viernes, 28 de abril de 2017

Refugio para el alma

Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Salmo 46:1-11
El Señor Todopoderoso está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob.  Salmo 46:11 (NVI)

Teníamos en aquellos días, una preciosa juventud asistiendo a la iglesia, eso era durante mi primer pastorado, yo tenía entonces 27 años. Era joven, así que desafié a la juventud a subir una pequeña montaña muy cerca de la ciudad. Jóvenes al fin, ¡aceptaron el desafío llenos de entusiasmo e ilusión! La idea era subir la montaña el viernes por la tarde, dormir allí y luego descender el día sábado por la tarde. Eso sí, todos debían llevar sus Biblias e instrumentos musicales. Con mucho ánimo emprendimos la subida, no era tan fácil como se veía desde lejos. De repente, toda la montaña se oscureció, una tormenta nos amenazaba. Pensé, si nos mojamos, nos enfermaremos sin remedio. Hice una de mis oraciones de emergencia: “¡Padre, tú eres nuestro refugio espiritual pero encuéntranos uno físico, por favor!” Nuestro guía, un joven explorador, exclamó: “¡Allí está un refugio!”, corrimos y llegamos justo a tiempo. Conquistamos la montaña, y dormimos en la cumbre.
Pues bien, “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46:1 RV60). Ciertamente, Dios es una morada segura en las tormentas de la vida. Se dice que el promedio actual de longevidad es de 25.550 días. ¿Qué podemos hacer en tan breve paso por esta vida temporal? Como dice la Biblia, en el Salmo 90: “Mil años delante de tus ojos son como el día de ayer”, para Dios no existe el tiempo, en comparación con Él, vivimos aquí nosotros, nada más que ¡veinticuatro horas¡ Para los incrédulos el tiempo se mueve entre los extremos que van desde la cuna hasta la tumba. “Un poquito de tierra encima y todo se acaba”, dicen algunos, otros añaden: “El mundo se acaba para el que se muere”, con tales criterios, uno pensaría que viven de otra manera, pero no es así, disfrazan el morir de muchas maneras, y hacen lo posible por hacerse la idea de que vivirán aquí para siempre. Moisés, nos advierte sobre la brevedad de nuestra vida aquí en la tierra. La vida es como “una de las vigilias de la noche” -sabemos que según el pensamiento hebreo, la noche tiene cuatro vigilias de tres horas cada una- y sigue diciendo: “Los arrebatas como con torrentes de aguas…”, la idea sugiere, la precipitación como caída, la rapidez y la fugacidad como se marcha.
Pues bien, vivimos mi familia y yo, a hora y media de esa gran maravilla llamada las Cataratas del Niágara, y no me canso verlas, de respirarlas, de oírlas. No importa la estación del año, siempre son bellas. Ochocientas toneladas de agua por segundo se desprender de una manera maravillosa; en días soleados se forman arcoíris a su alrededor, y éstos aumentan la belleza ante nuestros ojos. Bueno, el ser humano es como una gota de agua de ese torrente majestuoso. Como lo dijo el poeta Jorge Manrique en sus Coplas:
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar a la mar,
que es el morir…
Sin embargo, nuestro Dios es el refugio del alma. Como seres humanos, algún día vendrá la aurora en la cual traspasaremos el umbral del más allá, de la muerte, pero como en el torrente del Niágara, el arcoíris de la esperanza de la resurrección, nos dará la bienvenida al maravilloso futuro que nos espera por haber puesto toda nuestra confianza en JESÚS, y haber vivido para Él. Para el cristiano nacido de nuevo, esta vida es solamente un ensayo de la verdadera vida que es para siempre al lado de nuestro amado Señor y Salvador JESÚS: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25).  
Encontramos en la historia, ilustraciones muy hermosas de lo que estamos afirmando en este devocional. Se nos cuenta que en 1940 la tragedia se cernía sobre Europa, y Hitler se disponía a lanzar su gran ofensiva militar, entonces el rey Jorge VI de Inglaterra –sí, el mismo que años después invitaría a orar a todo el imperio británico y los nazis no pudieron avanzar hacia ellos- llamó a la oración e igualmente él mismo escribió una, que dio ánimo a su pueblo: “Dije al anciano que cuidaba la puerta del año nuevo: “¡Dame, te pido, un camino y una luz para el camino!”, y el anciano que cuidaba la puerta del año nuevo me respondió:
-Penetramos en las tinieblas. Pon tu mano sobre la mano de Dios y Él será para ti mejor que un camino y más que una luz para ese camino,” porque: “El Señor Todopoderoso está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob.”  (Salmo 46:11,NVI).
Oración:
Amado Padre Celestial:
Muchas son las pruebas y tribulaciones que me rodean. Hoy pongo mi confianza en ti porque eres mi refugio eterno. Contigo no hay tormenta que pueda amenazarme y que no podamos enfrentar los dos. Ayúdame a poner mi mirada en ti y a ver los arcoíris de esperanza de que mi triunfo y victoria final son seguros. En el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
Cuando Dios es nuestro refugio estamos preparados para morir y también para vivir.
 Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

jueves, 27 de abril de 2017

¡Más allá de lo imposible!

