Francisco
Aular
faular@hotmail.com
Lectura
devocional: Hebreos 1:1-4
En estos postreros días nos ha hablado
por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el
universo. Hebreos 1:2
La Navidad está llena de recuerdos imborrables en mi espíritu, alma y
cuerpo. Sin embargo, me asombra el que una sociedad secular y global como la
que vivimos no haya acabado con el amor, la fe, la esperanza, y hasta con la
ilusión de estas fechas. El Señor nos dijo que no solo de pan y del
bienestar material vivirá el ser humano. Porque el ser humano además de cuerpo
y alma es también espíritu, y por eso, aunque sea de
manera superficial, necesita alimentarse de una fiesta del
espíritu, como lo es la celebración de la verdadera Navidad. La Navidad nos
lleva al relato bíblico y nos pone en contacto con los secretos de Dios para
salvar al pecador y volverlo a una relación con Él.
En Navidad: ¡Dios ha hablado!, y nos sigue hablando porque en efecto,
cada año, al llegar diciembre, los relatos de la Palabra de Dios sobre la
Navidad desfilan ante nosotros con todo su contenido espiritual, humildes y
verdaderos. Si tuvimos el privilegio de venir al mundo en un hogar en donde la
Biblia ocupaba su verdadero lugar, entonces, estamos familiarizados con esos
relatos desde que tuvimos conciencia, y los recordaremos año tras año
contándolos a nuestros hijos y nietos; esos relatos son ciertos, aleccionadores
e inmortales, entre los más resaltantes encontramos: la aparición del ángel
Gabriel al sacerdote Zacarías anunciándole que a Elizabet –tan anciana como
él-, le nacería un niño y que su nombre sería Juan; luego, el nacimiento de Juan el Bautista, el
niño prometido; enseguida el fascinante mensaje de Dios a través del ángel
Gabriel a María: “¡El Señor está contigo, que eres la más bienaventurada sobre
todas las mujeres!”, anunciándole que quedaría embarazada en forma milagrosa, y
daría a luz un niño el cual llamaría JESÚS; el sueño de José confirmando que un
milagro había ocurrido en el seno virginal de María; el nacimiento de JESÚS en
un lugar de pobreza extrema, un sucio pesebre; la vigilia de los pastores cuidando sus rebaños, y la
repentina aparición de los ángeles, que no pudieron callar el Nacimiento de
JESÚS y alabaron a Dios diciendo: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la
tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lucas 2:14); el asombro y
gozo de los pastores al verificar la realidad de la noticia y de las profecías;
la circuncisión de JESÚS; el descanso definitivo del anciano Simeón porque el
Espíritu Santo le había revelado que no moriría sin tener en sus brazos al
Mesías prometido; y las acciones de gracias de Ana, la ancianita que permanecía
en el templo desde hacía ochenta y cuatro años orando y ayunando en espera del Mesías; la estrella con su fulgor que apareció en el cielo
para guiar a los sabios que vinieron desde lejanas tierras para adorar a JESÚS;
la tristeza nos embarga con la matanza de los niños decretada por el rey
Herodes; la huída a Egipto y el posterior regreso a Jerusalén; y después, vemos
al niño JESÚS en la aurora de su ministerio: “Y el niño crecía y se fortalecía,
y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él” (Lucas 2:40 RV60).
Lo siento mis amados, si celebrar este acontecimiento no cabe en su
teología, ¡cámbiela por favor!; pero en mi caso, tengo tantos años oyendo,
leyendo, estudiando, investigando, meditando, y predicando sobre esta historia,
¡que en este momento mis ojos se llenan de lágrimas de gozo, de fe, de
esperanza y amor! En Navidad: ¡Dios ha hablado! ¡Qué bella historia!
Sí, el Cristianismo tiene historia, empezando desde un humilde pesebre
en la primera venida de JESÚS, hasta llegar a su entronización definitiva como
SEÑOR de señores y Rey de reyes al final de la historia, tal y como la
conocemos: “Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del
trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de
millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar
el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la
alabanza. Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo
de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al
que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la
gloria y el poder, por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 5:11-13 RV60).
Cierto, en Navidad: ¡Dios ha hablado! Y con esta celebración una nueva oportunidad se nos presenta
a los cristianos nacidos de nuevo para volver a contar la bella historia que
cambió al mundo; porque ese hecho fue la culminación de la historia de la
salvación del ser humano, lo que habíamos perdido en el
Edén lo recobramos en el pesebre y en el Calvario. La Navidad, la Encarnación del Verbo es la suma de las verdades divinas reveladas por el
mismo Dios que vino a buscarnos y salvarnos. Ciertamente, en aquella primera
Navidad, Dios habló por medio de JESÚS. Poco importa si JESÚS nació en
diciembre, en abril o en septiembre, la Navidad no es una fecha es un estado de
salvación espiritual concebida en la mente divina para llevarnos a ser familia
de Dios. ¡Esto hay que celebrarlo!, así que cualquier hora, día o mes del año es bueno para hacerlo porque no es un día al año, nada
más, en definitiva, Navidad es la memoria de todas las memorias nobles que el
ser humano percibe con todo su ser, espíritu, alma y
cuerpo. Recibamos la buena noticia que celebramos en estos días, y digamos con
gozo espiritual: ¡Feliz Navidad! Porque en Navidad: ¡Dios ha hablado!
Oración:
Padre eterno:
¡Gracias por darnos esa primera Navidad! Ayúdame a contar otra vez esa
bella historia; que no me pierda nada más en la celebración, sino en ver al
Celebrado y darle un lugar en el pesebre de mi corazón; darle las gracias por
la fe, el amor y la esperanza en Él. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Navidad
es una fiesta del espíritu en donde JESÚS ha entrado
dándole vida en abundancia.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento por obedecer?
¿Existe
un pecado por evitar?
¿Existe
un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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