miércoles, 11 de mayo de 2011

La paz de Dios

Francisco Aular                                            

La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. Juan 14:27

"Gracias pastor, tengo paz en mi corazón. Tengo paz con Dios". Fueron unas de las últimas palabras coherentes de aquel hombre a quien yo asistía en los últimos momentos de su vida en un hospital. A la verdad, en esos últimos momentos, poco importa la paz que ofrecen los seres humanos, que en el fondo prefieren vivir en guerra: “Yo soy pacífico; mas ellos, así que hablo me hacen guerra” (Salmo 120:7). Así era el mundo antiguo, y así es en la actualidad. Tenemos líderes al frente de nuestras naciones que no son hombres y mujeres de paz. Uno no puede dar lo que no tiene. Estamos ya en la segunda década de este siglo, que se ufana de sus adelantos tecnológicos y científicos, y, sin embargo, las revoluciones, guerras, y todo tipo de desorden y luchas internas en todas partes del mundo, no nos permiten la paz que tanto necesitamos. En realidad, no existe razón para sentirnos orgullosos de un mundo así. Se puede decir con el Apóstol: “Quebranto y desventura hay en sus caminos; Y no conocieron camino de paz” (Romanos 3:16,17).
Pero existe otro tipo de paz, la de Dios. Este tipo de paz no descansa en esfuerzos humanos, ni en la cesación del sufrimiento y las tormentas de la vida. El fundamento de este tipo de paz es sólido porque descansa en la obra que JESÚS hizo a nuestro favor en el Calvario, único mediador entre un Dios santo y el ser humano pecador, que conquistó un lugar en el cielo para nosotros, porque como todo, en nuestra unión con Cristo, la paz no es algo, sino Alguien, JESÚS: “Él es nuestra paz” (Efesios 2:14), y Él hizo “la paz mediante la sangre de su cruz” (Colosenses 1:20). Es una paz que Dios ofrece generosamente a todos los seres humanos, porque Él es “el Dios de paz” (Romanos 16:20). Esta paz no depende de nosotros, y nos es otorgada por la fe en JESÚS y su sacrificio por nosotros: Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:11,12).
¿Es posible tener paz con Dios? No sólo es posible, sino que es el único propósito por el cual hemos nacido humanamente hablando, en esta vida temporal. Dios no quiere que salgamos de este mundo sin conocer esta paz con Él, y vivir a la altura de ella. Tampoco que vivamos con miedo al poseerla. Porque su paz, es segura y eterna: La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
¿Que significa la paz de Dios? Repito, la paz que nos ofrece y da JESÚS, nunca quiere decir que no tendremos problemas, sino que a pesar de las circunstancias de esta vida, Él estará con nosotros y procurará todo nuestro bienestar y bien supremos. El mundo ofrece una paz como cese de hostilidades, la evasión de problemas y el éxito y felicidad al final. Sin embargo siendo realista, esa era no ha llegado, ni llegará.
JESÚS ofrece y hace posible, la paz con Dios y con nosotros mismos; es la paz que nos lleva a la victoria a pesar de las dificultades y las demandas de la vida; es la paz que ningún peligro ni sufrimiento la puede ensombrecer; es la paz que sobrepasa largamente nuestras limitaciones humanas; es la paz de quien sabe que todo lo que es y tiene, están en las poderosas manos de Dios; es la paz de aquel que no la busca en nada, ni nadie en este mundo, que no sea JESÚS; es la paz del que sabe que todo lo puede en JESÚS que le da la fortaleza y le hace vivir en victoria cualquiera sea su situación económica, social o cultural; es la paz del que canta en medio del sufrimiento; es la paz del que sabe que está muerto a este mundo y su vida “está escondida con Cristo en Dios” (Colosenses 3:3), y nadie ni nada lo puede apartar del amor de Dios; es la paz que es independiente de todas las circunstancias exteriores; es la paz que a través de los siglos ha hermoseado el carácter y la pasión del cristiano nacido de nuevo por su amado JESÚS; es la paz que posee todo aquel que rinde todo lo que es, lo que tiene a los pies de JESÚS; es la paz del que deja aquí lo que puede perder para ganar lo que nunca perece; es la paz que triunfará al final de esta historia como la hemos conocido. ¡Alabado sea el nombre de JESÚS! Sí, Él es nuestra paz.

Oración:
Gracias amado Padre por darme esa paz que sobrepasa largamente a la que el mundo me ofrece. Ayúdame a vivir y a proclamar tu paz. En el nombre de JESÚS. Amén.

Perla de hoy:
Alabe a Dios por esa paz que Él en su gracia nos da a sus hijos. Pídale que usted pueda mostrar esa paz que ya posee en todo lo que es y hace.

Interacción:
¿Qué te dice Dios hoy por medio de su Palabra?
Y en respuesta a ello…
¿Qué le dices tú a Él?

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