Francisco Aular
Lectura devocional: Jeremías 32:16-35      
Yo soy el Señor, el Dios de todo ser viviente. Nada hay imposible para mí. Jeremías 32:27 (DHH)

Mi primer auto fue un Fiat 600, era usado pero estaba en buena forma, comenzando por allí, Dios me había permitido comprar un auto propio a mis veinte años, eso era ¡más allá de lo imposible! Él lo hizo. Un día se me daño y lo llevé al taller de un mecánico bien recomendado, cerca del hospital en donde yo trabajaba.  En una pared del taller había un cartelito que me gustó al verlo y me dio confianza: “Nos especializamos en hacer lo imposible. No aceptamos trabajos fáciles.” Mi auto salió como nuevo del taller, y yo fortalecí mi fe en el Señor, si unos mecánicos tenían el valor de hacer cumplir aquel lema, definitivamente, mi Dios en cuyas manos había depositado mi confianza, ¡es Señor de lo imposible! Él cumpliría su lema en mi vida. ¡Así ha sido!
La hermosa montaña en donde nací, se llegaba a ella atravesando un gran obstáculo llamado el río Macagua, en aquella época muy caudaloso; posiblemente tendría unos cuatro años, o tal vez menos, cuando fui consciente que tendría que atravesarlo para volver a casa; todavía tengo fresca la escena, mi mamá y mi hermano mayor, se quedaron en la orilla y mi papá me llevaba de la mano, mientras descubría la parte más llana para atravesarlo; mi papá encontró el lugar, yo estaba aterrado al ver tanta agua enfrente de mí, mi padre me alzó y me colocó  bien apuntalado contra su pecho, en sus brazos yo podía sentir el latir de su corazón; me estremecí cuando el agua me llegó a los pies, después mi piernas, hasta que solo la cabeza la mantenía afuera del agua; mi mamá gritaba algo desde la orilla pero el ruido del agua apagaba su voz, mi hermano mayor con sus ocho años encima, audaz y valiente como era, se quitó la ropa se la dio a mamá y él cruzó nadando, muy cerca de mi padre y yo, mi hermano me espero en la orilla, y mi papa regresó por mi mamá y ambos cruzaron hasta nosotros, y así continuamos felices hasta llegar a casa. Hoy esos seres queridos ya no están, cruzaron el río, antes que yo. Pero tengo la seguridad que cuando llegue el momento, ellos me esperaran y felices estaremos juntos para siempre en el cielo, porque nuestro Dios Todopoderoso actúa:¡Más allá de lo imposible!
Desde entonces, he cruzado muchos ríos y subido muchas montañas, pero mi Padre celestial me ha llevado de la mano porque Dios se especializa en lo imposible: “Yo soy el Señor, el Dios de todo ser viviente. Nada hay imposible para mí. Jeremías 32:27 (DHH)
Todavía hay mucho para decir, pero debo concluir.
Hace algunos años, fui a Carolina del Norte, a la casa de mi amado hermano Billy Graham,- por cuyo intermedio escuché el Evangelio, cuando él fue a Venezuela, en 1962-, leí uno de sus grandes pensamientos respecto a la Soberanía y Misericordia del Dios de imposibilidades. Por supuesto, haciendo la salvedad de la distancia entre gran predicador y yo, me atrevo a parafrasearlo: A menudo he dicho que lo primero que voy a hacer cuando llegue al cielo es preguntar: “¿Por qué yo, Señor? ¿Por qué escogiste a un muchacho campesino del Estado Yaracuy en Venezuela, lo llamaste para ser salvo y luego, lo pusiste en un Ministerio tan grande como el de anunciar tus virtudes en medio de su generación por tantos lugares, y ser una parte de tu plan para llevar a otros a tu Reino en muchas partes del mundo?” Creo humildemente, humillado bajo la dirección del Espíritu Santo que tengo la respuesta. Dios actúa ¡más allá de lo imposible!: Yo soy el Señor, el Dios de todo ser viviente. Nada hay imposible para mí. Jeremías 32:27 (DHH)
Oración:
Amada Padre eterno:
Ya tu amor y soberanía probaste en mí al perdonar mis pecados y mantenerme en tu servicio ¡cuán generoso eres Señor y que gran recurso por tu gracia nos has dado al hacernos hijos tuyos por medio de nuestra amado Salvador! Pero sé cuán frágil soy, y no puedo poner mi confianza en mí; tengo que depender de ti para cruzar los ríos y remontar montañas. Te suplico que sigamos juntos para vencer, y si algún momento desmayo, dame el valor para arrepentirme y con lágrimas, recibir tu perdón y corrección. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
En la vida cristiana siempre existe una orilla nueva para alcanzar y una cumbre para subir. Ponte en las manos de Dios, y ¡vence lo imposible!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

miércoles, 26 de abril de 2017

¡Frente a lo imposible!

Francisco Aular
Lectura devocional: Éxodo 14:1-32
Pero el Señor le dijo a Moisés: «¿Por qué clamas a mí? ¡Ordena a los israelitas que se pongan en marcha! Y tú, levanta tu vara, extiende tu brazo sobre el mar y divide las aguas, para que los israelitas lo crucen sobre terreno seco. Éxodo 14:15,16 (NVI)

