Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Isaías
49:13-26
¿Puede una
madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que ha dado a luz?
Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré! Isaías 49:15 (NVI)
Muy joven leí la poesía
“Balada Catalana” de Vicente Balaguet y me impactó, pues está inspirada
en una leyenda, sin embargo, tiene como enseñanza el alcance del amor maternal:
Había cierta vez un joven esposo, locamente enamorado de su bella y joven
esposa. La madre del hombre no vivía muy lejos de ellos. Como es natural, el
hombre tenía por su madre el amor y respeto que todo hijo debe guardar por su
progenitora, sin embargo, la nuera no toleraba esa relación normal y se enfermó
de celos contra la venerable anciana. En una de aquellas escenas, le pidió al
hombre que decidiera entre el amor de ella y el de su madre, es más, le pidió
que de una vez por todas la sacara del medio, asesinándola y trayéndole el
corazón de la madre delante de ella. Como era de esperarse, el hombre dudó,
pero poco a poco fue cediendo porque no quería perder a su esposa que era
malvada, pero, un día, el hombre perturbado tomó un cuchillo, y lleno de cólera
montó en su caballo, y la madre, al verlo llegar, corrió a recibirlo, pero, el
hombre preso de aquella locura, la mató, le sacó el corazón, lo envolvió en un
paño, se trepó en su caballo y corrió a su casa. Presionó fuertemente al
caballo y con el corazón de su madre en una mano y en la otra las riendas del
animal, esperaba llegar pronto a su destino. Por el camino forzó al caballo más
y más, hasta que se desbocó en una loca carrera y tropezando violentamente
lanzó por los aires al jinete y al corazón de la madre. Caído en tierra, oyó
una voz que salía del corazón, preguntándole tiernamente: “Hijo mío, ¿te has
hecho daño?”...
Ciertamente el amor maternal
es una prolongación del amor de Dios por sus criaturas. Y aunque a veces, muy
de tarde en tarde, oímos de madres que parecieran no poseer este amor por el
hijo de sus entrañas, no es regla sino excepción que nos impone un mundo caído.
Pese a todo, la mujer madre tiene como parte de sus encantos naturales una
genuina preocupación y amor por sus hijos, y más allá, hacia todos sus seres
queridos. ¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al
hijo que ha dado a luz? La respuesta natural que Dios espera es que
digamos: ¡No!, imposible.
Pensando en esto, y ante la
celebración del, Día de las Madres, en varios países, aprovechemos esta
oportunidad para agradecer a las madres que tenemos cerca el ser custodias,
juntamente con Dios, de nuestra existencia. En realidad, no todas las mujeres
han llegado a ser madres en esta vida, sin embargo, la ternura de la mujer es
tal, que muchas de ellas han criado hijos como si fueran los suyos. A todas les
digo: Madre, gracias por ser auténtica; eres mujer y por eso, debes poseer y
saber expresar tu amor maternal; debes estar feliz de ser mujer y madre; exige
igualdad de oportunidades en lo que hagas y en tu salario, eso está bien, pero
al mismo tiempo, cultiva una personalidad que refleje tu feminidad y belleza
que en ti es natural; nunca sientas que el ser madre y ser mujer es un
obstáculo para alcanzar lo que Dios tiene para ti; llena con alegría los
ámbitos que pisas, en tu hogar con tu esposo e hijos, en la familia extendida,
en el trabajo, en la iglesia, en fin, por donde vayas, pero por sobre todo, no
dejes que se enfríe en ti, el amor incondicional de madre, ese amor que
pregunta, “hijo mío, ¿te has hecho daño?”…
Oración:
Amado Dios:
¡Bendito sea
tu nombre por siempre! Te agradezco la labor de las madres en un mundo agitado
como el de hoy, no solamente en el día especial que hemos designado para ellas,
sino todos los días, por medio de mi respeto, consideración y cualquier acto de
amor que yo pueda hacer por ellas. Igualmente, ayúdame a saber que aunque mi
padre y mi madre me abandonen: ¡Tú no me olvidarás! En el nombre de JESÚS,
amén.
Perla
de hoy:
La madre
es un pedazo de cielo en la tierra que usó Dios para traeenos a este mundo.
¡Honrémosla!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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