Francisco Aular
faular @hotmail.com
Lectura devocional:
Salmo 46
Dios es nuestro amparo y fortaleza,
Nuestro pronto auxilio en las
tribulaciones.
Salmo 46:1 (RV60)
Una de las razones por las que Martin Lutero se había hecho monje,
como muchos otros que han vestido los hábitos, fue el interés en su propia
salvación. Comenzó a trabajar en su salvación personal, pero mientras más
esfuerzos hacía para alcanzarla a través de sus buenas obras, más perdido se
sentía -no dudo que entre todos los documentos, teología, filosofía y los ritos
que tuvo que aprender, había estudiado también la Biblia en latín-, así terminó
sus estudios doctorales en teología en 1512, Lutero había usado su intelecto,
sus experiencias espirituales y las tradiciones en su larga búsqueda de una
verdadera fuente de autoridad espiritual, pero no la halló, fue entonces cuando
la encontró en las Escrituras. Por eso, en medio de los debates que lo acusaban
de hereje, y que sin duda, lo harían caer en manos de la temible Santa
Inquisición, se aferró a su Biblia. ¡Las Escrituras pasaron a ser su única
fuente de creencia y por ella estaba dispuesto a morir! Por eso dijo, que tanto
el Papa como los Concilios Generales podían errar, que solo las Escrituras eran
la verdadera autoridad, y que él reconocería que estaba en un error sólo cuando
se le convenciera de que lo que él creía era contrario a la Biblia y a la sana
razón.
Lutero nunca vaciló en cuanto a la importancia de la Palabra de
Dios, tampoco vaciló en su empeño de hacer que se tradujera al alemán, su
lengua materna. El latín era el idioma oficial de la religión, todo se hacía en
un idioma casi desconocido para el pueblo, pero, sin duda, una de las grandes
facetas de Lutero era la de escritor, así que, escondido en el Castillo de Wartburg, el reformador pasó por momentos de muchas aflicciones y pruebas,
sin embargo, no estuvo ocioso, escribió, casi, una docena de libros y tradujo
todo el Nuevo Testamento del griego al alemán, en solo nueve meses, años más
tarde hizo también la traducción completa de la Biblia de los idiomas
originales al alemán.
A la impresión y distribución de las Sagradas Escrituras, también
contribuyó otro alemán, Johannes Gutemberg quien inventó la imprenta, y así, el
primer libro que se imprime es precisamente, la Biblia. Desde aquel lejano día,
e impulsados años más tarde por las Sociedades Bíblicas, ¡el Sagrado Libro no
se ha dejado de imprimir y distribuir! Debo también dar crédito a las muchas y
excelentes versiones católicas, que, ¡por fin!, se distribuyen en gran manera,
cumpliéndose el sueño de Lutero y de los otros grandes reformadores
protestantes: ¡Por lo menos una Biblia debe estar en cada hogar! En mi caso, y
me emociono mucho al contarlo, un día, por cierto, Jueves Santo, tomé un
ejemplar de la Biblia que había sido dedicada a un primo mío, pero en la
misericordia de Dios conmigo, no era para él, sino para mí, así que la tomé en
mis manos y leyendo San Juan 17:20, ¡esa bendita Palabra habló a mi corazón,
tuve un encuentro con el Señor Jesucristo y nací de nuevo!, nadie me la
explicó, yo era solamente un joven de 17 años, pero el Espíritu Santo me guió y
me ha guiado no solo a oírla, leerla, estudiarla, memorizarla y meditarla, sino
también, a practicarla. Soy producto de lo que Dios ha hecho en la humilde vida
de un hombre de pueblo por el poder de la Escritura. Para mí, la Biblia es
mucho más que una guía doctrinal, toda ella es vida, produce la fe; produce
cambios en mí, con ella asusto al mismo diablo, aliento al enfermo, sana mis
heridas ya sean físicas, emocionales o espirituales, pero, por sobre todo,
mediante la Palabra y el Espíritu Santo, nací de nuevo. ¡Con esta Palabra vivo,
con esta Palabra muero!
Martín Lutero amaba la música y la poesía, y compuso una treintena
de himnos los cuales han consolado y estimulado al pueblo de Dios desde que él
los escribió y publicó. Uno de ellos es “Castillo fuerte es nuestro Dios”,
basado en el Salmo 46:1-3. Castillo fuerte es nuestro Dios, ha sido llamado la “Marsellesa” de los Protestantes,
el “Himno nacional de la obra evangélica”. Ciertamente, en las iglesias tradicionales evangélicas
las corales por muy grandes o pequeñas que sean, lo han incluido en sus
repertorios. Grandes músicos se han inspirado en la melodía de “Castillo fuerte es nuestro Dios”, entre ellos: Johann Sebastian Bach, Félix Mendelssohn, Giacomo Meyerbeer y Richard Strauss. He tenido el privilegio de oír este himno en las versiones que han hecho, los virtuosos y maestros pianistas, venezolanos: Aaron Espinoza y Eleazar Inciarte.
Sin duda este año “Castillo fuerte es nuestro Dios” sonará en
grande en la magna celebración de los 500 años de la Reforma Protestante. Me
encanta la versión que aprendí desde recién convertido, del gran teólogo,
pastor y poeta español, Juan Bautista Cabrera:
Castillo fuerte es nuestro Dios
Tr. J. B Cabrera
Martín Lutero
I
Castillo fuerte es nuestro Dios.
Defensa y buen escudo;
Con su poder nos librará
En todo trance agudo.
Con furia y con afán
Acósanos Satán,
Por armas deja ver
Astucia y gran poder;
Cual él no hay en la tierra.
II
Y si demonios mil están
Prontos a devorarnos
No temeremos, porque Dios
Sabrá cómo ampararnos.
Que muestre su vigor
Satán, y su furor
Dañarnos no podrá,
Pues condenado es ya
Por la Palabra Santa.
III
Nuestro valor es nada aquí,
Con él todo es perdido;
Mas con nosotros luchará
De Dios, el escogido.
Es nuestro Rey Jesús,
Él que venció en la cruz,
Señor y Salvador,
Y siendo él solo Dios,
Él triunfa en la batalla
IV
Esa palabra del Señor,
Que el mundo no apetece,
Por el Espíritu de Dios
Muy firme permanece.
Nos pueden despojar
De bienes, nombre, hogar,
El cuerpo destruir,
Mas siempre ha de existir
De Dios el reino eterno.
(Himno 26, Himnario Bautista, CBP 1994)
Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
Gracias
por darnos tu Palabra y hombres de fuego que la han hecho brillar a través de
los tiempos. Ayúdame a vivirla por el poder de tu Santo Espíritu. En el nombre
de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Dios
es nuestro “Castillo fuerte”, el lugar seguro cuando las tormentas de la vida
se agitan a nuestro alrededor.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
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