Cuando Dios quiere hacer algo grande y cambiar la historia, la primera cosa que hace es escoger a un niño, porque el eterno, es especialista en lo imposible; de esta manera Él usa lo débil, lo que el mundo considera inútil, simple, lo insignificante, para confundir a los que se creen muy importantes y sabios. El Apóstol Pablo, lo dijo de una manera sencilla y profunda:Recuerden, amados hermanos, que pocos de ustedes eran sabios a los ojos del mundo o poderosos o ricos cuando Dios los llamó. En cambio, Dios eligió lo que el mundo considera ridículo para avergonzar a los que se creen sabios. Y escogió cosas que no tienen poder para avergonzar a los poderosos. Dios escogió lo despreciado por el mundo —lo que se considera como nada— y lo usó para convertir en nada lo que el mundo considera importante. Como resultado, nadie puede jamás jactarse en presencia de Dios. (1 Corintios 26-29 NTV).
Ahora bien, me emociona mucho la historia de la iberación del pueblo de Israel de Egipto. La historia del Éxodo es una de mis favoritas porque ella nos dice que hacer ¡frente a lo imposible! Entonces,  me imagino a más de un millón de personas, viajando con todas sus pertenencias en marcha hacia la Tierra Prometida. Sin embargo, no es un viaje de vacaciones, es una huida. Aunque contaban con la presencia de Dios, todavía se sentían y con mucha razón, ¡frete a lo imposible! En efecto, durante el día el SEÑOR iba delante de ellos en columna de nube indicándoles el camino; de noche los iluminaba con una columna de fuego. Así viajaron de día y de noche. No descansaron hasta llegar a las orillas del Mar Rojo. De repente, escucharón a los lejos el estremecedor ruido de las legiones del terrible ejército egipcio que les iba pisando los talones. Sus consignas y gritos debieron sonar espantosos, cuando caía la tarde.
Por los comentarios pesimistas que corrieron en medio del pueblo aterrado, sabemos lo difícil de la hora:  “Entonces le reclamaron a Moisés:—¿Acaso no había sepulcros en Egipto, que nos sacaste de allá para morir en el desierto? ¿Qué has hecho con nosotros? ¿Para qué nos sacaste de Egipto? Ya en Egipto te decíamos: “¡Déjanos en paz! ¡Preferimos servir a los egipcios!” ¡Mejor nos hubiera sido servir a los egipcios que morir en el desierto!” (Éxodo 14:11,12) Estaban literalmente atrapados y sin salida en aquella encrucijada. ¡Los pesimistas habian contagiado a todos con su mejores armas: el desánimo y el rumor! Sinceramente,  no era para menos,  de un lado, el desierto y  su peligros; del otro lado los alcantilados, imposibles de vencer y muchos menos de noche; atrás el sonido de los carros y trompetas del terrible ejército del enemigo y el Faraón que marchan en pos de una victoria que les parece fácil frente aun puebo desarmado; al frente el Mar Rojo con su olas que hacen su ruido al chocar con las rocas y la playa. En otras palabras, verdaderamente, estaban ¡frente a lo imposible! ¿Qué hacer?...
Entonces, se escucha desde el cielo una orden a Moisés “¡Ordena a los israelistas que se pongan en marcha!!” Moisés levantó su vara y se puso en acción con el primer paso, en obediencia a Dios. Entonces, el angel de Dios y la nube cambiaron de lugar, de la vanguardia pasaron a la retaguardia ¡la presencia de Dios se colocó entre los egipcios e Israel; el mar se abrió y los israelitas cruzaron aquel mar con sus terribles olas sostenida por el aliento de Dios. Además de ello, la columna de fuego los iluminaba para su lado, y del lado del ejército enemigo la terrible oscuridad de la noche; así pasó el pueblo de Dios el Mar Rojo, y una vez que lo cruzaron el mar se cerró y se tragó a los enemigos de Israel. Otra vez, en los planes de Dios: ¡Lo débil había vencido a lo fuerte! ¡Perdóneme yo me uno al cántico de Moisés! “¡El SEÑOR reina por siempre y para siempre!” (Éxodo 15:18) Él y sólo Él es Vencedor, cuando Sus hijos están: ¡Frente a lo imposible!
Oración:
Amado Padre eterno:
Aquí estoy SEÑOR, con lo único que poseo, mi misión histórica para la cual tú por tu misericordia me has escogido. En esta hora cumbre de mi vida me pongo en marcha para hacer tu divina voluntad. Ayúdame a vencer lo imposible. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Frente a lo imposible el SEÑOR, nos dice “¡ponte en marcha!”.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo? 

martes, 25 de abril de 2017

¡SEÑOR, dame mi montaña!

Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Josué 14:6-15
Dame, pues, la región montañosa que el Señor me prometió en esa ocasión. Desde ese día, tú bien sabes que los anaquitas habitan allí, y que sus ciudades son enormes y fortificadas. Sin embargo, con la ayuda del Señor los expulsaré de ese territorio, tal como él ha prometido. Josué 14:12 (NVI)

