Francisco Aular
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Porque ¿de qué le sirve a uno ganarse todo el mundo, si pierde su alma?
—Marcos 8:36 (RVC)
— Y el Señor le dijo: «Ve allá, porque él es para mí un instrumento escogido. Él va a llevar mi nombre a las naciones, a los reyes y a los hijos de Israel.
—Hechos 9:15 (RVC)
Dos preguntas iniciales ¿Cuánto vale un alma? ¿Cuánto vale un misionero? El SEÑOR JESÚS, en el Evangelio de Marcos, dice: “Porque ¿de qué le sirve a uno ganarse todo el mundo, si pierde su alma”. (8:36). Esta afirmación tiene dos lados: Todo ser humano, tiene una valiosísima alma; pero la puede perder.
El ser humano es tan valioso que el mismo DIOS, envió a Su HIJO como: JESÚS MISIONERO. La Navidad nos recuerda que la empresa misionera, comienza con una semilla y después en un árbol gigante. ¡JESÚS nos trajo en ÉL el Regalo de la Vida Zoé! Y nos comisionó para hacer misioneros de Su Palabra “hasta lo último de la tierra”. (Mateo 28:19,20).
Un alma vale mucho más que todo lo que este mundo nos puede ofrecer. ¿Cuánto vale un misionero? Cada misionero tiene un valor infinito, y DIOS, Quien escoge, prepara y envía el misionero, no los dice a través de la vida y ministerio de uno de los grandes Apóstoles, Pablo: — Y el Señor le dijo: «Ve allá, porque él es para mí un instrumento escogido. Él va a llevar mi nombre a las naciones, a los reyes y a los hijos de Israel.
—Hechos 9:15 (RVC).
Debe estar muy claro en cada uno de nosotros, en esta Navidad, ¿Cuánto vale un misionero? Y además recordar que todo hijo de DIOS es un misionero de la Palabra de DIOS en lo que es, lo que hace y por dónde vaya!
En lo personal soy fruto de una pareja de misioneros estadounidenses que DIOS envió a Venezuela en noviembre de 1952, hace ya 70 años... En efecto, Charles y Shirley Clark, ministraron en Maracaibo, luego de 10 años allí, se mudaron a Caracas, para pastorear a la Misión Bautista Emanuel. ¡Lo que diré me emociona hasta las lágrimas! No existe casualidad, sino causalidad…Carlos Clark, predicó su primer sermón aquel mes de agosto de 1963, y yo, fui su primer fruto.
Imposible decir en pocas palabras, cuánto le agradezco al SEÑOR por la vida, ministerio y ejemplo de mis padres espirituales, Carlos y Shirley Clark. ¡Qué el PADRE me los bendiga y premie en esta hora! Por eso puedo decir, no con una pregunta, sino con una fuerte afirmación: ¡Cuánto vale un misionero! Allí va el poema:
¡Cuánto vale un misionero!
Francisco Aular
Porque ¿de qué le sirve a uno ganarse todo el mundo, si pierde su alma?
—Marcos 8:36 (RVC)
— Y el Señor le dijo: «Ve allá, porque él es para mí un instrumento escogido. Él va a llevar mi nombre a las naciones, a los reyes y a los hijos de Israel.
—Hechos 9:15 (RVC)
Se marchó en silencio
buscando el sendero.
Se aferró a su Biblia
y miró hacia el cielo;
dejó a sus hermanos
y un hermoso templo;
algunos oraban,
y otros sollozaban;
mientras él se ausentaba
dejando recuerdos.
La luz de la tarde
proyectó en el suelo,
la silueta de un hombre
valiente y sincero,
que ha dejado todo por ser
Misionero.
Llegó el nuevo día
y el pueblo extranjero
Con su movimiento
de vida y misterios;
Hombres y mujeres
caminaban de prisa
no se dieron cuenta
que al puerto llegaba,
un hombre de lejos,
con Buenas Noticias
para todos ellos.
Y al ver el contraste
de tantos criterios,
medité un momento:
“¡Dios mío, cuánto vale
un misionero!” …
¿Qué dios es tan grande
como nuestro DIOS?
Un avivamiento al pueblo cubrió;
miles se salvaron;
el liderazgo se multiplicó;
Iglesias surgieron;
templos se erigieron
honrando al SEÑOR.
Más la iglesia misionera
que aquel hombre envió,
mantuvo la cuerda,
orando y dando
como nunca dio;
pero algunos dudaban…
y al ver el contraste
de tantos criterios
medité un momento
“¡DIOS mío, cuánto vale
un misionero!” …
En las largas noches
del helado invierno;
o en las cortas noches
del verano nuevo;
de aquel misionero
yo siempre me acuerdo.
¿Tendrá su familia,
protección por cierto?
Y me asalta nuevamente
Este pensamiento:
“¡DIOS mío, cuánto vale
un misionero!” …
Francisco Aular
Toronto, 1997
De “Primicias del alma”
Perla de hoy
Nacer de nuevo en CRISTO, nos hace un cristiano nacido de nuevo; obedecer la Gran Comisión, nos hace un misionero.
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