Francisco Aular
Lecutra devocional: Lucas 24:1-35
Y levantándose en la misma hora,
volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con
ellos, que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a
Simón. Lucas 24:33,34
(RV60)
“No está aquí, pues ha resucitado” (Mateo 28:6) “Ha resucitado el Señor
verdaderamente”… ¡Es el grito de triunfo del
Crucificado! Es el grito de triunfo de Su Iglesia. ¡Es el grito de triunfo de
todos los cristianos de todos los tiempos y lugares! En definitiva, sin la
resurrección de JESÚS, la fe cristiana estaría entre todas las religiones
comunes de un mundo perdido. En efecto, la resurrección de JESÚS es la columna
principal que sostiene a todas las demás doctrinas. Sin la certeza de la
resurrección de JESÚS, nuestra fe sería un cascarón vacío dando vueltas y
vueltas alrededor de la tumba de Su fundador. ¡No es así! En efecto, hoy en
Jerusalén en el Jardín de la Tumba, está un sepulcro vacío desde que en una
mañana como hoy, un par de ángeles preguntaron a las mujeres que iban a
preparar el cadáver de JESÚS y encontraron la tumba vacía: “¿Por qué buscáis
entre los muertos al que vive?” (Lucas 24:5)
El día
viernes JESÚS, muere en victoria, pero su resurrección del domingo, es su día
de triunfo definitivo. La resurrección de Jesús es el sello del regalo de
nuestra salvación. La bandera del cristianismo es la esperanza de la
resurrección. Todos los que hemos nacido de nuevo por la vida que vino del
cielo a través de JESÚS, sabemos por la Palabra que así como Él resucitó:
¡Nosotros también resucitaremos! Es más, la vida normal del cristiano de hoy,
es vivir una vida resucitada y victoriosa por la resurrección de JESÚS momento
a momento.
Mi
maestro de cómo preparar sermones del Seminario don Germán Núñez Briñez, y yo
fuimos a Jerusalén, visitamos el Jardín de la Tumba, nos encontramos que en sus
alrededores había gente de muchas partes del mundo al juzgar por sus rasgos
físicos, vestimentas e idiomas. Aunque todos hablábamos idiomas diferentes, nos
unía una sola verdad, dicha dos mil años antes: “No esta aquí, pues ha
resucitado” La tumba cedida por José de Arimatea a JESÚS: ¡está vacía!, y un
cartel lo anuncia con las mismas palabras que los ángeles les dijeron a las
mujeres que vinieron trayendo las especies aromáticas para ungir el cuerpo de
JESÚS: “No está aquí, pues que ha
resucitado”. Mi amado hermano Núñez y yo, estábamos a punto de llorar de
alegría, con toda esa emoción encima entramos a la tumba, nos colocamos de
frente a la abertura de la tumba, y desde allí contemplamos a los demás
turistas que había llegado. De repente, la voz potente del príncipe de los
predicadores venezolanos, se elevó entonando las notas del himno que cuenta el
triunfo del Crucificado, hicimos un dúo que poco a poco, se convirtió en un
coro que los demás turistas, conociendo este himno internacional, entonaron en
sus propios idiomas: “/Cristo la tumba venció y con gran poder resucitó/ De
sepulcro y muerte Cristo en vencedor/ /Vive para siempre nuestro Salvador/
/¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios!/ El Señor resucitó”/. ¡Aunque era noviembre
celebramos nuestro domingo de resurrección! Un nudo en la garganta y lágrimas
en mis ojos, no impidieron que manifestara aquel gozo que tuvieron los discípulos
al exclamar: “Ha
resucitado el Señor verdaderamente”…
El
valor, la fe, el amor y la esperanza de aquellos hombres y mujeres que vieron
la resurrección del Señor, ¡cambió la historia! Los ángeles dijeron a las
mujeres “No está aquí, pues ha resucitado” y las apariciones que reiteradamente
JESÚS, hizo a sus discípulos, a sus familiares y a otros seguidores, fue el
hecho que afirmó la fe vacilante y lo que explica, la transformación de sus
discípulos de temerosos el día viernes a los valientes desde el domingo de
resurrección hasta nuestros días. ¡La tumba vacía asegura que nosotros los que
creemos en JESÚS, adoramos a un Dios vivo y no a un dios muerto! Sí, el
Crucificado ha triunfado y nosotros con Él, en Él y para Él. Dígalo hoy, mañana
y siempre: JESÚS:
¡Ha resucitado verdaderamente!
Oración:
Gracias amado Padre, por haber levantado a
JESÚS de la tumba, y darnos con Él, la esperanza de nuestra resurrección. Este
hecho proclama que ni la muerte ni la tumba será mi última morada como ser
humano, y que mi resurrección me dará un cuerpo glorificado para vivir a tu
lado para siempre como es tu plan. Ayúdame a proclamar esta victoria en el
Nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Alabe
al Señor, pues, su poder en la nueva vida en Él, testifica que usted vive una
vida resucitada con Él desde ahora y hasta el más allá.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento por obedecer?
¿Existe
un pecado por evitar?
¿Existe
un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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