El adolescente de 14 años, está limpiando el estudio fotográfico, es su primer trabajo en la calle e intenta hacerlo lo mejor que pueda, pues, sus padres de crianza dependen de su pequeño sueldo para enfrentar los gastos de la casa. El dueño del negocio, es un viejo andino, tal vez, en los sesenta años. Este hombre poseía una enorme biblioteca, y por su forma de hablar, había leído muchos de aquellos libros. A mediados de una tarde, como siempre lo hacía, está contando sus historias. Mientras el jovencito cumple su tarea, le pone atención. El hombre empieza el relato, de la manera siguiente: Hace mucho tiempo hubo una reunión de todos los animales y entre ellos, el águila, el cual desde su casa ubicada en la cumbre de una montaña, se había incorporado a la reunión en un envidiable vuelo y un aterrizaje perfectos. El rey león preside la reunión, y en una parte de la agenda, había un tiempo para hacer los desafíos en todo el reino animal. El águila pidió la palabra y dijo: “Los desafío a todos ustedes a que suban a mi casa en la cumbre de aquella montaña delante de nosotros.” Hubo un silencio en todo el valle, era evidente que ningún animal, ni siquiera las aves, aceptaban el reto…¡De repente! Una débil vocecita surgió, con sus ojos penetrantes y la agudeza de su oído, el águila buscó y se posó sobre un pequeño y vio a un joven caracol, que le dijo: “¡Hermano águila, yo subiré!” Todos rieron, era evidente que aquel había sido el mejor chiste de toda la reunión. Pasaron los años, y en una fría mañana en la cumbre de la montaña, el águila, majestuosamente se quita el sueño, agitando sus gigantes alas. Entonces, escucha una vocecita que le dice: “¡Hermano águila, hermano águila. Aquí estoy!” Era el viejo caracol…
Con el pasar de los años he visto que la vida funciona de manera muy parecida al relato del águila y el caracol. Uno tiene que dejar atrás por inútil, las quejas, la envidia por no haber nacido en cuna de oro y tener las posibilidades naturales de otros; igualmente, las desiluciones y fracasos, y volar hasta posarse en la cumbre, pues, allí hay lugar para todos.
Ya saben ustedes que uno de mis personajes favoritos es Caleb, el hijo de Jefone, príncipe de la tribu de Judá, y uno de los doce exploradores o espías que envió Moisés a reconocer la tierra de Canaán. El reporte final de estos hombres fue negativo, diez de ellos dijeron “—No podremos combatir contra esa gente. ¡Son más fuertes que nosotros!” Pero allí, estaba un joven caracol, Caleb, pensador de que nada hay imposibles para Dios: “—¡Vamos enseguida a tomar la tierra! —dijo—. ¡De seguro podemos conquistarla!” Así fue, porque aquel joven Caleb, mostraba su linaje de pensador de imposibilidades y un optimismo que le brotaba por todos sus poros, dijo: ¡SEÑOR, dame esa montaña!
Caleb, se enfrentó por cuarenta y cinco años, a todos los peligros y batallas a las cuales, su pueblo se enfrentó, pero la promesa de que Dios, le había hecho por medio de Moisés, la cargaba consigo: “La tierra de Canaán, por donde recién caminaste, será tu porción de tierra y la de tus descendientes para siempre, porque seguiste al Señor mi Dios con todo tu corazón”. Ahora es un anciano de ochenta y cinco años. Viene delante de aquel libertador Josué que como él habían sido fieles a Dios en todas las circunstancias. Les confieso, ¡que no puedo leer esto sin que mi pulso se me acelere y doy gracias al SEÑOR por esta historia, y por ello, soy miembro del “Club Caleb”, para pensadores de imposibilidades!: “Ahora, como puedes ver, en todos estos cuarenta y cinco años desde que Moisés hizo esa promesa, el Señor me ha mantenido con vida y buena salud tal como lo prometió, incluso mientras Israel andaba vagando por el desierto. Ahora tengo ochenta y cinco años. Estoy tan fuerte hoy como cuando Moisés me envió a esa travesía y aún puedo andar y pelear tan bien como lo hacía entonces. Así que dame la zona montañosa que el Señor me prometió. Tú recordarás que, mientras explorábamos, encontramos allí a los descendientes de Anac, que vivían en grandes ciudades amuralladas. Pero si el Señor está conmigo, yo los expulsaré de la tierra, tal como el Señor dijo». Entonces Josué bendijo a Caleb, hijo de Jefone, y le dio Hebrón como su asignación de tierra. Hebrón todavía pertenece a los descendientes de Caleb, hijo de Jefone, el cenezeo, porque él siguió al Señor, Dios de Israel, con todo su corazón.” (Josué 14:10-14 NTV).
Pues bien, nosotros estamos en una hora muy difícil. El desafío es inmenso, tal vez como el de David frente a Goliat o como el de Caleb frente a la montaña de Hebrón. Con la confianza puesta en Dios, David y Caleb, triunfaron. ¡Nosotros también, triunfaremos! Hazte miembro del “Club Caleb”, y di como aquel héroe: ¡SEÑOR, dame mi montaña!
Oración:
Amado Padre Celestial:
¡SEÑOR, dame mi montaña! Sé que no será fácil escalarla y enfrentarme a todos los peligros al subir. Ayúdame a vencer mis propios gigantes que yo mismo he tolerado por tanto tiempo. Hoy reafirmo el propósito de mi vida y la razón por la cual estoy aquí: Subir la cumbre y quedarme allí para siempre contigo. Ayúdame a contagiar a otros, con un carácter impulsado por el fruto del Espíritu, y la esperanza de que tu me esperas para decirme: “Bien hecho, mi buen siervo fiel. (…) ¡Ven a celebrar conmigo!”. En el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
Seas joven o viejo, no te detengas, Dios quiere utilizarte en Su reino, si le dices: ¡SEÑOR, dame mi montaña!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

viernes, 21 de abril de 2017

Sin reservas, sin retiradas, sin lamentaciones

Francisco Aular
Lectura devocional: Hebreos 10:14-25
Mantengamos firme la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa. Hebreos 10: 23 (NVI)

