Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura
devocional: Eclesiastés 3:1-8
Hay una temporada para
todo,
un
tiempo para cada actividad bajo el cielo. Eclesiastés 3:1 (NTV)
Hace
un tiempo atrás, un joven miembro de nuestra iglesia, recién graduado de la
universidad, vino a mi oficina él quería saber cual sería mi consejo para
invertir su vida con propósito. Me alegré de tal disposición de aquel joven
sabio, le pedí que al siguiente día me trajera lo que llamamos una declaración
del propósito de su vida. Así lo hizo, al siguiente día, regreso con esta
propuesta: “Mi propósito en mi vida es amar y servir a Jesucristo, crecer y
madurar en mi fe en Él; no enredarme en los tropiezos que el enemigo de Dios me
ponga en el camino, fundaré una familia que le sirva y le honre, y mi lema
será: ser discípulo, de JESÚS, y hacer discípulos que hagan lo mismo con
otros.”
El
paso del tiempo, rápidamente puso 20 años de aquella entrevista con el joven, y
hoy él está cumpliendo su declaración del propósito de su vida. Nos vimos en
este verano, y ha sido hermoso comprobar que vive según lo que escribió aquel
día en mi oficina. Está felizmente casado, y tanto su esposa como él, sirven al
Señor en compañía de sus hijos. Cada vez que predica, y por su vida ejemplar,
muestra que JESÚS es su pasión y triunfo. ¡Alabado sea Dios que este hombre es
sabio en uso del tiempo que Dios le ha dado!
Plutarco,
decía: “Confía en el tiempo: es el más sabio de todos los consejeros.” Pero lo
importante no es cuánto tiempo viva, sino qué hago con los consejos que el
tiempo me da, mientras vivo; ¿le hago caso a ese consejero que al final todo lo
destruye con su paso?, ya sabemos que el tiempo perdido no puede ser recuperado
porque es como la crecida de un río que lo arrastra todo lo que encuentra a su
paso; y cuánto mas felicidad encontramos en una temporada más pronto pasa, así
el tiempo nos arrastra consigo ni siquiera es cortés para invitarnos a subir en
su carroza, ¡nacemos en ella!...¿Qué hacemos con el tiempo mientras estamos
aquí? ¿Lo malgastamos? ¿Lo minimizo con indolencia o frivolidad? ¿Lo dejo vacío
sin llenarlo con un propósito para vivir? O lo redimo con lo aconsejó el Apóstol:
“Andad sabiamente (…), redimiendo el tiempo.” (Colosenses 4:5 RV60) En efecto, Pablo
pensaba que esta vida era tan solo una temporada, y teníamos que aprovechar
cada oportunidad, para llenar nuestra vida con la visión y misión que Dios, nos
regalo al darnos
tanto la vida humana, como la vida eterna: “Pero mi vida no vale
nada para mí a menos que la use para terminar la tarea que me asignó el Señor
Jesús, la tarea de contarles a otros la Buena Noticia acerca de la maravillosa
gracia de Dios.” (Hechos 20:24 NTV)
Efectivamente,
el tiempo es el patrimonio que Dios no da generosamente, y Dios espera que lo
complazcamos a Él y no solamente a los demás seres humanos, mientras vivamos, y
en todo lo que hagamos con nuestra vida metida en el tic tac del reloj: “Trabajen
de buena gana en todo lo que hagan, como si fuera para el Señor y no para la
gente.” (Colosenses 3:23, NTV) Dios nos da un paréntesis de la eternidad para
vivir que se abre con nuestro nacimiento y se cierra con nuestra muerte. Así
que el “tiempo es oro” como alguien dijo. Sí, el tiempo es un tesoro, es
herencia de nuestro Padre Celestial, y solamente yo tengo, el derecho y deber
de manejarlo, invertirlo o redimirlo. Teniendo siempre en mente que existe un
tiempo para todo, como bien lo escribiera, hace tres mil años, el sabio
Salomón, en Eclesiastés 3:1-8 (NTV)
Hay una
temporada para todo,
un tiempo para
cada actividad bajo el cielo.
Un tiempo para
nacer y un tiempo para morir.
Un tiempo para
sembrar y un tiempo para cosechar.
Un tiempo para
matar y un tiempo para sanar.
Un tiempo para derribar y un tiempo para construir.
Un tiempo para
llorar y un tiempo para reír.
Un tiempo para
entristecerse y un tiempo para bailar.
Un tiempo para
esparcir piedras y un tiempo para juntar piedras.
Un tiempo para
abrazarse y un tiempo para apartarse.
Un tiempo para
buscar y un tiempo para dejar de buscar.
Un tiempo para
guardar y un tiempo para botar.
Un tiempo para
rasgar y un tiempo para remendar.
Un tiempo para
callar y un tiempo para hablar.
Un tiempo para amar y
un tiempo para odiar.
Un tiempo para la
guerra y un tiempo para la paz.
Oración:
Amado
Padre Celestial:
Las
horas, los días y los años se me han escapado como el agua entre mis dedos, sin
provecho ni bien para mí ni para otros. Te confieso que me ha faltado sabiduría,
o fuerza para redimir el tiempo. En esta hora te pido SEÑOR, que me des valor,
fe, esperanza y amor para ponerme sobre mis pies, asirme con fuerza de tus
manos, y salir a redimir el tiempo y contar a otros que tú eres el dueño de
todos nosotros, lo que tenemos y somos. Te lo pido en el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
Lo
importante no es cuánto tiempo viva, sino qué hago con los consejos que Dios me
da por Su Palabra, mientras vivo.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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