Francisco Aular
Lectura devocional: Romanos 6:15-23
Así el pecado no tendrá dominio sobre ustedes, porque ya no están bajo la ley sino bajo la gracia. Entonces, ¿qué? ¿Vamos a pecar porque no estamos ya bajo la ley sino bajo la gracia? ¡De ninguna manera! Romanos 6:15,16 (NVI)
“La salvación implica la redención total del ser humano, y se ofrece gratuitamente a todos los que aceptan a Jesucristo como Señor y Salvador, quien por su propia sangre obtuvo redención eterna para el creyente”. (Fe y Mensaje Bautistas, LifeWay) 2019
Es decir, la Biblia nos dice que somos
salvos por gracia: “Porque por gracia
ustedes han sido salvados mediante
la fe; esto no procede de ustedes,
sino que es el regalo de Dios,
no por obras, para que nadie se jacte”
(Efesios 2:8,9 NVI).
¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que el cielo es un regalo y no un premio. En efecto, por el favor de DIOS sin que el pecador le cueste nada, DIOS obra a favor del pecador tanto para salvarse de la condenación eterna como su crecimiento hacia la madurez en Cristo:
“hasta que todos lleguemos a la unidad
de la fe y del conocimiento del Hijo
de Dios, a un varón perfecto, a la
medida de la estatura de la plenitud
de Cristo” (Efesios 4:13).
¡Dios espera grandes cosas de los que ha elegido y salvado para ser Sus hijos! Ahora bien, para ser salvos no necesitamos la Ley con sus ceremonias y ritos; Sin embargo, los preceptos morales no pueden ser abolidos porque el ser humano, “no es pecador porque peca, sino peca porque es pecador”. Por otra parte, la dimensión de ese cumplimiento perfeccionado por JESÚS es lo que Pablo llama “la ley de Cristo”; de allí que Pablo pregunta a sus lectores y responde al mismo tiempo: Entonces, ¿qué? ¿Vamos a pecar porque no estamos ya bajo la ley sino bajo la gracia? ¡De ninguna manera! La gracia obra para la justificación -en un momento puntual de nuestras vidas-, e inicia en el pecador un proceso de santificación que dura toda la vida en esta tierra y termina en nuestra glorificación al final de los tiempos:
“Estando persuadido de esto,
que el que comenzó en vosotros
la buena obra, la perfeccionará
hasta el día de Jesucristo”
(Filipenses 1:6).
Sí, por la gracia, y la misericordia de Dios JESÚS cruzó la barrera de la santidad absoluta de DIOS para venir a buscarnos; vivió, murió y resucitó, y ahora Él, es nuestra única provisión; cruzando también, la barrera del pecado de ser humano, y llevándonos a DIOS:
“Él es el sacrificio por el perdón de
nuestros pecados, y no sólo por los
nuestros sino por los de todo el mundo”
(1 Juan 2:2 NVI). En verdad DIOS a través de Su Hijo, y la eficacia de la Palabra de DIOS y el Espíritu Santo, el don de la fe y el arrepentimiento, producen en nosotros el nuevo nacimiento (Juan 3:3), y nos da la Vida eterna, la Vida que nos llegó del cielo en la Persona de JESÚS (Juan 14:6). Sin embargo, repito, eso ¿significa que una vez salvados podemos comportarnos como nos venga en gana? ¿Es una licencia para que pequemos sin condenación?:
“¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos
en el pecado para que la gracia abunde?
En ninguna manera. Porque los que
hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos
aún en él?” (Romanos 6:1,2).
Dos extremos en la teología de la santificación entraron desde el mismo comienzo de la Iglesia; por un lado, el perfeccionismo que es el sistema que propone que el creyente puede llegar en esta vida a verse totalmente libre del pecado y por sus esfuerzos lograr la santidad y perfección moral. Esto genera en el cristiano un activismo religioso, esfuerzo humano, no produce el carácter cristiano, al contrario, genera una “superespiritualidad” llena de autosuficiencia. Igualmente, esta doctrina, contradice las enseñanzas de la Palabra de DIOS que nos dice que nadie está sin pecado:
“Si decimos que no tenemos pecado,
nos engañamos a nosotros mismos, y
la verdad no está en nosotros”
(Juan 1:8).
En el otro extremo esta el “antinomianismo” –“Ya estamos perdonados, vivamos como queramos”- el cual destruye la vida cristiana, con ocio, indiferencia e irresponsabilidad. Generalmente, puede estar seguro de que el “antinomianista”, no es cristiano nacido de nuevo. Ambos extremos fueron enfrentados por los apóstoles. Por ejemplo, el apóstol Juan que era muy práctico en su teología, dice:
“Y en esto sabemos que nosotros
le conocemos, si guardamos sus
mandamientos. El que dice:
Yo le conozco, y no guarda sus
mandamientos, el tal es mentiroso,
y la verdad no está en él; pero el que guarda
su palabra, en éste verdaderamente
el amor de Dios se ha perfeccionado;
por esto sabemos que estamos en él.
El que dice que permanece en él,
debe andar como él anduvo”.
(1 Juan 2:3-6).
En realidad, gracia divina y responsabilidad humana van juntas para una vida cristiana normal. Ciertamente el cristiano nacido de nuevo, puede decir: Ya no tengo una carga que me agobie y me aparte de DIOS, al verme como soy un pecador que merece el infierno; pero comenzando con la conversión, responsablemente me hago dócil a la obra que el Espíritu de DIOS, hace en mí; esto es verdad, me considero un cristiano en construcción, ya no soy quien fui, pero tampoco soy quien debo ser; momento a momento dependo de la gracia de DIOS, y me esfuerzo en Su gracia para ser quien debo ser para Su honra y gloria; como Pablo al final de su brillante carrera, digo:
Palabra fiel y digna de ser recibida
por todos: que Cristo Jesús vino al
mundo para salvar a los pecadores,
de los cuales yo soy el primero”.
(1 Timoteo 1:15).
En definitiva, mientras vivamos aquí en este cuerpo para vivir una vida cristiana normal, necesitamos andar con: Gracia y responsabilidad.
Oración:
PADRE DE GRACIA:
Gracias SEÑOR porque en el Calvario compraste un lugar para mi en el cielo. No había nacido, pero por tu gracia ya había sido elegido para ti, ahora descanso completamente para mi salvación en tus méritos y mi gratitud se viste de responsabilidad. Ayúdame SEÑOR a ser como tú eres en el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Gracia y responsabilidad son las dos caras de una misma moneda en la vida cristiana y la personalidad del discípulo.
Interacción:
¿Qué me dice DIOS hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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