Me convertí leyendo la Palabra de Dios, y luego de esto, sentí la gran necesidad de buscar a mi familia espiritual, la iglesia. Dos preguntas estaban en mi mente entonces ¿Dónde me congregaré? ¿Seré fiel a JESÚS hasta el final de mi vida? En aquellos días abundaban las sectas y yo tenía amigos entre los Testigos de Jehová, los Adventistas del séptimo día y los Solo Jesús; también entre las denominaciones evangélicas anduve. Todas decían tener la verdad, ¿cuál camino escoger? Basado en la Palabra de Dios y el consejo de cristianos maduros en la fe, el Señor me fue respondiendo, porque Dios es fiel y no nos deja una vez que nos hace sus hijos por el nuevo nacimiento. El Señor me llevó a mi familia espiritual, la Iglesia Bautista Emanuel de la Castellana en Caracas, el Señor quería que yo estuviera también en una denominación, y allí he sido fiel y he crecido hasta hoy. Luego para responder la otra pregunta, ¿seré fiel a JESÚS hasta el final de mi vida? Eso me inquietaba, hasta que comprendí la gran verdad, por una parte Dios me había dado a su Espíritu y Él en mí, produciría la fidelidad como fruto espiritual para perseverar hasta el final de mis días aquí en la tierra (Gálatas 5:22-23), y por otro lado, importantísimo, lo que nos dice el versículo de hoy: “porque fiel es el que hizo la promesa”. Así, la fidelidad en la vida del creyente no está basada en su propio esfuerzo y fortaleza, sino en su relación con JESÚS: “Si fuéremos infieles, él permanece fiel; él no puede negarse a sí mismo” (2 Timoteo 2:13). Uno de los nombre de JESÚS es “Fiel y Verdadero” (Apocalipsis 19:11). El Señor ha permanecido fiel con mi vocación durante más de cincuenta años, y yo sirviéndole por gratitud a su fidelidad, sin reservas, sin retiradas, sin lamentaciones.
¿Cuál es la esperanza que profesamos?, ¿qué es lo más valioso que Dios nos ha dado y que tiene repercusión eterna? Nuestra salvación, la vida (zoé); no es algo improvisado en una experiencia mística pasajera, sino el propósito para el cual Dios nos trajo a esta vida (bíos), “según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin manchas delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad para alabanza de la gloria de su gracia…” (Efesios 1-4ª). ¡Mi nacimiento biológico y el espiritual, mis dos nacimientos, no son un accidente! ¡Soy parte del plan eterno de Dios! Por tanto, aunque, la “esperanza que profesamos” sea pequeña o grande, o sea, mi profesión de fe en JESÚS, ¡Él me llevará fiel hasta el final como lo ha prometido! Teniendo como base la guía de la Biblia y la ayuda eficaz del Espíritu Santo, Dios fortalecerá cada día, la salvación que me ha dado, la seguridad de esa salvación, y la perfección de mi salvación hasta el día final, no solo de mis días en esta tierra, sino hasta mi morada final en la Nueva Jerusalén. Pues, “es Cristo en vosotros la esperanza de gloria” (Colosenses 1:27b).
Desde recién convertido además de los héroes bíblicos, también he estudiado la vida y obra de los grandes hombres y mujeres de nuestra fe cristiana a través de los siglos. Entre ellos a William Borden. Aquí les repito nuevamente su historia:
En 1904, William Borden se graduó de la escuela secundaria. Como heredero de la hacienda de la Lechería Borden, él ya era un millonario. Como regalo de graduación, sus padres le dieron al Borden, de 16 años de edad, un viaje alrededor del mundo. Mientras el joven hombre viajaba por Asia, el Medio Oriente y Europa, sintió una carga creciente por la gente sufriendo en el mundo. Finalmente, William Borden escribió a casa para decir: “Voy a entregar mi vida para prepararme para el campo misionero.” Un amigo expresó sorpresa de que él “estuviera desperdiciando su vida como misionero.” En respuesta, William escribió dos palabras en la parte de atrás de su Biblia: Sin reservas.” Borden fue a la universidad y luego al seminario, cambiando las vidas de los estudiantes y de todos aquellos que entraban en contacto con él. Inició un pequeño grupo de oración que dio origen a un movimiento que se esparció a través del campus. Para el tiempo en que William Borden estaba en el último año, ¡mil de los 1,300 estudiantes atendían este grupo! El ministerio de alcance de Borden no estaba confinado al campus. El se encargaba de cuidar a las viudas, los huérfanos y los lisiados. El rescató a los borrachos de las calles y comenzó una misión. Mientras el grupo desarrollaba un plan sobre cómo evangelizar mejor, Borden siempre era el que tomaba “los casos evangelísticos difíciles” que más nadie quería. Pues bien, durante sus años en la universidad, su llamado misionero se concentró en un grupo humano de musulmanes en la China. Una vez que se fijó esa meta, Borden nunca titubeó. Además, inspiró a sus compañeros de clases para que consideraran el servicio misionero. Uno de ellos dijo: “El ciertamente fue una de las personalidades más fuertes que jamás haya conocido, e imprimió carácter al resto de nosotros en la universidad. Siempre sentí que él estaba hecho del mismo material que los mártires.”
Para el tiempo de la graduación, Borden rechazó algunas ofertas de trabajos altamente remunerados. En su Biblia, él escribió dos palabras más: “Sin retiradas.” Finalmente, el sueño de William Borden se estaba haciendo realidad, mientras navegaba hacia la China. Debido a que esperaba trabajar con musulmanes, se detuvo primero en Egipto para estudiar árabe. Estando allí, contrajo meningitis vertebral. Al cabo de un mes, William Borden, de 25 años de edad, murió. Las noticias de su muerte provocaron una ola de tristeza alrededor del mundo. Cuando se leyó su testamento, se descubrió que había dejado toda su fortuna, más de un millón de dólares, a la causa de Cristo. ¿Fue la muerte anticipada de Borden un desperdicio? No en el plan de Dios. Antes de su muerte, Borden había escrito dos palabras más en su Biblia. Debajo de las palabras “Sin reservas” y “Sin retiradas,” él había escrito: “Sin lamentaciones.”
Esta la clase de determinación y la esperanza que nos mantiene y sostiene desde el principio hasta el final de nuestra jornada terrenal y celestial, sin reservas, sin retiradas, sin lamentaciones.
Oración:
¡Gracias Padre porque por amor me fijaste el propósito eterno de llegar a ser tu hijo! Por fe acepto estas verdades y por fe camino cada día, sin retiradas. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
La carrera del cristiano nacido de nuevo no es una competencia olímpica, sino una carrera de perseverancia, resistencia y gratitud.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo? 

jueves, 20 de abril de 2017

La esperanza: ¡Un rayo de luz en las tinieblas!

Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Salmo 119:81-88
Estoy agotado de tanto esperar a que me rescates pero he puesto mi esperanza en tu palabra. Salmo 119:81 (NTV)

Alguien dijo: El fuego del sufrimiento hace brillar el oro de la esperanza.
Una de las obras maestras del arte es el cuadro del pintor y escultor inglés George Frederic Watts (1817-1904) que se exhibe en la galería de arte de Londres, y cuyo título está compuesto de dos palabras: La esperanza. Es una joven muy bella sentada sobre el globo terráqueo, en sus manos tiene un laúd cuyas cuerdas están rotas, menos una. Sus ojos están vendados pero sus delicados dedos se posan sobre la única cuerda que no está rota; ella inclina graciosamente su cabeza sobre el laúd, como si estuviese presta a captar la nota que ha de emitir la cuerda. En la concepción del artista, la esperanza es aquello que el ser humano nunca debe perder.
Pues bien, en la estrofa del canto del Salmo 119 que estamos considerando en nuestra meditación de hoy, el salmista –posiblemente el rey David- muestra que está rodeado de enemigos, él ha confiado su aflicción a Dios, y para ello, utiliza imágenes  muy expresivas: “Estoy agotado de tanto esperar a que me rescates pero he puesto mi esperanza en tu palabra” (v.81); el salmista ha estado deprimido y dice: “Estoy arrugado como un odre viejo pero no me olvidé de obedecer tus decretos” (v.85).
En efecto, en medio de aquella oscuridad, un rayo de luz penetra iluminándolo todo: Es la esperanza, y precisamente, esa esperanza es la Palabra de Dios: “He puesto mi esperanza en tu palabra (…) pero no me olvidé de tus decretos (…) todos tus mandatos son confiables (…) pero me negué a abandonar tus mandamientos”, el salmista parece decirnos: ¡No importa el tamaño del problema, sino el tamaño del Dios en el cual he creído! ¡Dios es quien la Palabra dice que es; Dios puede hacer lo que la Palabra de Dios dice que puede hacer! ¡Yo soy quien la Palabra de Dios dice que soy: Un hijo de Dios!, por lo tanto, confiando en su Palabra: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Aunque los problemas estén allí, y a veces, mis emociones me traicionen, no me dejaré dominar de ellas, sino que haré, lleno de fe, esperanza y amor, ¡que la Palabra de Dios siga viva y activa en mí! Todavía espero escuchar el precioso sonido de la última cuerda: La voluntad de Dios. Pase lo que pase: “… entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta” (Romanos 12:2b).
La esperanza es un rayo de luz en medio de las tinieblas; es una continua expectación de que lo mejor está en el horizonte, y la Biblia llama a esta virtud “la bendita esperanza”; no se nos ha prometido a los cristianos nacidos de nuevo que viviremos en un lecho de rosas, y debemos echar bien fuera de nosotros, por inútil, la duda que nos lleva a la desesperación, al temor y a la depresión; como le escuché decir al admirado hermano Adrian Rogers en medio del sufrimiento de su enfermedad, que finalmente lo condujo a la muerte: “El pesar mira hacia atrás, la preocupación mira alrededor, pero la esperanza mira hacia arriba”.
El proceso natural del cristiano nacido de nuevo y su vida normal en el camino hacia lo eterno no es ir de placer en placer, de prosperidad en prosperidad -puesto que son temporales y que el mundo nos promete-, sino de esperanza en esperanza; ciertamente “la fe, la esperanza y amor vivirán para siempre con nosotros”, pero la mayor de estas virtudes es el amor (1 Corintios 13:13). En cuanto a Dios, Él es amor (1 Juan 4:16), y en medio de nuestras luchas aquí, nunca volteará su rostro, si le buscamos, porque un rayo de luz nos iluminará para siempre: la esperanza. Así, concluye el salmista: “En tu amor inagotable, perdona mi vida; entonces podré continuar obedeciendo tus leyes” (v.88).
Oración:
SEÑOR, creo en ti cuando el sol brilla, pero también creo en ti en medio de las tinieblas de la vida, porque sé que enviarás un rayo de esperanza. Ayúdame a perseverar en medio de la prueba, y con ello ser la esperanza contagiosa de los otros. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
El fuego del sufrimiento hace brillar el oro de la esperanza.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo? 

miércoles, 19 de abril de 2017

Entre la soledad y la esperanza

Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Salmo 71:1-9      
No me deseches en el tiempo de la vejez; cuando mi fuerza se acabe no me desampares. Salmo 71:9 (RV60)

