viernes, 4 de noviembre de 2011

¿Por qué amo la Biblia? (4)

Francisco Aular

Lectura devocional: Salmo 119

Por lo tanto, nunca dejamos de darle gracias a Dios de que cuando recibieron su mensaje de parte nuestra, ustedes no consideraron nuestras palabras como sólo ideas humanas. Tomaron lo que dijimos como la misma palabra de Dios, la cual, por supuesto, lo es. Y esta palabra sigue actuando en ustedes los que creen. 1 Tesalonicenses 2:13 (NTV)

Solo existen tres clases de personas en el mundo de hoy. Los que ignoran que está pasando en el mundo; los que creen saber lo que está pasando, y los que conocen y creen a la Biblia.
Hasta cuando amamos la Biblia por lo que ella es y por lo que hace, entonces será fundamental que la amemos por lo que podemos hacer con ella en nuestras manos. Justamente el Salmo 119, que es un himno a la Palabra de Dios, nos dice: “¡Oh, cuánto amo tus enseñanzas! Pienso en ellas todo el día (…) Mira cómo amo tus mandamientos, SEÑOR. Por tu amor inagotable, devuélveme la vida” (vv.97;159).
En efecto, nunca podremos crecer e ir hacia la madurez espiritual, si ignoramos la Biblia, si dedicamos poco tiempo o ninguno a conocer y creerle a Dios por medio de su Palabra. En el mismo grado que creamos a la Palabra de Dios y la apliquemos en nuestro diario vivir, Dios derramará su poder, gracia, amor y perdón sobre nuestras vidas. Así que la Palabra de Dios tiene que llegar a ser parte real y efectiva en nuestra vida devocional, doctrinal y discipular. ¿Qué ocurre cuando dejamos que la Palabra de Dios actúe en nosotros? “Jamás olvidaré tus mandamientos, pues por medio de ellos me diste vida” (v.93); ¡nos da vida! Notemos otra promesa que nos hace Dios en la Biblia: “¿No quema mi palabra como el fuego?  —Dice el SEÑOR—. ¿No es como un martillo poderoso  que hace pedazos una roca?” (Jeremías 23:29 NTV). ¡Dejemos que la Palabra de Dios haga su trabajo en nuestros corazones!
Pues bien, a la luz del versículo de hoy: “Tomaron lo que dijimos como la misma palabra de Dios, la cual, por supuesto, lo es. Y esta palabra sigue actuando en ustedes los que creen”. Cabe esta pregunta: ¿Qué debemos hacer con la Biblia para que siga actuando en nosotros? Sin duda encontramos en varios versículos del Salmo 119 la respuesta: Debemos tener la Biblia en alta estima: “Tus enseñanzas son más valiosas para mí que millones en oro y plata” (v.72); a la Biblia debemos estudiarla y obedecerla: “A medida que aprendo tus justas ordenanzas, te daré las gracias viviendo como debo hacerlo. Obedeceré tus decretos; ¡por favor, no te des por vencido conmigo!” (vv.7,8); debemos memorizarla: “He guardado tu palabra en mi corazón, para no pecar contra ti” (v.11); debemos meditar en las enseñanzas de la Biblia: “Hasta los príncipes se sientan y hablan contra mí, pero yo meditaré en tus decretos. Tus leyes me agradan; me dan sabios consejos” (vv.23,24); debemos creer y confiar en la Biblia: “Entonces podré responder a los que se burlan de mí, porque confío en tu palabra. No arrebates de mí tu palabra de verdad, pues tus ordenanzas son mi única esperanza” (vv.42,43); debemos guardar y obedecer la Biblia: “Nos has ordenado que cumplamos cuidadosamente tus mandamientos. ¡Oh, cuánto deseo que mis acciones sean un vivo reflejo de tus decretos!” (vv.4,5); debemos compartir lo que Dios nos ha enseñado por su Palabra: “Que mi lengua cante de tu palabra, porque todos tus mandatos son correctos” (v.172). Así que, con la ayuda del Señor, la Biblia es para mí: ¡El mejor Libro elevado al mejor lugar y con el mejor propósito!

Oración:
Amado Señor:
Aquí estoy con tu Palabra abierta que  es como fuego que purifica mi ser, como la miel que endulza mi paladar y como el martillo que quebranta la piedra de mi orgullo y vanidad. Forastero soy en esta tierra, pero en tus mandamientos meditaré y con ellos viviré para siempre; que abatida hasta el polvo sea mi alma para que me vivifiques con tu Palabra; esta Palabra tuya me “dice lo que soy, de quien vine y a quien voy”. Ayúdame a proclamar esta Palabra rogándote que no vuelva vacía. En el nombre de JESÚS. Amén.

Perla de hoy:
Así que, con la ayuda del Señor, la Biblia es para mí: ¡El mejor Libro, elevado al mejor lugar y con el mejor propósito!

Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?




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