Por
Francisco Aular
Lectura devocional: Lucas
2:8-20
Recuerden las cosas pasadas, aquellas de antaño; yo soy Dios, y no hay ningún
otro, yo soy Dios, y no hay nadie igual a mí. Yo anuncio el fin desde el
principio; desde los tiempos antiguos, lo que está por venir. Yo digo: Mi
propósito se cumplirá, y haré todo lo que deseo. (Isaías
46:9-10 NVI)
La historia de la Navidad es la más preciosa que jamás se haya contado. Uno
puede oírla vez tras vez, y no cansarse de oírla. Nuestro abuelos nos las
contaron y también nuestros padres. Hoy nos toca a nosotros contarla otra vez.
Existe un poema anónimo que dice así:
Hace más de 2000 años, nació
un hombre contrariamente a todas las leyes de la vida en una pequeña aldea
y en un humilde pesebre, entre animales y pastores, hijo de una mujer
del campo. Este hombre vivió en la pobreza (…) ni siquiera tuvo una piedra
donde recostar su cabeza. Trabajó en un taller de carpintería hasta que
tenía 30 años, entonces durante tres años fue un predicador viajero.
No poseía riquezas ni
influencias. Sus parientes eran gente común, no fue al colegio, ni
tuvo preparación o educación alguna. Pero, durante su infancia
provocó pánico a un rey y en su niñez dejó asombrados a sabios y doctores,
caminó sobre las aguas como en el mismo pavimento y aquietó al embravecido
mar. Sanó a las multitudes sin medicinas y no cobró nada por sus servicios..., de
hecho, ha sido el único que ha podido dar vida a los muertos.
Este hombre no tenía
otras credenciales que su propia persona. Cuando era joven y por predicar
sobre Dios, la opinión popular se volvió en su contra, pasó
ante la farsa de un juicio siendo inocente. Sus mejores
"amigos" huyeron... Uno lo negó y otro lo entregó en manos
de sus enemigos, que lo maltrataron, lo azotaron y golpearon hasta
desfigurarle el rostro. Fue objeto de burla, además lo insultaron y
escupieron; luego de enterrarle una corona de espinas, lo clavaron en una
cruz entre dos ladrones y mientras moría, sus verdugos echaban suertes
sobre la única pieza de su propiedad..., su abrigo. Al
morir fue descolgado y puesto en una tumba prestada gracias a la
caridad de un amigo.
Nunca escribió un libro...,
pero en todo el mundo no cabrían todos los libros que sobre Él se han
escrito. Nunca fundó una escuela..., pero todas
ellas juntas ni siquiera pueden jactarse de tener tantos
estudiantes. Nunca escribió una canción…, pero Él ha provisto temas para más
canciones que todos los compositores juntos. Nunca practicó la
psicología, pero Él ha sanado más corazones quebrantados que todos los doctores
juntos.
Una vez a la
semana en todo el mundo, las multitudes dejan todo para ir a las
asambleas, cultos, reuniones para adorarlo; y en diciembre hasta los que no
creen en Él celebran su Nacimiento. Este evento
dividió en dos períodos nuestra historia. Casi 21 largos siglos han
venido y se han ido..., pero Él sigue siendo la pieza central de la humanidad.
Todas las guerras, ejércitos, reyes y grandes hombres han pasado,
sin afectar la vida del hombre de manera tan poderosa como lo ha hecho
aquella vida solitaria.
Por ello, la Natividad del Señor JESÚS es la oportunidad que se nos
presenta a los cristianos nacidos de nuevo de contar otra vez, la historia de
la Salvación. Se nos manda a que, “recuerden las cosas pasadas, aquellas de
antaño.” ¡JESÚS es el Centro de la historia! ¡Qué bella historia!
Oración:
Amado Padre Celestial:
¡Gracias por darnos a tu amado Hijo y revelarnos el plan secreto de la
redención al ser humano! ¡Qué bella historia! ¡Gracias por darnos la bendición
de la Navidad, de tu Natividad como JESÚS!
Padre Eterno: ¿Cuál puede ser la respuesta de un corazón agradecido a ti
por ese Regalo que nos has dado? Con Roberto Savage, frente a esta bella
historia te canto:
¡Oh, cuánto le amo!
Y fiel, le adoro,
Él es mi vida,
¡Mi Redentor!
El Rey de gloria
Vino a salvarme,
Y a revelarme,
Al Dios de amor.
Perla de hoy:
Para experimentar la Navidad o la Natividad eterna en el proceso de nuestra
salvación, debemos llegar a conocer a JESÚS, Él es la Vida Eterna.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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