Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Salmo 103:1-5
Te alabaré, SEÑOR, con todo mi corazón; contaré de las
cosas maravillosas que has hecho. Gracias a ti, estaré lleno de alegría;
cantaré alabanzas a tu nombre, oh Altísimo. Salmo
9:1,2 (NTV)
Hoy mi alma te alaba SEÑOR porque eres mi Padre santo y fiel, así me lo
enseñó tu amado Hijo JESÚS: “Padre nuestro que estás en los
cielos, santificado sea tu nombre” (Mateo 6:9). Soy tu hijo porque desde antes
de la fundación del mundo, me escogiste con un propósito eterno y cuento con tu
bendición en “los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3,4); me abriste la
puerta de tu casa y me hiciste miembro de tu familia: “Yo por la abundancia de
tu misericordia entraré en tu casa” (Salmo 5:7); ¿qué ha hecho posible tanta
bendición y privilegio? No son las virtudes humanas que yo pueda poseer; no han
sido tampoco mis buenas acciones que pueda haber hecho; lo que ha abierto la
puerta de tu casa para mí ha sido tu misericordia, tu fidelidad, tu gracia y tu
amor.
Hoy mi alma te alaba SEÑOR porque tu fidelidad y no la mía, hace que tu
misericordia no tenga ni una sombra de duda. Sabes quién
soy, de dónde vine y adónde voy, porque soy creación tuya: “Porque tú formaste
mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque
formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe
muy bien” (Salmo 139:13,14; RV60). Yo nací, desperté y allí estabas tú
sonriéndome, porque al fin yo había llegado. ¡Ese eres tú, mi amado SEÑOR!
Ningún ser humano es un accidente. Tu amor por el ser humano es firme y
duradero: “En esto consiste el amor verdadero: no en que nosotros hayamos amado
a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio
para quitar nuestros pecados” (1 Juan 4:10; NTV).
Hoy mi alma te alaba SEÑOR porque tu compasión y bondad nunca fallan y eres
inmutable. No cambias nunca. Eres el mismo ayer, hoy y por los
siglos de los siglos. Tu amor es firme y continuo y no se ve afectado por mis
emociones. Ese amor es la expresión firme de quien eres: “Dios es amor” (1 Juan
4:8; RV60); el amor tuyo hacia mí, no es fruto de un premio a mi buena
conducta. Tu amor SEÑOR es sencillamente maravilloso; es lamentable que yo haya
sido tan lento para responder a tu gran amor; y más maravillado estoy porque sé
que nunca voltearás tu rostro para no verme, porque me amas y más que yo a ti;
nunca me podré esconder de tu amor: “Oh SEÑOR, has examinado mi corazón y sabes
todo acerca de mí. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; conoces mis
pensamientos aun cuando me encuentro lejos. Me ves cuando viajo y cuando
descanso en casa. Sabes todo lo que hago. Sabes lo que voy a decir, incluso,
antes de que lo diga, SEÑOR. Vas delante y detrás de mí. Pones tu mano de
bendición sobre mi cabeza. Semejante conocimiento es demasiado maravilloso para
mí, ¡es tan elevado que no puedo entenderlo!” (Salmo 139:1-6; NTV).
Hoy mi alma te alaba SEÑOR y reconozco que a pesar de los cambios y de las
estaciones del año, y aunque yo mude y cambie mis vestiduras, Tú permaneces
fiel. Sin embargo, tú quieres que yo ame como tú amas, que
perdone a mis enemigos como tú lo haces, que sea santo como tú eres, que sea un
ser humano de paz de la que tú das. ¿Oh SEÑOR, cómo puedo lograr todo ello para
tu honra y gloria? Ese amor tuyo puede hacerse realidad en mí, únicamente a
través de JESÚS. Ese fue el amor que lo trajo del cielo a la tierra; ese amor
lo llevó a la cruz en mi lugar (Juan 3:16).
Hoy mi alma te alaba SEÑOR porque sé que las puertas del cielo están
abiertas. Tú me invita a acercarme y a ser parte de tu familia: “Así
que ahora ustedes, los gentiles, ya no son unos desconocidos ni extranjeros.
Son ciudadanos junto con todo el pueblo santo de Dios. Son miembros de la
familia de Dios” (Efesios 2:19; NTV). JESÚS mismo me lo repite continuamente:
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta,
entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20; RV60). ¡Dios no
cambia y es fiel y su invitación es para una acción inmediata! Dejémosle entrar
con humildad y arrepentimiento por nuestros pecados a nuestro corazón; haz una
sincera oración con tus propias palabras, y en su misericordia y fidelidad,
JESÚS te oirá. Él ya pagó el precio para hacerte miembro de su Familia. Los
brazos de Dios te esperan.
Oración:
Amado Padre Celestial:
Hoy mi alma te alaba SEÑOR y reconozco que a pesar de los cambios y de las
estaciones del año, aunque yo mude y cambie mis vestiduras. Tú permaneces fiel.
Ayúdame a proclamar tu amor, tu fe, y tu esperanza en medio de un mundo en crisis.
En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La alabanza a
Dios por lo que Él es, es el certro de toda verdadera adoración.
Interacción:
¿Qué me
dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe un
mandamiento a obedecer?
¿Existe un
pecado a evitar?
¿Existe un
nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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