Francisco Aular
Lectura devocional: Marcos 6:45-52
Los discípulos, al verlo caminar sobre el
agua, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar, llenos de miedo por
lo que veían. Pero él habló en seguida con ellos y les dijo: “¡Cálmense! Soy
yo. No tengan miedo”. Marcos 6:49,50
(NVI)
Los
discípulos de JESÚS eran hombres rústicos, pescadores de oficio en su mayoría,
sin duda, a muy pocas cosas le tenían miedo. Pero, ¿quién no ha conocido
momentos de angustia y miedo en la vida? ¿Qué hacer entonces cuando miras a tu
alrededor y los demás valientes están tan aterrado como tú? En esos momentos,
miramos al cielo y exclamamos a Dios: “Por favor, ayúdanos (…), porque toda la ayuda humana es inútil” (Salmo
60:11; NTV).
Imagínense la escena de la historia bíblica que nos atañe hoy. Los
discípulos habían presenciado el milagro que hizo JESÚS de alimentar a cinco
mil personas con la multiplicación de cinco panes y dos pescaditos, es decir,
la comida de un niño que había venido para ver al SEÑOR. Después de todo eso,
hizo que sus discípulos subieran a la barca para cruzar a la otra ribera,
mientras Él despedía a la multitud, y pasaba unas horas en oración, en comunión
con su Padre Celestial, como era su hábito devocional. Cuando llegó la noche,
la barca estaba en medio del mar y el SEÑOR en la playa. Eran las tres de la
madrugada y, ¡de pronto llega una tempestad!, con “un viento que les era
contrario”, se fatigaban remando pero no lograban avanzar. Las olas se hicieron
gigantes, y la pequeña embarcación pareció zozobrar…, allí están sin fuerzas y
sin esperanza; entonces, en medio de la tormenta y caminando sobre las crestas
de las olas, ¡aparece JESÚS!, quien prueba la fe de ellos: ¿seguirá el SEÑOR
hasta la otra ribera, dejando a sus discípulos en la angustia de la negra
noche? No. Aquellos hombres curtidos y de mar, no dan crédito a lo que ven y
piensan que es un fantasma, y empiezan a gritar. ¡Verdaderamente, la memoria
corta de los discípulos permite preguntarnos, ¿se han olvidado del milagro de
los panes y los peces? ¿Se han olvidado que hacías pocos meses o tal vez días,
JESÚS había reprendido al viento y al mar y se había hecho una gran bonanza?
(Marcos 4:39). Pero lo cierto es que, en esta ocasión están espantados; claman
a voces. JESÚS sin dirigirles ningún reproche por su falta de fe y mala
memoria, de inmediato, hace cesar el temor de ellos, al decirles: “¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo.” Entonces,
sube a la barca y se calma el viento. ¡Todo es diferente cuando JESÚS está
presente!
Actualmente, vivimos momentos muy angustiosos como cristianos nacidos
de nuevo, y como Iglesia del SEÑOR en medio de un mundo adverso. JESÚS nos
dijo, de manera clara, que como cristianos tendríamos problemas en este mundo:
“Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo
he vencido al mundo” (Juan 16:33b; NTV). De este mismo pensar fueron los
apóstoles, entre ellos, Pablo, quien escribió: “Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas
y no durarán mucho tiempo. Sin embargo, ¡nos producen una gloria que durará
para siempre y que es de mucho más peso que las dificultades!” (2 Corintios
4:17; NTV). En efecto, nadie puede vivir esta vida humana sin enfrentar la
angustia, la tristeza, las aflicciones, sufrimiento y problemas, sin embargo,
todo esto lo utiliza Dios para llevarnos a un nivel superior en nuestro
crecimiento en la vida cristiana, hacia la madurez, y cuando vemos las
dificultades que se nos presentan con los ojos del SEÑOR: “Y sabemos que Dios
hace que todas las cosas cooperen para el bien de los que lo aman y son
llamados según el propósito que él tiene para ellos” (Romanos 8:28; NTV).
Ahora bien, a los discípulos de JESÚS les correspondió el honor de
hacer posible que el Evangelio nos llegara. Ellos pagaron el precio, pero,
tuvieron que aprender que en medio de las pruebas, su fe se acrisolaba y se
purificaba, simplemente, porque JESÚS iba con ellos, y aún, al sufrir martirios
y la muerte del SEÑOR, todo ello sirvió para transformarlos en seres humanos
extraordinarios como la historia nos los hace conocer. Ciertamente, ¡JESÚS va
con nosotros en esta barca débil que es la vida humana que poseemos!; no
importa el tamaño del problema sino el tamaño de nuestro Dios. Esto nos
garantiza con certeza, el hecho de
que en nuestras vidas humanas, siempre tendremos: Angustia y Consuelo.
Oración:
Padre Celestial:
¡Gracias por cuidarnos y consolarnos en forma tan maravillosa! Tú
sabes que nuestra travesía, mientras llegamos a la otra orilla, está llena de
dificultades. Pero nos has prometido que vas con nosotros. Ayúdame SEÑOR a
comunicar tu Mensaje en medio de las crisis de este mundo. En el nombre de
JESÚS. Amén.
Perla
de hoy:
La
presencia de Dios con nosotros y en nosotros nos da su Consuelo en medio de la
angustia.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de
su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual
pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por
aprender?
¿Existe alguna bendición para
disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a
obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para
llevarlo conmigo?
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