Francisco Aular
faular@hotmail.com
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones
delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. (Filipenses 4:6 RV60). La oración eficaz del
justo puede mucho. (Santiago 5:16 RV60)
Eran más de la nueve de la noche, y llovía, como si toneladas de agua
cayeran sobre mi pequeño auto Renault 4. La visibilidad era muy poca en
aquella oscuridad. Iba despacio, y aún así, nos mecíamos dentro del
temporal en aquella peligrosa autopista Caracas-Valencia que habíamos tomado en
la ciudad La Victoria e íbamos a Maracay, la ciudad vecina en donde nosotros
vivíamos. Me acompañaba el hermano Jesús Bolívar, fiel compañero de viajes en aquellos
primeros años de mi cargo como Director del Departamento
de Evangelización de la obra bautista venezolana –el hermano Bolívar era hombre
enérgico y buen conversador, de unos sesenta años; había llegado a nuestra Iglesia
Bautista El Buen Pastor; se había convertido, e inmediatamente el Señor le
tenía destinado a una gran misión: movernos a la oración. En efecto, Dios le
había dado un crecimiento espiritual vertiginoso y también un amor especial y
fe por la oración-; mientras yo hacía un esfuerzo por ver la ruta, el hermano
Bolívar rompió el silencio y entonces, me dijo: “¡Pastor, los muchachos no
tienen nada para comer!”, él se refería al grupo de 18 jóvenes que estaban
evangelizando en La Victoria desde hacía dos semanas. Sin querer ser pesimista
sino realista, le respondí: “nuestra situación está como la carretera, sin
horizontes…”, él respondió a eso, “no diga eso amado pastor”, y añadió
enfático: “¡Nos queda el horizonte de la oración!”, y así fue. Oró, pidió la
cantidad de dinero que necesitábamos, y exactamente, un día después, la misma
cantidad que él había pedido en la oración, llegó. Debido a que Jesús Bolívar
oraba y Dios respondía, los jóvenes lo llamaron a partir de allí, el “motor”
Bolívar.
Hace
un tiempo, volví a leer la biografía de David Livingstone, el renombrado
explorador y misionero bautista del siglo XIX, me impacta
mucho su vida de oración, y sus últimos días en esta tierra. Livingstone estaba
muy enfermo. Él era un héroe en su país por la labor realizada como explorador
en África, con la cual ayudó y sentó las bases para terminar con el
tráfico de esclavos. Rehusó retornar a Inglaterra, y acompañado de sus
discípulos africanos siguió trabajando en su labor exploradora y misionera.
Había escrito su determinación con estas palabras: “Estoy dispuesto a ir a
cualquier parte siempre que sea hacia delante”. En aquel último viaje
permaneció en su tienda, mientras los que le acompañaban estaban ocupados
empacando sus pertenencias y preparando la partida, no querían molestarle
mientras oraba, porque acostumbraban decir, ya que se lo habían oído, “él
hablaba con su Dios”. Como la espera se prolongaba por mucho más tiempo de lo
habitual, el jefe del campamento asumió la
responsabilidad de ir a ver qué pasaba, inquieto, entró a la tienda y allí estaba
David Livingstone, muerto, arrodillado frente a su cama, y con las manos unidas
en actitud de oración.
Siguiendo
sus deseos, enterraron su corazón y vísceras en suelo africano, y embalsamaron
su cuerpo, el cual llevaron hasta la costa, y de allí, sus restos fueron
enviados a Gran Bretaña, y al recibirlos en suelo inglés, se le rindieron
diversos honores y con una honrosa ceremonia fue sepultado en la Abadía de
Westminster, adonde reposan los grandes de la nación. Sin duda, David
Livingstone había explorado y descubierto el horizonte de la oración.
Oración:
Amantísimo
Padre Celestial:
Hoy
toco los delgados hilos de tu omnipotencia, amor y sabiduría a través de mi
oración. Te doy gracias por todo lo que me has mostrado, a través de la vida y
obra de los hombres y mujeres de oración que estuvieron aquí antes que yo.
Ayúdame a serte fiel y a descansar completamente en ti. En el nombre de JESÚS,
amén.
Perla de hoy:
No
tienes por qué temer adónde vas, cuando sabes que Dios está en el horizonte.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su
Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda
aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento
para llevarlo conmigo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos tus comentarios