Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Salmo
46:1-11
El Señor Todopoderoso está con nosotros;
nuestro refugio es el Dios de Jacob.
Salmo 46:11 (NVI)
Teníamos en aquellos días, una preciosa juventud asistiendo
a la iglesia, eso era durante mi primer pastorado, yo tenía entonces 27 años.
Era joven, así que desafié a la juventud a subir una pequeña montaña muy cerca
de la ciudad. Jóvenes al fin, ¡aceptaron el desafío llenos de entusiasmo e
ilusión! La idea era subir la montaña el viernes por la tarde, dormir allí y
luego descender el día sábado por la tarde. Eso sí, todos debían llevar sus
Biblias e instrumentos musicales. Con mucho ánimo emprendimos la subida, no era
tan fácil como se veía desde lejos. De repente, toda la montaña se oscureció,
una tormenta nos amenazaba. Pensé, si nos mojamos, nos enfermaremos sin
remedio. Hice una de mis oraciones de emergencia: “¡Padre, tú eres nuestro
refugio espiritual pero encuéntranos uno físico, por favor!” Nuestro guía, un
joven explorador, exclamó: “¡Allí está un refugio!”, corrimos y llegamos justo
a tiempo. Conquistamos la montaña, y dormimos en la cumbre.
Pues bien, “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones”
(Salmo 46:1 RV60). Ciertamente, Dios es una morada segura en las tormentas de
la vida. Se dice que el promedio actual de longevidad es de 25.550 días. ¿Qué
podemos hacer en tan breve paso por esta vida temporal? Como dice la Biblia, en
el Salmo 90: “Mil años delante de tus ojos son como el día de ayer”, para Dios
no existe el tiempo, en comparación con Él, vivimos aquí nosotros, nada más que
¡veinticuatro horas¡ Para los incrédulos el tiempo se mueve entre los extremos
que van desde la cuna hasta la tumba. “Un poquito de tierra encima y todo se
acaba”, dicen algunos, otros añaden: “El mundo se acaba para el que se muere”,
con tales criterios, uno pensaría que viven de otra manera, pero no es así, disfrazan
el morir de muchas maneras, y hacen lo posible por hacerse la idea de que
vivirán aquí para siempre. Moisés, nos advierte sobre la brevedad de nuestra
vida aquí en la tierra. La vida es como “una de las vigilias de la noche”
-sabemos que según el pensamiento hebreo, la noche tiene cuatro vigilias de
tres horas cada una- y sigue diciendo: “Los arrebatas como con torrentes de
aguas…”, la idea sugiere, la precipitación como caída, la rapidez y la
fugacidad como se marcha.
Pues bien, vivimos
mi familia y yo, a hora y media de esa gran maravilla llamada las Cataratas del
Niágara, y no me canso verlas, de respirarlas, de oírlas. No importa la
estación del año, siempre son bellas. Ochocientas toneladas de agua por segundo
se desprender de una manera maravillosa; en días soleados se forman arcoíris a
su alrededor, y éstos aumentan la belleza ante nuestros ojos. Bueno, el ser
humano es como una gota de agua de ese torrente majestuoso. Como lo dijo el
poeta Jorge Manrique en sus Coplas:
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar a la mar,
que es el morir…
Sin embargo,
nuestro Dios es el refugio del alma. Como seres humanos, algún día vendrá la
aurora en la cual traspasaremos el umbral del más allá, de la muerte, pero como
en el torrente del Niágara, el arcoíris de la esperanza de la resurrección, nos
dará la bienvenida al maravilloso futuro que nos espera por haber puesto toda
nuestra confianza en JESÚS, y haber vivido para Él. Para el cristiano nacido de
nuevo, esta vida es solamente un ensayo de la verdadera vida que es para
siempre al lado de nuestro amado Señor y Salvador JESÚS: “Yo soy la
resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan
11:25).
Encontramos en la
historia, ilustraciones muy hermosas de lo que estamos afirmando en este
devocional. Se nos cuenta que en 1940 la tragedia se cernía sobre Europa, y
Hitler se disponía a lanzar su gran ofensiva militar, entonces el rey Jorge VI
de Inglaterra –sí, el mismo que años después invitaría a orar a todo el imperio
británico y los nazis no pudieron avanzar hacia ellos- llamó a la oración e
igualmente él mismo escribió una, que dio ánimo a su pueblo: “Dije al anciano
que cuidaba la puerta del año nuevo: “¡Dame, te pido, un camino y una luz para
el camino!”, y el anciano que cuidaba la puerta del año nuevo me respondió:
-Penetramos en las
tinieblas. Pon tu mano sobre la mano de Dios y Él será para ti mejor que un
camino y más que una luz para ese camino,” porque: “El Señor Todopoderoso está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de
Jacob.” (Salmo 46:11,NVI).
Oración:
Amado Padre Celestial:
Muchas son
las pruebas y tribulaciones que me rodean. Hoy pongo mi confianza en ti porque
eres mi refugio eterno. Contigo no hay tormenta que pueda amenazarme y que no
podamos enfrentar los dos. Ayúdame a poner mi mirada en ti y a ver los arcoíris
de esperanza de que mi triunfo y victoria final son seguros. En el nombre de
JESÚS. Amén
Perla de hoy:
Cuando Dios es nuestro refugio estamos
preparados para morir y también para vivir.
Interacción:
¿Qué me dice Dios
hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna
promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna
lección por aprender?
¿Existe alguna
bendición para disfrutar?
¿Existe algún
mandamiento a obedecer?
¿Existe algún
pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento
para llevarlo conmigo?