Estoy en mi oficina; escribo y escribo emocionado la última parte de mi próximo libro. Pongo una idea, la estudio, la dejo o la borro. Empiezo de nuevo. Hoy estoy decidido a terminar con ese libro de una vez por todas, antes de mi cumpleaños que se aproxima. Y hasta… cosa rara en mí, cancelé mi almuerzo y me quedo trabajando, no debo perder ni un minuto, la editora me ha dado un plazo y debo cumplirlo. En eso, suena el teléfono, no lucho por contestarlo o no, porque hasta mi familia sabe que siempre respondo a cualquier llamada y a cualquier hora. Atiendo, al otro lado de la línea habla una mujer, en inglés. Me pregunta que si es la Iglesia Bautista Emanuel de Toronto, le digo que sí, “por favor -me dice-, ¡quiero hablar con el pastor!”, -pienso que esa será mi oportunidad para decirle que soy el pastor de la iglesia hispana y que no hablo bien el inglés como para darle consejería-, pero ella no me suelta: “Pastor, ¿qué cree usted sobre la salvación?” Le respondo que la salvación es una experiencia espiritual, que la Biblia llama el nuevo nacimiento, venimos a este mundo con la vida humana que es temporal, y necesitamos una nueva vida que la que Dios nos da por medio de JESÚS. Me responde “¡qué precioso, cuán grande es la gracia de Dios!”; luego dijo, “nací de nuevo hace más de sesenta años…, pero tenía otra pregunta, y otra más… “Pastor, ¿cree usted en la Segunda Venida de Cristo? Como ese es uno de mis temas favoritos se lo explico con mucho gozo: ¡Si mi amada hermana, JESÚS viene otra vez, como lo prometió! Él mismo dijo que volvería… Ella no deja que termine y exclama: “¡Gloria a Dios!”, y entonces ella me declara con mucha sinceridad, lo que yo pienso la motivó a llamarme: “¿Sabe pastor? mi esposo y yo estuvimos casados por más de cincuenta años, murió hace veintiún años…, siempre, después del almuerzo nos sentábamos a hablar de la Biblia, y sobre todo, de la Segunda Venida de Cristo…Hoy, en esta tarde, me sentí tan sola…, abrí la guía telefónica en busca de una iglesia, y llamé…, ¡y ya ve, me sale usted y ahora me doy cuenta de que no tengo por qué temer a la soledad, porque mi Señor está conmigo a través del Espíritu Santo, y un día, muy pronto, vendrá por mí…”.
No hablamos más, le dije que iba a orar… “Sí pastor” -me respondió- me llamo Dorothy”. Así lo hice. Cerré el teléfono y me di cuenta, una vez más, que como yo, ella también vive, entre la soledad y la esperanza, y nunca, aunque seamos viejos según la carne, Dios nos dejará; somos sus hijos y Él nos trata con ternura, y por eso, podemos afirmar con el salmista: “No me deseches en el tiempo de la vejez; cuando mi fuerza se acabe no me desampares” ¡Él cumplirá Su promesa!
Oración:
Amado Padre Celestial:
Cuán preciosa es tu Palabra que nos anima, exhorta y pone alas a nuestra esperanza. Bendito seas por hacerla ancla segura en medio de las tormentas de la vida y luz en medio de la oscuridad. Ayúdame para que la Biblia, tu santo Libro, continúe siendo en mí la única fuente segura, y alimento para mi alma y mi espíritu. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Cuando JESÚS entra a tu corazón como lo dice la Palabra de Dios, ¡con Él llega la esperanza y nunca más estarás solo!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

martes, 18 de abril de 2017

Crisis de esperanza

faular@hotmail.com
Martes, 18 de abril de 2017
Lectura devocional: Romanos 12:1-12

Los vaticinios para este año y el próximo son tan oscuros como lo han sido siempre en el largo camino que la Humanidad ha recorrido. El ser humano en su afán por explorar los misterios del futuro, por penetrar lo desconocido y saber cómo será el mañana, ha cometido muchísimos errores, y para decirlo coloquialmente: ¡No ha acertado ni con una! Se repiten los tópicos: el fin del mundo en mayo del 2011 -dicen algunas sectas del cristianismo-. Se terminará el 21 de diciembre de 2012, porque desde esa fecha el calendario maya lo predice, dicen otros. ¡Todas esas fechas, vinieros y se fueron, y aquí estamos! Con esos mismos vaticinios han fallado los famosos Testigos de Jehová varias veces, y también algunos otros de la teología del miedo.
Pues bien, toda esta angustia cósmica a que estamos sometidos, levantamiento de los pueblos en el norte de África, la represión de los dueños del poder contra los manifestantes, la reacción de la comunidad internacional ante estos hechos; el incremento del terrorismo en cualquier parte del mundo; la debacle financiera de las principales economías; el incremento de gobiernos corruptos que frenan la libertad y prosperidad de las naciones que gobiernan en su vano intento de destruir la esperanza de sus conciudadanos a ser verdaderamente libres; los millones que mueren de hambre; el retorno de enfermedades y epidemias que creíamos vencidas; la inseguridad social: uno sabe que sale pero no sabe si regresa vivo a casa, porque los delincuentes están al asecho; crisis de valores; desmoronamiento de los matrimonios y las familias y otras instituciones tradicionales. Como lo hemos afirmado, todas estas situaciones producen en nosotros una crisis de esperanza.
Existe por decirlo de alguna manera, un debilitamiento y vacilación en las convicciones, y no se ve a corto plazo una renovación de los valores que nos han sostenido por siglos. La situación personal, nacional o planetaria nos agobia. No se trata de que peligre nuestra vida, sino la vida en sí misma. Esto nos lleva a una sensación de vacío, de cansancio; estamos simplemente agotados antes de hacer nada. En lugar de vivir, sobrevivimos. Sin duda, tenemos una crisis de esperanza.
Afortunadamente, el Hacedor del ser humano tiene un plan para nosotros, comenzó en la eternidad pasada, existe en el presente, y se proyecta a un fabuloso futuro. Dios nos creó para Él, y como decía San Agustín: “Oh Dios, nos has hecho para ti, y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descanse en ti…”.
Así como los árboles lucen secos, como esqueletos emblanquecidos en el duro invierno, reverdecen ante la inminencia de la primavera. El Dios invisible, pero presente, es según el apóstol Pablo, “la esperanza de gloria”… Dios nos ha preparado para salir airosos a pesar de los sufrimientos, las circunstancias adversas y de nuestras lágrimas. Si la angustia es la realidad de un mundo injusto y sin remedio, la esperanza de Dios es la salvación posible en cualquier instante; la salvación es el regalo que Dios nos hace; así podemos realizar el verdadero propósito de vivir en este mundo y mas allá de esta vida humana; sí efectivamente, esta es una invitación a nacer de nuevo, para poseer una fuente inagotable, y entre otras bendiciones, la esperanza: “Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado” (Romanos 5:5 NVI).
De esta manera, la esperanza en el cristiano no entra en crisis por las circunstancias inmediatas, sino que está siempre presente y se agiganta por encima de ellas, porque se fundamenta en la fe inconmovible de un Dios inmutable, siempre dispuesto a cumplir sus promesas, y con la certeza como en todas las virtudes espirituales, la esperanza vive en nosotros: “Alégrense por la esperanza segura que tenemos. Tengan paciencia en las dificultades y sigan orando.” (Romanos 12:12, NTV). La esperanza en el cristiano, nacido de nuevo, no es algo que posee, sino Alguien quien vive en él: ¡JESÚS! Así podemos enfrentar con éxito la crisis de esperanza.
Oración:
Amado Padre Celestial:
Así como el sembrador planta la semilla esperanzado en su multiplicación al final de la cosecha, igualmente, ayúdame a descansar en ti y haz que mi esperanza sea viva y creciente. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
La esperanza es confiar que lo que Dios me promete en Su Palabra, lo cumplirá.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

lunes, 17 de abril de 2017

El triunfo de la esperanza

Francisco Aular
faular @hotmail.com
Lectura devocional: Colosenses 1:24-29
Es Cristo en vosotros la esperanza de gloria. Colosenses 1:27b. (RV60)

