Francisco Aular
faular
@hotmail.com
Lectura
devocional: Ezequiel 22: 23-31
Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la
brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no
lo hallé. Ezequiel 22:30 (RV60)
En un hogar
había dos hijos, los padres tenían tantas posibilidades que les daban de todo.
Los padres enviaron al hermano mayor a un país lejano para que estudiara. El
hermano mayor poseía diez juegos de nintendo,
y el hijo menor tenía cinco de estos juegos. Desde muy chico el hermano menor
tenía habilidades para hacer “negocios”, así que estaba rodeado de muchachos de
variadas condiciones sociales. Algunos eran ricos y otros con muchas
posibilidades de algún día llegar a ser ricos. Un día jugando con los demás
chicos, uno de aquellos exclamó: ¿Quién pudiera tener un juego de nintendo? Se acordó el hermano menor que
él tenía quince juegos de nintendo en
su casa, e hizo negocios con
ellos. Con los suyos, y sin el permiso de su hermano, hizo negocios con sus
juegos también. Pero hubo un problema, nadie poseía en dinero el monto real, así que pidió que algunos le
dieran lo que tuvieran en mano y así lo hicieron. De esta manera los vendió
todos. Así que se dispuso a disfrutar del dinero, y así lo hizo. Se divirtió de
lo lindo y gastó su dinero y también el de su hermano. Pero él se decía a sí mismo:
“No importa, tengo dinero en la calle” Llegó la tarea de empezar a cobrar el
resto del precio de los nintendos, pero
nadie tenía el resto del dinero ni los nintendos, pues cada niño había jugado
con los ellos hasta dañarlos. En eso
regresó el hermano mayor, y le preguntó al menor: “¿Dónde están mis juegos de nintendos?”… ¿Quíen pagará los nintendos? ¡Esto es parte de la situación
financiera mundial actual!
El Profeta
Ezequiel, vivió en una situación parecida a ésta en Judá. En la cual toda una
nación había desperdiciado y comprometido su futuro, al desviarse del plan
eterno de Dios. En efecto, los grandes hombres de Israel habían desaparecido,
el pueblo se había desviado y comprometido sus valores fundamentales
contemplados en las leyes y en el pacto, que Dios les había señalado desde su
fundación; por lo tanto era inminente el castigo divino mediante, el terrible
cautiverio babilónico. ¿Cómo le llegó esta desgracia al pueblo elegido por
Dios? En esos años anteriores al cautiverio, la corrupción estaba por todas
partes desde los gobernantes hasta los ciudadanos comunes; como es obvio, a
esta corrupción e injusticias, se sumaba la persecución contra los que opinaban
diferente y clamaban por justicia, paz y libertad.
Aparte de
esto, los hombres que Dios había puesto para hablar Su Palabra se habían aliado
con los gobiernos de tal manera que prometían prosperidad cuando lo que venía
era el castigo de Dios. Aunque había sacerdotes y profetas, Dios no podía
confiar en ellos, y por eso dice: Y
busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha
delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo
hallé. ¡Ninguno de aquellos hombres daba la cara delante de Dios por su
pueblo, y por lo tanto, la desgracia venía sobre ellos, y su nación! ¿Cómo
podemos rescatar a toda una nación que ha perdido los valores universales que
le habían hecho prosperar y avanzar? ¿Cuál es la necesidad de nuestra situación
actual?
En la época
de Ezequiel, ¡Dios buscaba un hombre, y no lo halló! Igualmente, la gran
necesidad del mundo de hoy es la necesidad de hombres y mujeres de Dios que se
pongan en la brecha, entre Dios y los demás seres humanos. Lo que viene en los
próximos años exigirá de nosotros, que nos llamemos cristianos nacidos de nuevo,
un gran esfuerzo, que nos pongamos a proclamar como el profeta Ezequiel, que le
creamos a Dios. ¡Él todavía está en el control! En efecto, la hora exige
valentía moral, una renuncia intencional a toda corrupción que nos rodea y un
enfilarse hacia la voluntad de Dios, y ponerse en la brecha, pase lo que pase. Esto
es no tarea fácil, si Dios nos llama a levantar nuestra voz, ¡y no se aceptan
renuncias porque Dios no patrocina fracasos! Necesitamos hombres y mujeres que
tengamos la valentía moral para ponernos en la brecha, pase lo que pase. ¡No debemos retroceder es ahora o
nunca! Viene a mi mente, el poema: En la
brecha, del gran poeta puertorriqueño, José de Diego, que dice así:
¡Ah desgraciado, si el dolor te abate,
si el cansancio tus miembros entumece,
haz como el árbol seco, reverdece,
y como el germen enterrado, late.
Resurge, alienta, grita, anda, combate,
Vibra, ondula, retruena, resplandece…
Haz como el río con la lluvia ¡crece!
Y como el mar contra las rocas: ¡bate!
De la tormenta al iracundo empuje
No has de balar como el cordero triste,
Sino rugir como la fiera ruge…
¡Levántate! ¡Revuélvete! ¡Resiste!
Haz como el toro acorralado: ¡muge!
O como el toro que no muge: ¡embiste!
Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
Te alabo Padre porque eres bueno y tu misericordia es
nueva cada mañana. Los únicos bienes que poseo verdaderamente son tu salvación
y tu gracia para disfrutarla para siempre. Nada de lo que tengo alrededor se
irá conmigo cuando salga de este cuarto y apague la luz. Hoy vengo delante de
ti con una oración de intercesión por un mundo extraviado de tu voluntad. SEÑOR
acuérdate de tus promesas de darnos una restauración espiritual si nos
humillamos y buscamos tu rostro, y nos arrepentimos de nuestros malos caminos.
Ayúdame a proclamar tu mensaje de vida en un mundo de muertos espirituales. Hoy
me pongo en la brecha, e intercedo por la humanidad que no te conoce, delante
de ti, con todo amor y respeto ante tu grandeza y soberanía. En el nombre de
JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
El Dios que
sostiene al universo eternamente es el mismo Dios que nos busca para
sostenernos en este día.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio
de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual
pueda aferrarme?
¿Existe una lección por
aprender?
¿Existe una bendición para
disfrutar?
¿Existe un mandamiento por
obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento
para llevarlo conmigo
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos tus comentarios