, pero José mi hermano mayor, quien era exceptuado de labores
como la mía porque a sus diez años, era demasiado listo y el ayudante principal
de mi padre en el campo, empezó a burlarse de mí “apúrate sirviente”, me dijo.
Confieso que me puse furioso, entonces más se reía mi hermano… “sirviente estás
perdiendo mucho tiempo”… Pero el montón de plato y ollas, me recordaba que si
comenzaba de una vez terminaría pronto. Sin embargo, no podía esconder, el
disgusto que tenía y rezongaba en voz baja.
Entonces,
sentí una mano tierna, sobre mi cabeza alborotaba, que cayó con la misma
suavidad sobre mi hombro: “Negro Chico -dijo con mucha ternura-. Era mi padre…
¡Lo haremos los dos!” Mi padre era el mejor contador de cuentos e historias que
yo he conocido; él había sido trabajador de las Minas de Aroa del Estado
Yaracuy, debió haber sido allí, donde aprendió los cuentos de los famosos
escritores alemanes, los hermano Grimm en español, y como buen relator, no los
tradujo a nuestro escaso lenguaje que sabíamos.
Todas
las noches mi padre en el patio, antes de dormir, y bajo la luz de las estrellas,
nos contaba uno de aquellos cuentos. En esos años, no había ningún héroe para
mí como mi padre. Y muchas noches al acostarme, lloraba en silencio al pensar
que un día, moriría y yo no estaba dispuesto a perderlo. Pero en aquella ocasión
y solamente para mí, mientras él lavaba los platos y las ollas y yo los ponía a
secar a un lado del fregador, me dictó una cátedra sobre el servicio. Nunca lo
he olvidado. “Sabes Negro Chico, todos en este mundo somos sirvientes de
alguién…hasta el Presidente de la República, es sirviente del Congreso…”
Años,
mas tarde y mientras yo les contaba esta anécdota a mis hijos, nos dimos cuenta
que aquel sería el año 1953, en ese entonces, Venezuela estaba dominada por la
dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Sin embargo, en quella tarde, mi padre me
enseñó una de las verdades más grandes de una verdadera democracia, y de un
verdadero servidor: ser un sirviente de todo corazón en el hogar, la familia y
la sociedad… Así fue mi padre. Por eso, creo yo aquel hombre fue y es todavía
en mis recuerdos: Mi padre, mi superhéroe.
Mi padre, mi superhéroe
Francisco Aular
Pues yo, igual que ustedes, fui hijo de mi padre,
amado tiernamente como el hijo único de mi madre.
Proverbios 4:3 (NTV)
I
Papi, eres mi superhéroe y te sigo los pasos
que me haces volar con tus fuertes abrazos;
que doblas el acero con tu resplandor,
y vuelas las distancias para darme amor.
Siempre estás dispuesto, y tu corazón y el mío,
siempre andan juntos en calor o en frío.
Tu fuerza en la constancia me abren puertas
porque para ti, siempre están abiertas…
¡No eres como Clark Kent
un poco cobarde!
Y cuando te busco, nunca llegas tarde…
II
Papi, eres para mí como el hombre araña,
Que trepa lo imposible y haces hazañas;
Eres ágil, valiente, tu coraje es extremo
si estás a mi lado, a nada le temo…
Lanzas telarañas y vences el peligro
en tus raras ausencias yo nunca denigro
andarás trabajando para tu niño travieso
y me quedo dormido soñando con eso…
¡Eres mi hombre araña!, mi rico tesoro:
¡Tráelo con bien!, al Señor, le imploro…
III
Papá, ya pasó el tiempo de verano
y ahora veo cuanto tiembla tu mano…
Sigues siendo mi superhéroe a quien bendigo…
Y lo que ahora siento de corazón te lo digo:
Quiero ser como Hulk de fuerza ilimitada
apagar tus sufrimientos con una palmada…
O como Flash, procesar mi información
que llegue hacia ti como bendición…
Soy todavía un niño que sigue soñando:
Con mi superhéroe, que se fue, volando…
Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
¡Gracias por ser mi padre eterno!
¡Gracias por hacerme parte de tu pueblo, antes de que el mundo fuese. Ayúdame a
servirte y consumirme en ti para servir a otros y anunciar tu reino en esta
generación. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Es posible que yo no sea el superhéroe que
mis hijos piensan, pero si seré el servidor de ellos de todo corazón, mientras
pueda.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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