Francisco Aular
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Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. Lucas 14:17
En los tiempos de JESÚS, cuando los hombres acaudalados celebraban una gran fiesta cursaban dos invitaciones. La primera era la noticia preliminar, contenía la invitación y las indicaciones para que los invitados hicieran los preparativos necesarios para asegurar la asistencia; la segunda invitación, informaba que la fiesta estaba lista, y que los invitados debían acudir; era un honor ser invitado por aquel anfitrión tan importante y una ofensa rechazarlo. Así pues, podemos decir que, ese Anfitrión, esa gran cena y los invitados a ella, representan la gracia divina. Hoy, Dios está celebrando una gran cena y nos invita a ella; llegará el momento en que el tiempo de la gracia habrá terminado, y sólo los que acudieron a la invitación, disfrutarán de la gracia de Dios para siempre.
El escritor Philip Yancey nos recuerda la importancia e impacto de la gracia en la iglesia, en su libro: Gracia divina vs condena humana (Editorial Vida, Estados Unidos) 1997. En efecto, escribe sobre la película premiada con un Oscar, “El banquete de Babette” -no es una película cristiana-, se argumenta una historia del contraste en el plano religioso del legalismo y la gracia. En efecto, pertenecientes a una rama del luteranismo legalista, un pastor, con sus dos bellas y talentosas hijas reúne en un pueblo de Austria a su congregación. Sus feligreses lo aman; él forma con ellos un grupo que se aísla de la sociedad. Todos visten de negro, consumen una misma comida que consiste en pescado y papas sancochadas, aderezada con cerveza y pan. Cantan himnos, y algunos de ellos cuyas letras prometen un gran futuro en la Nueva Jerusalén.
Pues bien, el pastor muere y en su lugar, quedan sus dos hijas: Martina, llamada así en honor de Martín Lutero, y Phelippa, en recuerdo de Felipe Melancton, dos grandes héroes de la fe. Todo está lleno de austeridad. Sin embargo, el pecado ha hecho entrada entre ellos, y con los años, las raíces de amargura han hecho estragos en las relaciones de los lugareños.
Se introduce en la historia, una francesa de nombre Babette, que viene huyendo de la guerra de Francia, en donde ha perdido todo lo que poseía; la mujer, en una fría noche de invierno, en medio de un torrencial aguacero, llega a la playa cercana de aquella secta. Es casi la medianoche cuando toca la puerta de la casa de las hermanas Martina y Philippa; Babette les pide posada, y durante 12 años les sirve sin cobrar nada por ello, sólo recibe hospedaje y comida. Una inesperada circunstancia, pone en las manos de Babette, ¡diez mil francos! Las hermanas se alegran de que Babette sea rica, pero saben que con ese dinero ella saldrá a vivir una nueva vida, lejos de ellas, pero, sorprendentemente, Babette se queda con ellas y como celebraban el centenario del natalicio del pastor, Babette les promete hacer una gran cena al estilo francés. Así lo hace y en la fecha establecida, 15 de diciembre, entre los recelos de las hermanas y de los feligreses, sirve un banquete inolvidable.
Los invitados acuden, entre ellos un general que en tiempos anteriores había cortejado a Martina; este general, había visitado en París un famoso restaurante llamado el “Café Anglais”, en donde la jefa de la cocina era una mujer. Los aldeanos empiezan a degustar aquella comida tan diferente a los que por tantos años habían saboreado; habían acordado no preguntar nada sino comerla toda. Todos los aldeanos hacen en la mesa lo que ven hacer al general; solamente él va comentando cada plato y cada bebida; a medida que la cena va avanzando, los feligreses se confiesan unos a otros sus faltas y se piden perdón. Termina la fiesta, y en medio de la nieve se pierde el carruaje del general… se ve el cielo azul y estrellado en el horizonte.
En “El banquete de Babette” la penúltima escena es inolvidable: afuera, los ancianos, como niños se toman de las manos alrededor de la fuente, y cantan en medio de la noche los cánticos de su fe y de esperanza. Es una escena que refleja que el banquete de Babette les había abierto la puerta a la comunión y la paz unos con otros, y había comenzado en la aurora, el despertar de la gracia. Como lo dice la autora del libro en el cual se basó la película, Karen Blixen, los feligreses se sentían, “como si de veras sus pecados hubieran sido lavados, y lucen tan blancos como la nieve, y en este atuendo de inocencia recuperada, estuvieran brincando como corderillos”.
En la escena final se ve a Babette sentada y la cocina en completo desorden. Ella luce satisfecha, había honrado a sus visitantes con una gran cena. “Babette, fue una escena encantadora”, le dice Martina con gratitud. Babette, que había cocinado por 12 años la misma comida en aquella casa, añade: “Yo fui la jefa de cocina del Café Anglais”. Las hermanas piensan que Babette se regresará a París, pero Babette, les dice: “He gastado todos los diez mil francos en esta cena, ¡no se asombren. Eso cuesta una cena como ésta en el Café Anglais” ¡Los comensales no habían pagado nada, tal y como la gracia: gratis pero no barata!
¡Qué parábola! Así Dios, por su gracia, sin que nos cueste nada a nosotros, nos invita a la salvación. El Señor nos invita a Su cena. Así se unen las dos caras de la gracia para que sea efectiva: La gracia da, la fe recibe. ¡Ese es el despertar de la gracia!
Oración:
PADRE DE TODA GRACIA:
Gracias SEÑOR porque un día viste que yo no tenía, por mí mismo, ningún mérito para llegarme a ti; pero por tu gracia me invistas a tu cena y me diste el nuevo nacimiento para poder disfrutarla por medio tu amado Hijo, lleno de méritos, “lleno de gracia y verdad”. Ayúdame a decir a los demás que hay Vida en JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La salvación por gracia se desprende de la invitación que DIOS nos hace a través de JESÚS. Usted está invitado a esta gran cena; no ponga excusas y honre al Anfitrión.
Interacción:
¿Qué me dice DIOS hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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