Francisco Aular
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Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñen a los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que les he dado. Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos. Mateo 28:19,20 (NTV)
¡Vamos por ellos! Porque todo el plan de la salvación para el ser humano es iniciativa de Dios, aun antes de la existencia de la historia como la conocemos: “Toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales en los lugares celestiales, porque estamos unidos a Cristo. Incluso antes de haber hecho el mundo, Dios nos amó y nos eligió en Cristo para que seamos santos e intachables a sus ojos” (Efesios 1:3,4); JESÚS vino desde el cielo a hacer posible, por medio de su muerte y resurrección, el plan de Dios: “Pues el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar a los que están perdidos” (Lucas 19:10 NTV).
El Espíritu Santo fue enviado, precisamente, para guiar a cada ser humano al nuevo nacimiento y para comandar todo esfuerzo por alcanzar al perdido: “pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes; y serán mis testigos, y le hablarán a la gente acerca de mí en todas partes: en Jerusalén, por toda Judea, en Samaria y hasta los lugares más lejanos de la tierra” (Hechos 1:8 NTV); también, Dios nos dio la Biblia, su Mensaje respira salvación de tapa a tapa, por lo tanto, la Biblia es el libro de la evangelización y ella es el Mensaje que todo ser humano debe oír para que brote la chispa y la fe surja en él: “Así que la fe viene por oír, es decir, por oír la Buena Noticia acerca de Cristo” (Romanos 10:17 NTV); cumplir con el propósito de la Gran Comisión que nos dio JESUS, explica también, la existencia de las iglesias como agencias salvadoras en el reino de Dios; sí, la evangelización y las misiones existen por una orden del Señor Jesucristo, la que dio antes de ascender a los cielos. El General en Jefe, nos da la orden, y nosotros su ejército, debemos cumplirla. Ir por aquellos que no han nacido de nuevo, no es una opción para los que hemos experimentado con sus consecuencias positivas, el nuevo nacimiento. ¡Es una orden!
¡Vamos por ellos¡ Porque el amor de Dios por el ser humano, lo exige. Amar y dar. Sentimientos inseparables de la acción de Dios a favor del pecador: “Nosotros le amamos a Él porque Él nos amó primero” (1 Juan 4:19).
¡Vamos por ellos¡ Porque el enemigo trabaja. En efecto, Lucifer, el magnifico ángel que estando en el cielo se enorgulleció de su hermosura y de su popularidad en las filas de los seres angelicales, y se reveló contra Dios, está vivo y activo; por su desobediencia se convirtió en un rebelde, y su misión es estropear, en lo posible, el plan eterno de Dios en cuanto a la salvación del ser humano. Por eso, notamos su acción e influencia en contra de quien se resuelva a servir al Señor; él desata dificultades y crea problemas en cada lugar en que los hijos de Dios trabajan. Sin embargo, la Iglesia del Señor no se detiene, porque sabemos “que mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4 RV60).
¡Vamos por ellos! Porque la vida es breve. El Señor dijo: “Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar” (Juan 9:4 RV60).
¡Vamos por ellos! Porque el ser humano es rico y mísero al mismo tiempo; rico, porque tiene un alma valiosa, mucho más que todos los tesoros del mundo, pero mísero porque puede perderla para siempre: “¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma? ¿Hay algo que valga más que tu alma?” (Marcos 8:36,37 NTV).
¡Vamos por ellos! Porque Dios ha puesto hambre espiritual en los seres humanos para que lo busquen, y como nunca, las iglesias están preparándose para la gran cosecha de nacidos de nuevo que nos espera: “Ciertamente se acerca la hora -dice el SEÑOR Soberano- cuando enviaré hambre a la tierra, no será hambre de pan ni sed de agua, sino hambre de oír las palabras del SEÑOR” (Amós 8:11 NTV).
Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
Estoy agradecido Señor que me hayas permitido vivir y proclamar tu mensaje en una hora como ésta, llena de confusión y de problemas; tu Palabra es vida, como la lluvia que cae en tierra seca. Ayúdame a vivir en tu Palabra y a proclamarla en el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Cuando Dios mismo nos dice anda es porque es tiempo de ir por ellos. ¡Vamos por ellos porque el tiempo de la gran cosecha ha llegado!
Interacción:
¿Qué te dice Dios hoy por medio de su Palabra?
Y en respuesta a ello…
¿Qué le dices tú a Él?
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