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Lectura devocional: Deuteronomio 11:16-21
La tierra a la que vas a cruzar para tomarla en posesión es una tierra de montañas y valles, regada por la lluvia del cielo. Es una tierra que el SEÑOR tu Dios cuida permanentemente. El SEÑOR tu Dios la vigila con sus propios ojos, de principio a fin del año. Deuteronomio 11:11,12 (PDT)
Se cuenta que cuando la gran Biblioteca de Alejandría fue destruida, entre los pocos pergaminos que se salvaron, estaba uno llamado: “La piedra de toque.” Un sabio logró obtenerlo y cuando le llegó su tiempo de morir, lo puso en manos de un discípulo y le reveló el secreto: Se trataba de hallar un talismán en forma de guijarro, una de esas piedras que se encuentran en las orillas de las playas, al cual se le atribuían poderes sobrenaturales extraordinarios tales como lograr convertir todo lo quisiera en oro y alcanzar cualquier cosa que deseara. Todo lo que tenía que hacer era pasearse por la orilla del mar e ir recogiendo guijarros. Si al tacto una de aquellas piedras la sentía tibia, había encontrado la Piedra de Toque.
Con el pergamino en mano y el secreto en mente, el hombre se fue inmediatamente a su casa, tomó la decisión de dedicar una hora cada día en la búsqueda de aquella piedra maravillosa. Y así, cada mañana al amanecer recogía piedras en la playa. Al momento de agarrar un guijarro que sentía frío, lo lanzaba al mar. Este hombre fue practicando este proceder, horas, tras horas, día tras día, semana tras semana, mes tras mes y años tras años. Cada guijarro que sentía frío, lo lanzaba al mar. No se cansaba nunca porque había descubierto la experiencia de ir a la playa todas las mañanas, disfrutar la salida del sol, el fascinante olor y brisa del mar, el canto y pelea de las golondrinas y otras aves que iban y venían del cielo azul, el agradable sonido al golpear las olas en las rocas y en la orilla. En fin, aquella práctica llegó a resultarle agradable y sana. Agarrar los guijarros, sentirlos fríos al tacto y lanzarlos al mar, se había convertido en una parte de sí mismo cuando se hizo un hábito.
Muchos años habían pasado, cuando una mañana sucedió que el hombre tomó un guijarro que sintió tibio, en comparación con los demás. Pero el hombre al coger la piedra y sentirla diferente, la lanzó al mar.
Este cuento tiene muchas lados en cuanto a la enseñanza, pero una que me gusta es ver el gozo del hombre en lo que hacía y hasta perder el objetivo de lo que ya estaba haciendo, pero disfrutar el proceso al vivirlo cada día.
Al hablar del gozo al hacer las cosas mientras caminamos en esta vida, el apóstol Pablo aconsejó a los cristianos de Colosas:
“Cuando hagan cualquier trabajo, háganlo de todo corazón, como si estuvieran trabajando para el Señor y no para los seres humanos.” (Colosenses 3:23, PDT).
Debo confesarles que hace diez años, cuando inicié este ministerio de Perlas del Alma, no pensaba que llegaría tan lejos, pero la gracia de Dios lo ha permitido; el levantarme cada mañana bien temprano, orar y buscar en la Biblia, la meditación para ese día, escribirlo o revisar una escrita para orar y luego enviárselas a todos ustedes, sin que nadie salvo el SEÑOR me haya empujado para hacerlo, todo esto ha sido un banquetazo espiritual matutino sin sustituto. Entonces, un entusiasmo fue creciendo en mí, día tras día, semana tras semana, mes tras mes y año tras año, esto se me ha convertido en hábito. También está el hecho de los amados que me han acompañado todos estos años, ayudándome en la corrección del texto, hasta cuando ellos pudieron; igualmente, los lectores como ustedes con sus valiosas opiniones de apoyo; los amados cuyas vidas han pasado a otro nivel espiritual, leyendo y aplicando los consejos bíblicos simplemente de alguien que ya encontró hace 54 años, su verdadera “Piedra de Toque”. ¡Todo este caminar escribiendo a Perlas del alma, ha sido una experiencia matutina extraordinaria y por lo cual viviré agradecido al SEÑOR y a ustedes!
Hoy estamos a la víspera de un Año Nuevo, y nos damos cuenta que no podemos retroceder el tiempo, ni tampoco mucho de lo hemos hecho en el pasado. Así que frente a un Año Nuevo, dos pensamientos vienen a nuestra mente, ¿podrán los logros o tropiezos del pasado ayudarme en el futuro? ¿Cómo sé que me espera en el 2018? Aquí el Apóstol, viene otra vez en mi ayuda, con lo único que podemos hacer:
“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”
(Filipenses 3:12-14, RV60).
Mis amados, no quisiera despedirme sin decirles que dentro de cinco días, estaré bajo una cirugía y me dicen que la recuperación será lenta. En virtud de ello, no sé cuanto tiempo, y si puedo hacerlo volveré con Perlas del Alma, mientras tanto, regáleme sus oraciones. ¡No hay vuelta atrás en la determinación de servir al SEÑOR en todo tiempo, ya sea en salud o con la prueba encima! Hago mías las palabras que Moisés poco antes de morir, dirigió a su pueblo, cuando ya iban entrar a la Tierra Prometida:
“El SEÑOR tu Dios la vigila con sus propios ojos, de principio a fin del año”. Deuteronomio 11:11,12 PDT. ¡El SEÑOR va con nosotros como lo ha prometido!
También hago mío el coro de un precioso himno:
Ya tengo la victoria,
Pues Cristo me salva.
Buscóme y compróme
Con su divino amor.
Me imparte de su gloria,
Su paz inunda mi alma;
Victoria me concedió
Cuando por mí murió.
(HB #466 CBP, 1990).
¡Lo mejor de todo es que EMANUEL, Dios está con nosotros!
¡Hasta luego!
¡Venga ese abrazo bien fuerte con golpecitos de espaldas y todo!
¡Feliz Año 2018 pleno de la guía y bendición de Dios!
¡Adelante, siempre adelante!
Oración:
Amado Padre Celestial:
Algunas horas, algunos días y los años se me han escapado como el agua entre mis dedos, sin provecho ni bien para mí ni para otros. Te confieso que me ha faltado sabiduría, o fuerza para redimir el tiempo. En esta hora te pido SEÑOR, que me des valor, fe, esperanza y amor para ponerme sobre mis pies, asirme con fuerza de tus manos, y salir a redimir el tiempo y contar a otros que tú eres el Dueño de todos nosotros, lo que tenemos y somos. Te lo pido en el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
Dios me ha guiado por la playa del pasado, y Él va conmigo frente al mar desconocido del futuro.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?