Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional Lucas 15
Ya no
soy digno de ser llamado tu hijo;
hazme
como a uno de tus jornaleros.
Y
levantándose, vino a su padre.
Y
cuando aún estaba lejos, lo vio
su
padre, y fue movido a misericordia,
y
corrió, y se echó sobre su cuello,
y le
besó. Lucas 15:20,21 (RV60)
Hoy les
envío la segunda entrega de la Perla del alma de ayer, donde les continúo
escribiendo el tema: “Parábola del amor paterno (2-2)”. En razón de que este
fin de semana, estaremos celebrando en varios países el "Día del
padre", y aquí con un abrazo a todos los hombres y su responsabilidad
paternal, me uno de todo corazón a una celebración como ésta porque tiene un
fuerte asidero bíblico: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días
sean prolongados en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da”. (Éxodo 20:12, BLA)
El tercer paso para ser un padre amoroso se
da al sufrir y experimentar, el abandono de los hijo a la enseñanzas y valores
del hogar paterno: “No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se
fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo
perdidamente.” Ningún dolor puede compararse al que sufre un padre por la
desobediencia de un hijo, cuando se va de mala manera del hogar paterno. ¡Hijos
cuántas lagrimas y cuantas noches en vela se ha invertido por la crueldad de un
hijo con sus padres! ¡Y todavía hay hijos desobedientes a sus padres en el
mundo postmoderno! Así, muy poco podía hacer aquel padre amoroso con este hijo
desobediente, excepto: orar, confiar y esperar en el SEÑOR para algún día verlo
retornar a su hogar. Cuando un hijo se va a “una provincia apartada”, no es una
decisión sensata porque involucra, dejar a Dios con su mesa servida para ir a
comer en los basureros del mundo. Sin embargo, este es un tiempo para que un
padre amoroso descanse en las promesas de Dios: “Los hijos de tus siervos
habitarán seguros, y su descendencia estará firme delante de ti” (Salmo 102:28
RV60)
El cuarto paso para ser un padre amoroso se
da al perdonar al hijo desobediente: “Y levantándose, vino a su padre. Y cuando
aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se
echó sobre su cuello, y le besó.” Mi madre, cuando yo la iba a visitar, siempre
tenía una arepa lista para que cuando yo llegara la disfrutara. Bueno, no iba a
verla todos los días, pero ella tenía la mesa lista todos los días para mí.
¡Cuánto me duele ahora que no la tengo pensar que muchas veces, la dejé
esperándome! Pienso que el padre amoroso de la parábola, siempre tenía la mesa
lista para su hijo porque su corazón de padre, le decía todos los días, que el
vendría. Así que me imagino, verlo en la ventana, un venerable anciano judío,
vestido con sus ropas finas. De pronto, a lo lejos, ve a un joven vestido de
harapos y descalzo. Esa mirada que posee, y esa forma de caminar que tiene el
hombre joven, le producen un pálpito difícil de explicar. ¡Es él, es mi hijo!
Exclama y las lágrimas de gozo sustituyen a las lágrimas de la larga ausencia
del hijo¡ Abre la puerta, y corre al encuentro del hijo que vuelve arrepentido;
por un instante se olvida que no era propio, no era digno para un judío de edad
avanzada. Sin embargo, el amor hacia aquel hijo, pudo ir mucho más lejos que
“el que dirán” los vecinos y sus obreros. Allí estrechados en un abrazo filial,
el padre y el hijo, y entre lágrimas, el padre lo besa, mostrando de esta
manera su misericordia y perdón total.
El hijo ha ensayado un discurso para decírselo a su padre, desde
aquella ocasión, entre los cerdos que cuidaba, que despertó de su locura
espiritual “y volviendo en sí”… El hijo arrepentido no deseaba otra cosa que
ser tratado como un jornalero más. Pero el padre tiene mucho más para aquel
hijo que arrepentido regresa: “Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor
vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y
traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta.” Ah, mis amigos.
Aquí tenemos una historia de la vida real. ¡Gracias JESÚS por hablar a nuestros
corazones¡ Mis ojos, casi no pueden ver el teclado. ¡Qué bella historia! Usted
y yo, cuando venimos a nuestro Padre Celestial, Dios nos trata igual. Dios nos
viste con la mejor ropa para estar en su presencia, nos vista con la justicia
de Su Hijo JESÚS, con la cual nos compró un lugar en el cielo, y nos lo ofrece
gratuitamente; puso un anillo en nuestros dedos, la señal de autoridad y
seguridad de nuestra realeza, somos Sus hijos, tan hijos como JESÚS; y calzado
en nuestros pies, solos los hijos tenían calzados y no los siervos o esclavos,
esta sandalia es nuestro distintivo de nuestra filiación. ¡Somos de la familia
de Dios!
Una palabra final: Padre, hazte el propósito de amar a tu familia,
pase lo que pase. Nunca es tarde para retomar el camino para ser un padre
amoroso, y representar a Dios mismo ante nuestra esposa e hijos. Tarde o
temprano moriremos, y si de todas maneras vamos a morir, dejemos un legado como
padres de familia: Haber vivido para la gloria de Dios. ¡Feliz día del Padre
Oración:
PADRE ETERNO:
Hazme brillar con tus luz admirable para que mis seres
amados vean y encuentren el Camino, la Verdad y la Vida. Dame tu amor para
amar, fe y valor para servirte en mi casa primero, y a lo ancho y largo del
mundo que me rodea. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La actitud
que tengamos frente a nuestro hermano menor y su arrepentimiento, nos revelará
si amamos como nuestro PADRE.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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