miércoles, 2 de noviembre de 2016

Castillo fuerte es nuestro Dios (3)

Francisco Aular
faular @hotmail.com
Lectura devocional: Romanos 1:1-17      
Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá Romanos 1:17 (RV60)
Lutero hizo mucho uso de la música como parte de la liturgia evangélica, y como lo dice el especialista y músico Cecilio McConnel en su libro “Comentario sobre los himnos que cantamos”: “Martín Lutero fue una de las figuras más sobresalientes en la historia de la iglesia cristiana. Su influencia en el himno también era descollante. Cuando el apareció, el canto cristiano estaba en el nivel más bajo. Los pocos himnos eran cantados por personas eclesiásticas especializadas en un idioma que la mayoría de la gente no entendía (…) Lutero insistió en que tenía que ser en el idioma del pueblo y que toda la congregación cantase su regocijo en el Señor…”. Martín Lutero fue también un poeta y escritor de muchos himnos, uno de ellos es considerado el himno nacional del pueblo evangélico, me refiero a “Castillo fuerte es nuestro Dios”, porque entre otras cosas, gracias a su amigo el elector Federico el Sabio de Sajonia, señor de Wittemberg dentro de cuya jurisdicción vivía Lutero, lo salvó de las garras de sus enemigos que querían matarlo, como lo habían hecho cien años antes con Juan Huss.
También Lutero sabía que su verdadero enemigo era el mismo Satanás. En efecto para JESÚS, Satanás es el enemigo de Dios, el Diablo, es una realidad bíblica muy poderosa que influye en los seres humanos, los gobiernos, las naciones y el mundo. Así lo refleja el relato de la tentación en el desierto y la victoria del Señor JESÚS sobre Satanás (Mateo 4:1-11). Igualmente Pablo, escribre sobre esta influencia satánica en nuestro entorno:  Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” (Efesios 6:14, RV60) ¿Qué puede hacer un cristiano nacido de nuevo con esto? Martín Lutero, encontró la respuesta en el Salmo 46:1-3 y nos legó su himno: Castillo fuerte es nuestro Dios:
Castillo fuerte es nuestro Dios,
Defensa y buen escudo;
Con su poder nos librará
en todo trance agudo.
Con furia y con afán
acósanos Satán;
Por armas deja ver
astucia y gran poder;
Cual él no hay en la tierra.
Pero la segunda estrofa, nos presenta a Jesús el verdadero triunfador:
Nuestro valor es nada aquí,
Con él todo es perdido;
Mas con nosotros luchará
de Dios el Escogido.
Es nuestro Rey Jesús,
el que venció en la cruz,
Señor y Salvador.
Y siendo solo Dios,
Él triunfa en la batalla.
Apasionado como era Martín Lutero toma su laúd, instrumento musical que dominaba a la perfección, presentó su composición -y con aquella voz que tanto le había dado de comer en su días de estudiante- y que sus contrarios la habían oído en la Dieta de Worms, cuando exclamó: “No puedo, ni quiero retractarme de cosa alguna, pues ir contra la conciencia no es justo ni seguro. Dios me ayude. Amén”.
Por el contrario, hoy en día algunos teológos  ya no creen en la realidad de la existencia de Satanás y sus demonios, el enemigo los ha vencido convenciéndolos que él no existe, ciertamente, el maligno no está contento cuando estamos firmes en la Palabra de Dios, porque ha sido juzgado precisamente por el triunfo definitivo de la Biblia: 
Y si demonios mil están
pronto a devorarnos,
No temeremos porque
Dios sabrá como ampararnos.
¡Que muestre su vigor
Satán y su furor!
Dañarnos no podrá,
pues condenado es ya
Por la Palabra Santa.
Martín Lutero, al igual que otros héroes de la fe, nos dejó un gran legado que los evangélicos modernos no debemos echar al olvido. El mismísimo Papa Juan Pablo II pidió perdón ante las injusticias que se hicieron con aquel monje que leyendo la Escritura descubrió lo que Pablo ya había escrito 1.500 años antes, que nuestra justificación delante de Dios es solamente por fe, Martín Lutero lo subrayó en su Biblia cuando escribió: “Sola fide”, solamente por fe. No convirtamos el glorioso evangelio que costó sudor, lágrimas, sangre y muerte a muchos amados para que nos llegara a nosotros, en una fórmula mágica para triunfar en este mundo material y por lo tanto, temporal. No me canso de decirlo, Jesucristo no dejó su Gloria para que yo viva un evangelio de pura oferta y fácil, Martín Lutero pagó un precio en sus días: Se alejó de Roma que representaba para él todo en esta vida y se acercó a Dios, aceptó la salvación como un regalo, mantuvo la fe y triunfó. Tú y yo tenemos que dejarle a la futura generación, al salir de este mundo, lo único que también nos podremos llevar al salir de él, la “herencia incorruptible” de la salvación por fe. No puedo imaginarme siquiera lo que diría Lutero al ver cómo algunos líderes ecuménicos del mundo protestante de hoy, quizás vayan a celebrar los 500 años de su Reforma Protestante, en compañía del Papa…, por ello, creo que el versículo que le habló a Martín Lutero, también nos habla hoy: “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17, RV60).
Aquí concluyo, hace pocos años anduve por Andalucía, en España. Visité los lugares de los juicios, torturas y muerte a tantos creyentes evangélicos tanto en España como en la América Latina que murieron en la llamada Santa Inquisición, uniéndose a los miles de muertos Protestante de Europa. Al entrar a esos lugares y ver el instrumental diábolico que los verdugos usaron… La piel y el corazón hace que salga un clamor solidario por aquellos despojados de sus vidas,  y el fanatismo de una religión cuando se une al estado para violentar lo más grande que el ser humano posee, su libertad para buscar y adorar a Dios, según su conciencia. Entonces a 500 años de la Reforma Protestante, le damos un justo homenaje al hombre que Dios usó para cambiar la historia moderna: Martín Lutero y sus 95 tesis. Sin rencores pero como testimonio a esos héroes de la fe, no debemos olvidarlos. Se cumplió en ellos, la última estrofa del himno, Castillo fuerte es nuestro Dios:
Esa palabra del Señor,
Que el mundo no apetece,
Por el Espíritu de Dios
Muy firme permanece.
Nos pueden despojar
De bienes, nombre, hogar,
El cuerpo destruir,
Mas siempre ha de existir
De Dios el reino eterno.
(Himno 26, Himnario Bautista, CBP 1994)
Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
Gracias por llamar y sostener a los hombres y mujeres que han hecho posible que la salvación por fe, nos llegara para cambiar nuestro destino y transformarnos en tus hijos. Ayúdame a manter esta herencia incorruptible hasta mi salida de este mundo. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
“Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17, RV60).
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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