Francisco Aular
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DOMINGO, 24 de diciembre de 2024
¡VAMOS A BELÉN!
Cuando los ángeles se fueron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: «Vamos a Belén, a ver esto que ha pasado y que el Señor nos ha dado a conocer».
—Lucas 2:15 (NVI)
Hace más de 30 años estuve allí, en Belén. Si fuéramos hoy, no estaríamos en la algarabía de una peregrinación, sino en medio de los ayes, de una zona de guerra. Belén, se encuentra a unos diez kilómetros de Jerusalén, y sigue siendo un pueblo marcado por la profecía de la Palabra de DIOS.
Cuando visité a Belén, recordé las palabras del profeta cuando dijo: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad”. (Miqueas 5:2, RV60).
Sin embargo, me gustaría invitarlos a que fuéramos a la Bélén de los días en que nació JESÚS, hace 2000 años. ¡Unámonos a las multitudes de los nacidos de nuevo que existen y han asistido desde desde ese nacimiento que cambió la historia.
Pensando en eso, hace muchos años un poeta escribió el himno" ¡Qué bella historia!"
I
¡Qué bella historia! De Su excelsa gloria
Bajó el Salvador, Jesús mi Redentor.
Nació en pesebre, Despreciado y pobre,
Varón de lágrimas y de dolor.
Coro:
¡Oh, cuánto le amo! y fiel, le adoro,
Él es mi vida, ¡Mi Redentor
El Rey de gloria vino a salvarme,
Y a revelarme, al Dios de amor.
II
¡Qué gran misterio! tan incomprensible
El Verbo se encarnó, y al mundo descendió:
El plan oculto revelóse al hombre
Y por su tierno amor me levantó.
III
¡Don admirable! ¡Tan incomparable!
De plena salvación, Y eterna redención
El sol divino brilla mi camino;
Su luz alumbrará mi corazón.
(¡Qué bella historia! Roberto Savage. Voces de Júbilo #1).
Ciertamente mis amados, hoy celebramos a JESÚS; conmemoramos su Nacimiento ocurrido hace 2000 años. La noche en la cual nació JESÚS en aquel establo de Belén, sucedieron varios hechos milagrosos, entre ellos, la participación de los ángeles y el miedo de los pastores cuando en aquella oscuridad escucharon a las huestes celestiales, a los ángeles del cielo que alababan a DIOS y decían: “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres” (Lucas 2:14 NVI).
A pesar de ese susto ante lo sobrenatural, qué privilegio tan grande tuvieron los pastores de ver JESÚS en Su Primera venida a este mundo como un bebé común y corriente; Él nació en condiciones y circunstancias precarias; su entrada a este mundo tuvo una recepción muy fría por parte de los humanos a los cuales Él vino a salvar. En esa época, el nacimiento de un niño judío era celebrado por los vecinos, pero JESÚS nació lejos de la casa de sus padres en Nazaret, sin embargo, el aire trajo hasta Él el bello canto de los ángeles aquella noche, repitamos ese coro angelical:
“Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres” (Lucas 2:14 NVI).
Como podemos ver, la historia de la Navidad es la más preciosa que jamás se haya contado. Uno puede oírla vez tras vez, y no cansarse de oírla. Nuestro abuelos nos las contaron y también nuestros padres. Por los relatos de los Evangelios palpamos el gozo que sintieron y proclamaron todas aquellas personas que participaron en la primera Navidad; sentimos el gozo de María, la madre de JESÚS, al saber que estaba embarazada: “Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador” (Lucas 1:46,47 RV60).
Hubo fenómenos milagrosos movidos por la omnipotencia divina, aquella noche y después, como la estrella que guió a los sabios que vinieron del oriente: “Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo” (Mateo 2:10 RV60). Esos sabios fueron guiados durante meses para ir a Belén; llegaron y se postraron llenos de gozo delante de JESÚS para ofrecerles sus regalos navideños: “Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra” (Mateo 2:11 RV60).
Después, el descanso definitivo de Simeón porque el Espíritu Santo le había revelado que no moriría sin tener en sus brazos al Mesías prometido; las acciones de gracias de Ana, la ancianita que permaneció en el templo por espacio de ochenta y cuatro años, orando y ayunando en espera del Mesías. Ellos hicieron historia.
¡Qué gran Regalo nos hace el PADRE a través de JESÚS!
¡Ahora nos toca a nosotros que llegue ese Regalo a este mundo tan necesitados de ver y experimentar a JESÚS como SALVADOR Y SEÑOR! Vayamos en este día y digamos a todos: ¡Vamos a Belén!
¡Adelante, siempre adelante!
¡Venga ese abrazo: Feliz Navidad!
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