lunes, 28 de noviembre de 2011

Lámpara y luz

Francisco Aular

Lectura devocional: Salmo 119: 105-112

Tu palabra es una lámpara que guía mis pies y una luz para mi camino. Salmo 119:105 (NTV)

Dios ilumina con su Palabra a aquellos que están dispuestos a escucharla con el corazón, para dejarse guiar por ella hasta el hogar eterno.

Un pastor inglés de esos años en que no había luz eléctrica, ni linternas de batería, relató la siguiente experiencia: “Después de haber andado dos millas para visitar un vecindario en el que pocos podían  leer, con el objetivo de pasar una velada leyendo a un grupo que estaba reunido para escuchar, y estando ya a punto de regresar por una senda estrecha a través del bosque, en el que el camino se bifurcaba varias veces, se me proveyó de una antorcha de tea. Objeté que era demasiado pequeña, pues pesaba menos de media libra. “Le llegará hasta su casa”, contestó mi huésped. Le dije: “El viento la apagará”, y él me respondió: “Estará encendida hasta que llegue a su casa” “Pero, ¿si llueve?”, dije. Él replicó: “Le iluminará hasta su casa”, y a pesar de mis temores, tuve luz abundante en el camino hasta casa y me proporcionó una ilustración apropiada, creo, de la forma en que nuestros corazones indecisos podrían ser guiados por la “senda estrecha”. Si aceptáramos la Biblia como nuestro guía, sería una lámpara para nuestros pies, que iluminaría nuestro camino al cielo. Uno me dijo que tenía cinco objeciones a la Biblia. Le contesté que si la tomaba como lámpara a sus pies “le iluminaría hasta llegar a casa.” Otro me dijo que hallaba dos faltas en la Biblia, y le contesté con las palabras de mi amigo que me proveyó la antorcha: “Te iluminará hasta llegar a casa”.
El salmista, en esta estrofa de su inmortal himno a la Palabra de Dios, comienza con la afirmación:Tu palabra es una lámpara que guía mis pies y una luz para mi camino” (v.105). Por cierto, este es uno de los versículos más famosos de toda la Biblia, pues, en realidad la naturaleza de la Biblia es ser lámpara y luz. La Biblia hace brotar todo lo que el ser humano necesita para ser luz que ilumine a otros, como lo dice el Apóstol: “Pues antes ustedes estaban llenos de oscuridad, pero ahora tienen la luz que proviene del Señor. Por lo tanto, ¡vivan como gente de luz!” (Efesios 5:8 NTV). Hace algunos años, un joven cristiano nacido de nuevo y muy evangelizador me contó que estaba cursando su último año en la universidad, pero que estaba a punto de renunciar, porque ya le era insoportable vivir entre las burlas de sus demás compañeros. Lo miré. Puse mis manos sobre sus hombros, y le dije: “No conozco tu entorno, pero conozco a la Palabra que tú y yo anunciamos. Dios te puso allí para que seas luz en ese lugar oscuro, ¡brilla para la gloria de Dios! Lo encontré hace poco, y me dijo, “ese comentario que usted hizo, me ayudo más de lo que se imagina, porque me recordó la razón y el propósito de mi vida: ¡Ser luz a los demás, y eso soy!”.
¿Por qué no ser luz y lámpara llenos de la Palabra de Dios por donde vayamos, y en medio de nuestros círculos de influencia que tenemos? Sí en efecto, esta Palabra es luz para nuestros ojos, para así no perder el hermoso panorama de la vida cristiana, pero también buen asidero para poner nuestros pies, y saber por dónde debemos ir con ellos, y los lugares a evitar mientras caminamos a la seguridad de nuestro verdadero hogar. De esta manera, nuestra resolución de servir al SEÑOR no es una moda, sino es para siempre: “Lo prometí una vez y volveré a prometerlo: obedeceré tus justas ordenanzas” (v.106); también sus promesas nos sostendrán, en medio de nuestros sufrimientos en el sendero; el SEÑOR, renovará nuestras fuerzas a través de su Palabra: “He sufrido mucho, oh SEÑOR; restaura mi vida, como lo prometiste” (v.107); nuestro andar cotidiano puede producirnos amargura y escoger el camino de destruir en vez de edificar, pero basado en la Palabra, haremos que la alabanza a Dios y el respeto a los demás sea una de los grandes rasgos de nuestra personalidad: “SEÑOR, acepta mi ofrenda de alabanza y enséñame tus ordenanzas” (V.108); con la Palabra como nuestra luz y lámpara podemos hacer frente a todos los peligros que nos asechan: “Mi vida pende de un hilo constantemente, pero no dejaré de obedecer tus enseñanzas. Los malvados me han tendido sus trampas, pero no me apartaré de tus mandamientos” (vv.109,110); la Palabra como nuestra luz y lámpara es el fundamento de nuestros valores para obedecerlos, y andar en esta vida hasta el triunfo final en el cielo: “Tus leyes son mi tesoro; son el deleite de mi corazón.
Estoy decidido a obedecer tus decretos hasta el final” (vv.111, 112) Por todo esto, la Biblia es lámpara y luz.

Oración:
SEÑOR, dame la oportunidad de ser en un mundo lleno de tinieblas, un reflejo de tu Palabra: Lámpara y luz. En el nombre de JESÚS. Amén.

Perla de hoy:
Nuestro testimonio de JESUCRISTO es lámpara y luz en un mundo de tinieblas. ¡Brilla!

Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?




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