Mis amados que viven en los Estados Unidos, sé que después de Navidad, no existe otro día más familiar que el Día de Acción de Gracias en toda esa nación. Por lo tanto, me uno a ese sentimiento familiar y con un fuerte abrazo les digo: ¡Feliz Día de Acción de Gracias!
Francisco Aular
Lectura devocional: Salmo 119:89-96
Tu eterna palabra, oh SEÑOR, se mantiene firme en el cielo. Salmo 119:89 (NTV)
¿Cuál es el éxito de la Biblia? Se fundamenta en que sus promesas participan de las mismas cualidades de su Autor, por lo tanto, al hacerla nuestra norma de vida por fe, nos espera el triunfo.
Dios es eterno y no cambia: “Yo soy el SEÑOR y no cambio” (Malaquías 3:6); el Nuevo Testamento nos dice la misma verdad: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8). Por otro lado, nosotros los seres humanos vivimos en un mundo que, como nosotros está en constante cambio, y yo, en este país en donde vivo, lo aprecio en las estaciones del año. Las montañas se coronan de nieve en invierno que se marcha en el verano convirtiéndose en manantiales; los ríos y lagos se congelan desde diciembre a febrero, de tal manera que un vehículo pueda andar sobre ellos sin hundirse, pero se convierten en aguas cristalinas para nadar en el verano; la nieve que se desprende del cielo a finales de diciembre, llenando todo de una “blanca Navidad” se convierte en lluvia y poderosos truenos en la primavera y en el verano; los árboles que lucen muertos y secos en invierno, en primavera resucitan, y en el verano, sus flores y polen inician un nuevo siclo de la vida vegetal, y después, en el otoño, nos ofrecen un espectáculo al ver sus hojas vestirse de colores, luego, nos dicen un adiós sentimental al morir y desprenderse. Sin embargo, la Palabra de Dios no cambia: “Tu eterna palabra, oh SEÑOR, se mantiene firme en el cielo” (v.89). ¡Sí, la Biblia es inmutable como los cielos! Si creemos a la Biblia, y la hacemos nuestra única norma de fe y práctica, entonces, nos llenamos de optimismo porque el triunfo nos espera.
Pues bien, Dios es fiel, y tarde o temprano cumplirá sus promesas hechas en la Biblia: “Tu fidelidad se extiende a cada generación, y perdura igual que la tierra que creaste” (v.90). En comparación con la inmutabilidad y lo eterno de Dios soy frágil y voy de paso por este mundo, pero, de los años que he vivido guiado por la Palabra de Dios, puedo decir con toda sinceridad: ¡Dios es fiel y cumple lo que promete!, por ello, como cantábamos en nuestra pequeña congregación en los años de mis primeros pasos en la fe: “/Todas las promesas del Señor Jesús, son apoyo poderoso de mi fe/; /mientras viva aquí cercado de su luz, siempre en sus promesas confiaré/”. Lo más grande de todo es que después de mi salida de este mundo, ¡la fidelidad que Dios por su gracia ha tenido conmigo, la tendrá con mis descendientes!: “Nuestros hijos y nuestros nietos estarán a tu servicio, como lo estamos nosotros, y vivirán contigo para siempre” (Salmo 102:28 La Biblia en lenguaje actual).
Igualmente, la fidelidad y la verdad de Dios son los fundamentos de su Palabra: “Tus ordenanzas siguen siendo verdad hasta el día de hoy, porque todo está al servicio de tus planes. Si tus enseñanzas no me hubieran sostenido con alegría, ya habría muerto en mi sufrimiento” (vv.91,92); por lo tanto, si la Biblia y sus verdades las hacemos nuestras por la fe, podemos esperar el triunfo: “Jamás olvidaré tus mandamientos, pues por medio de ellos me diste vida. Soy tuyo, ¡rescátame!, porque me he esforzado mucho en obedecer tus mandamientos” (vv. 93 y 94).
Por otra parte, en este mundo la perfección como tal, que pueda satisfacer las demandas de nuestro Dios que es perfecto, justo y santo, tienen su limitación, y por ello, necesitamos una fuente de nuestra creencia que tenga firmeza, en la cual podamos apoyar nuestra fe, y que vaya mucho más allá de nuestras buenas intenciones humanas, porque por muy santos y perfectos que nos creamos, necesitamos una guía perfecta y santa como nuestro Dios. Ese fundamento, esa guía perfecta sobre la cual poner toda nuestra fe y esperar el triunfo final, ¡es la Biblia!, la bendita Palabra de Dios: “Aun la perfección tiene sus límites, pero tus mandatos no tienen límite” (v.96).
Oración:
SEÑOR, creó en ti cuando el sol brilla, pero también creo en ti en medio de las tinieblas de la vida, porque sé que enviarás un rayo de esperanza. Ayúdame a perseverar en medio de la prueba, y con ello ser la esperanza contagiosa de los otros. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
¿Cuál es el éxito de la Biblia? Se fundamenta en que sus promesas participan de las mismas cualidades de su Autor, por lo tanto, al hacerla nuestra norma de vida por fe, nos espera el triunfo.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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