El cristiano que ha depositado en JESÚS su única esperanza de salvación, no marcha hacia la muerte, sino a la vida. La esperanza tiene una propiedad purificadora, porque mediante ella aprendemos, no sólo a existir, sino a vivir; no sólo a gustar, sino a saborear; no sólo a tocar, sino a sentir; no sólo a mirar, sino a observar; no sólo a oír, sino a escuchar; no sólo a escuchar, sino a entender; no sólo a pensar, sino a investigar; no sólo a hablar, sino a producir. Como consecuencia, la noche, el frío y la escarcha nunca se ponen sobre nuestra esperanza. ¡Eso sí!, como todos los dones y virtudes de Dios en nosotros, estos son usados y desarrollados de dentro hacia afuera, Dios nos los dio y es nuestra responsabilidad usarlos.
Lo peor que le puede suceder a cualquier ser humano es la muerte, pero, el verdadero hijo de Dios tiene la esperanza de la resurrección. El cristiano nacido de nuevo es realista y ve este mundo y sus millones de habitantes tal y como JESÚS los ve, necesitados de amor, fe y esperanza. Cuando los seres humanos se sienten sin esta esperanza, les aterra morir. Algo les dice que no están preparados para morir, pero el cristiano nacido de nuevo no cambiará nunca lo temporal por lo eterno, tampoco, anhela quedarse en este mundo imperfecto porque Dios ha puesto en su corazón que existe un lugar mejor para él: No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar. Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté (Juan 14:1-3; NVI).
Por eso,  la tumba no es el final para el que ha puesto su esperanza en JESÚS, como no lo fue para Él. ¡Este es el pensamiento que cubre todo el Nuevo Testamento! Aparte de la gran lección que encierra la vida humana de JESÚS, desde su encarnación hasta el triunfo de su resurrección, está también la esperanza con que se lanzaron a la conquista de un mundo adverso al Mensaje de la cruz, sus primeros discípulos, los apóstoles. En efecto, los apóstoles temerosos el día de la crucifixión, mantuvieron un bajo perfil, de repente, vieron a JESÚS resucitado. La fe de aquellos hombres y mujeres que caminaron y comieron en compañía de JESÚS viviente se fortalece, y desde entonces, nada ni nadie, los pudo detener. Unido a todo esto, está la esperanza de la Segunda Venida de JESÚS, mientras tanto, alienta saber que JESÚS ya vive por la fe en todo hijo de Dios. El saberlo lo llena de esperanza.
Por consiguiente, la Biblia dice: Es Cristo en vosotros la esperanza de gloria (Colosenses 1:27b.). Siendo así, no existe desesperación humana, por grande que parezca, que el verdadero discípulo del Señor no encuentre que su esperanza triunfe sobre ella. No existe dolor humano que no se redima por el triunfo de la esperanza. No existe pecado tenebroso o sutil que no sea al final vencido por el triunfo de la esperanza. No existe tormenta por fuerte y oscura que sea, que impida que nos orientemos por el triunfo de la esperanza como un faro luminoso al final del camino. ¡No hay lugar para la derrota, sino para el triunfo!
Hubo en el Antiguo Testamento, un profeta que era poeta, el escribió una de las oraciones más hermosas que tenemos en  la Palabra Dios. El profeta le cantó al triunfo de la esperanza:
Aunque la higuera no dé renuevos, ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos;  aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos; aun así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en Dios, mi libertador! El Señor omnipotente es mi fuerza; da a mis pies la ligereza de una gacela (Habacuc 3:17-19).
Invitación:
¿Quieres poseer esta esperanza? Te es necesario nacer de nuevo y ser salvo. La salvación es el regalo del amor de Dios por el pecador. Pero no se aplica al pecador en forma universalista o automática: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos (Mateo 7:21; RV60). Es necesario hacer una decisión y una invitación para que el SEÑOR perdone tus pecados, te salve y more en ti para siempre. Si has comprendido lo que hemos estudiado hoy y nunca has hecho esta decisión, este es el preciso momento para aceptar este amor de Dios en tu vida, ¿te gustaría aceptar el regalo de la vida eterna en JESÚS y confiar únicamente en Él para la salvación, como dice su Palabra? Si es así, ora conmigo…
Oración:
“Señor JESÚS, gracias por amarme, vengo ahora delante de Ti sabiendo que soy un(a) pecador(a) y que Tu moriste por mí. Ahora mismo me arrepiento de todos mis pecados y recibo con todo gozo el regalo de Tu salvación, y te confieso como mi Señor y Salvador. ¡Gracias JESÚS por esta salvación y ayúdame a serte fiel! Amén.[i]
Perla de hoy:
La esperanza en sí es medicina para nuestro ser, ¡usémosla!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

[i] Si has hecho esta oración con sinceridad y de corazón… ¡Bienvenido a la familia de Dios! Esto es apenas el comienzo de la verdadera razón de por qué, estás en la tierra. Si quieres unirte a mi grupo discipular en internet, y estudiar conmigo un material de discipulado inicial, escríbeme a faular@hotmail.com