Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Josué
21:43-45
No
faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de
Israel; todo se cumplió. Josué 21.45
Llegué a visitar a una hermana que había estado muy enferma; ella era
una mujer fiel y de gran testimonio en nuestra iglesia. Al contrario de lo que
yo esperaba, al imaginármela abatida por aquella prueba, me dijo llena de
confianza: “Pastor, esta mañana mientras leía la Palabra de Dios y oraba, el
Señor me dio una promesa en la cual me dice que, ¡Él hará un milagro en mi
cuerpo¡”. Con los años he aprendido dos cosas, que Dios nos habla por medio de
la Palabra y de la oración; allí estaba una mujer que desde hacía muchos años,
como cristiana, tenía una relación muy especial con su Señor. Estábamos en una
atmósfera de “esperanza, fe y amor”, y mi actitud fue solemne y de expectación
ante su testimonio. Cantamos algunos himnos que hablan de las promesas de Dios,
las cuales son apoyo de nuestra fe; leímos la Palabra y oramos. A los pocos
días, al salir del culto, en dónde habíamos orado por la hermana y por otros
enfermos, ella me dijo: “¡Pastor, siento que hoy el Señor me ha sanado!”. Me
regocijé con ella, y con mi amado Padre celestial. Luego, todos en la iglesia
verificamos el milagro porque aquella hermana, vivió muchos años más y Dios la
usó grandemente en la extensión de Su reino.
Ahora bien, el Señor y yo hemos andado juntos por más de medio siglo de mi existencia, Él
es real y sé que cumple sus promesas, como lo dice su Palabra: “Por medio de las
cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas
llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la
corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (2 Pedro 1:4).
Encontramos en la
Biblia a muchos hombres y mujeres que confiaron en las promesas de Dios, y el
Señor las cumplió al pie de la letra. Una de mis favoritas es la promesa hecha
por el Señor a Caleb, aquel héroe del libro de Moisés, que confió que Dios le
daría la montaña de Hebrón, y cuarenta años después, Dios cumplió. Confiar en
que Dios cumple lo que promete es el trasfondo de nuestro versículo de hoy: “No
faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de
Israel; todo se cumplió” (Josué 21.45).
En realidad, todo
cristiano nacido de nuevo es hijo de la promesa que nos ha hecho el Señor de
hacernos sus hijos; igualmente, todo nuestro andar diario depende de confiar en
las promesas del Señor. En efecto, la vida cristiana basa su esperanza en las
“preciosas y grandísimas promesas” que Dios nos presenta en su Palabra.
Perla de hoy:
Dios y las promesas
en su Palabra son un refugio seguro en las tormentas de la vida.
Oración:
Padre
eterno:
¡Gracias
por las promesas que me das en tu Palabra en medio de las luchas y
circunstancias de la vida! Aquí estoy en esta hora delante de ti, esperando que
tu mano me sostenga en esta hora difícil para mí y los míos. Confío en tu
Palabra y en tu amor. ¡Gracias porque tus promesas son apoyo poderoso de mi fe!
En el nombre de JESÚS. Amén.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy
por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa
a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección
por aprender?
¿Existe alguna
bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento
a obedecer?
¿Existe algún pecado a
evitar?
¿Existe algún pensamiento
para llevarlo conmigo?
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