Francisco Aular
Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole. Mateo 27:55 (RV60)
Yo no era un cristiano nacido de nuevo, trabajaba durante el día y estudiaba bachillerato de noche; al final de las clases aquella noche, me uní al grupo de estudiantes que vivíamos por el mismo barrio, tomamos el transporte público, y jóvenes al fin, empezamos a bromear, unos con otros. Al pasar por el frente de una congregación evangélica, se subieron al vehículo un buen grupo de cristianos con sus Biblias, y las mujeres con sus velos y vestidos largos. Me sorprendió que mis compañeros empezaran a hacer burlas de las mujeres: “¡Hermana, tremendo vestido, todavía le queda muy corto…”, gritó uno. –“Hermana, cante aleluya, aleluya que cada uno agarre la suya”, terció una de mis compañeras de estudio. Siguieron con sus burlas; nadie de aquellos amados objetos de las burlas, respondió nada; todos reían pero yo, no soporté más, y empecé a defender al grupo, y lo hice con tal autoridad que yo mismo me sentía sorprendido de aquel resorte que me había hecho levantar del asiento. Mis compañeros, respetaron mis palabras y callaron. Ciertamente, aquella noche yo había dejado de mirar a JESÚS de lejos.
Los Evangelios nos dicen que aquel viernes santo, en que JESÚS moría en la cruz, Sus discípulos lo habían abandonado, solamente Juan, estuvo allí al pie de la cruz, al lado de la madre de JESÚS, María. Por cierto, en todos Sus años de ministerio, JESÚS contó con el apoyo de las mujeres. En efecto, cuando Él enseñaba, sanaba y libraba a los cautivos de los demonios y -algunas de esas mujeres como María Magdalena-, que había sido sanada, le servían. Las mujeres no sólo eran participantes como seguidoras contemplativas de JESÚS, se encargaban también de muchos quehaceres tanto para el Señor como a Sus discípulos. Esas mujeres les servían haciendo las comidas, lavando las ropas y poniendo ese toque femenino tan necesario en toda escena humana. Debemos recordar que las mujeres no jugaban un papel muy importante ni en lo social, ni en lo civil tampoco en lo religioso, en los tiempos de JESÚS. Pero el Señor que hizo a la mujer para ser compañera del hombre, como ningún otro líder religioso, vino a dignificarla y a honrarla e insertarla para siempre como pilares importantes en Su Iglesia.
Pero volviendo al versículo, “estaban allí muchas mujeres mirando de lejos” ¿Qué miraban de lejos? Algunas de ellas como también Sus apóstoles, habían visto a JESÚS como un hombre especial, un héroe inmortal que venía del cielo para librarlos del yugo del imperio romano, como un rey humano que estaba fundando un reino terrenal: “Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. Él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda.” (Mateo 20:20,21 RV60). Pero ahora, estas mujeres ven a su héroe humano apresado, maltratado, humillado, escupido y crucificado, entonces esas mismas mujeres que le servían en los buenos tiempos, se mantuvieron a distancia, apesadumbradas y sin duda, llorando por su amado JESÚS.
¿A que distancia vamos de JESÚS en este día? Es posible que en el pasado, le servíamos al Señor con mucho gozo en el corazón, la conversión a Él, tiene esa maravilla que al sentirnos libres y en Él, no queremos distanciarnos; pero es posible que los fuego de la pasión inicial, se nos haya apagado como lo ocurrió a la Iglesia en Éfeso, tanto que el Señor le dijo: “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.” (Apocalipsis 2:4) Una cosa que tenemos siempre que recordar es que el amor del Señor por nosotros, no se enfría como el nuestro hacia Él. Es posible que alguna enfermedad, algún problema o circunstancia de la vida nos lleve a la situación de estar “mirando de lejos” ¡No lo contemplemos desde la distancia! Nuestro Dios es fiel: “¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.” (Miqueas 7:18,19 RV60) Por eso, no te quedes “mirando de lejos.”
Oración:
Amado Padre Celestial:
Gracias Señor por tu gracia infinita, quiero por encima de cualquier cosa, interés o persona en este mundo, seguirte y servirte, sin reservas, sin retiradas, y sin lamentos. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
¿Estamos totalmente involucrados en servir al Señor o lo estamos “mirando de lejos”?
Interacción:
¿Qué te dice Dios hoy por medio de su Palabra?
Y en respuesta a ello…
¿Qué le dices tú a Él?
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