Francisco
Aular
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Lectura
devocional: Lucas 10:25-37
Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,
y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu
prójimo como a ti mismo. Lucas 10:27 (RV60)
En una campaña evangelizadora que celebramos en la plaza de toros de
Maracay, Venezuela, en donde tuve el privilegio de ser el predicador, hubo
muchas decisiones para seguir a JESÚS; yo era pastor de la iglesia bautista de
la ciudad, así que un matrimonio joven se empezó a congregar en nuestra
iglesia, él, con un gran talento musical y ella, una mujer llena de simpatías
con los demás, pero, de repente, dejaron de asistir; fuimos a visitarlos. Nunca
se me ha olvidado esa conversación, porque él hizo alusión a lo que yo había
predicado basado en el versículo de Lucas 10:27, y me dijo: “¿Amar al prójimo
como a uno mismo?” Usted pastor debe estar equivocado. ¡Eso es imposible!...”,
sin embargo, este mandamiento estuvo desde el comienzo en el corazón de Dios,
muchos antes de JESÚS: “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu
pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18; RV60).
En realidad, amar por nuestros propios esfuerzos es imposible, porque,
para el ser humano natural es más fácil odiar, vengarse y guardar rencor, pero
cuando venimos a JESÚS, verdaderamente, nos hacemos sus discípulos, y Él viene
a nuestro corazón, entonces, desde el momento de nuestra conversión, ya no
amamos con nuestro amor, sino con el amor de JESÚS viviendo en nosotros, porque
JESÚS vino del cielo para hacerse nuestro prójimo, y enseñarnos a amar como Él
ama. JESÚS dio su vida para que nosotros los pecadores tuviéramos vida eterna
(Juan 3:16).
En respuesta de gratitud al amor de Dios, nosotros
sí podemos amar a nuestro prójimo como Él nos ama. Si se nos hace imposible
amar como JESÚS, entonces, ¡Él no está en nosotros! Es más, Dios nunca nos va a
pedir que hagamos algo que Él mismo no nos haya facultado para hacerlo.
Cuando JESÚS llega a ser nuestro Señor y Salvador, pone un sincero amor
en nuestros corazones, un amor por Él y por todos los que nos rodean. La Biblia
llama a esto “el primer amor” (Apocalipsis 2:4), de allí que un nuevo creyente
en JESÚS se lanza a predicar y a anunciar esa nueva fe que lo ha cambiado y
transformado. ¡No hay un gozo más entusiasta y contagioso que el que posee un
nuevo convertido al evangelio! Todavía me acuerdo de la psiquiatra que el Señor
me permitió llevar a sus pies, quien, debido a su gozo y amor por los demás,
hasta el día de hoy es una de las evangelizadoras más eficaces que conozco.
En efecto, JESÚS hace florecer aquello que no era más que una tierra
árida, inhóspita, llena de malezas, y la convierte en un jardín. JESÚS en
nosotros nos da el verdadero perdón, la verdadera paz y el verdadero amor, y
cuando el amor en nosotros llega a algún lugar, puede y debe cambiar el
ambiente lleno de odio y rencor, por uno en el cual reine el amor y el perdón.
¿Cómo podemos amar? Primero: Asegúrese de que usted es un cristiano
nacido de nuevo, si es así, JESÚS vive en usted en el poder del Espíritu Santo
(Apocalipsis 3:20; Colosenses 1:27). Segundo: Vaya adonde el amor haga falta y
muéstrelo porque usted lo posee: “Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios
ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado”
(Romanos 5:5; NVI). Tercero: Recuerde, el amor de Dios morando en usted no se
agotará jamás, por lo tanto, ¡usted nunca se cansará de amar al prójimo!
Recordando aquella preciosa pareja de Maracay y su excusa para dejar la
iglesia, la verdad es esta, el amar no es una opción, sino una orden: “Amarás
al projimo como a ti mismo”.
Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
¡Gracias por depositar tu amor en mí! Te ruego que yo hoy pueda
mostrarlo por donde vaya. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Evangelizar nos es simplemente lo que hablamos de JESÚS, sino lo que Él
hace en nosotros por nuestro prójimo.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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