lunes, 22 de junio de 2020

La gran cosecha

Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Lectura devocional: Juan 4:34-42
Ustedes conocen el dicho: “Hay cuatro meses entre la siembra y la cosecha”, pero yo les digo: despierten y miren a su alrededor, los campos ya están listos para la cosecha. Juan 4:35 (NTV)

Cosecha en todo terreno

Una jovencita de 16 años llegó a un pueblito al frente de su equipo de la Marcha Evangelizadora de ese año, el desafío era grande porque allí no teníamos “testimonio bautista”. Dios tenía para aquel equipo una gran cosecha, más de cuarenta personas aceptaron al Señor y también recibieron las lecciones de discipulado. Los integrantes del equipo regresaron a sus lugares de origen, pero aquella jovencita se quedó liderando al grupo de nuevos creyentes que se reunían debajo de un árbol de mango. Un hombre que tenía un depósito desocupado, al verlos reunirse allí, los invitó a que se reunieran en el lugar que les estaba ofreciendo. Así surge una nueva iglesia.

Cosechando antes que muera la cosecha

En otra ocasión, tres evangelizadores llegaron a Maracaibo, la segunda ciudad, al occidente de Venezuela, y en ese equipo está un famoso pianista; salen a evangelizar y llegan a un edificio, empiezan a tocar puerta por puerta, de repente de un apartamento se escucha una música clásica a todo volumen; el pianista evangelizador dice: “¡Allí tiene que vivir un músico, déjenme a mí compartir el evangelio!”. Tocan y tocan pero nadie responde; el jefe del equipo le dice al músico, “sigamos, tal vez el dueño de la casa está durmiendo”…, pero el pianista dice: “¡Eso es extraño!” Y volvió a insistir. Por fin, un hombre sale y los invita a pasar, el hombre dice: “¿Saben algo?, soy músico pero había resuelto poner fin  a mi vida…”. De allí en adelante el pianista tomó la palabra y al poco rato, los tres hombres se arrodillaron porque aquel hombre “había pasado de muerte a vida”.

¡Vamos por la gran cosecha ahora!

Estamos en Fort Lauderdale en Florida, un grupo de amados hermanos viajaron desde Venezuela y Canadá a Estados Unidos; son evangelizadores. Reciben una semana de adiestramiento y luego van casa por casa, en una ciudad del país en el que se supone, la gran mayoría de sus habitantes son cristianos nacidos de nuevo, pero no es así. Muchos estadounidenses son cristianos religiosos que necesitan a JESÚS; lo que pudieran ser obstáculos, el sol fuerte y el idioma inglés, son vencidos, y al final del evento, un mes después, sesenta personas forman una nueva iglesia.

La cosecha rinde frutos

Igualmente, en otra ciudad norteamericana, Toronto en Canadá, tres jóvenes llegan a visitar a un joven chileno-canadiense, él es un destacado jugador de fútbol, pero al mismo tiempo, la violencia que domina en su barrio, lo hicieron convertir en una fiera de las peleas callejeras y en los estadios. Uno de los jóvenes evangelizadores toma la palabra, le expone el plan de salvación, y el evangelizado acepta el regalo de la vida eterna en JESÚS. El joven nuevo convertido al Evangelio empieza compartir su nueva fe con los que le rodean, impacta a sus familiares, a sus amigos y conocidos; por su testimonio, más de una veintena de personas vienen a la vida eterna en ese primer año de convertido. Actualmente aquel hombre, conjuntamente con su esposa e hijos, terminar de regresar, después de cuatro años como misioneros en España. Son la primera pareja hispana que salen enviados desde Canadá. ¿Qué tienen todas las historias en común? Pues, que no importa el evangelizador -Dios lo usará de todas maneras-, no importa el país, el barrio, el idioma, el nivel social y económico, el sistema político o cultural, lo que sí importa es obedecer a JESÚS, predicar su Evangelio, porque alguna persona estará lista esperando por alguien que le lleve el Mensaje de Salvación. Sea quien sea esa persona que esté por convertirse al Evangelio, nos ayudará a cambiar al mundo, porque una gran cosecha nos espera: “despierten y miren a su alrededor, los campos ya están listos para la cosecha”.
Oración:
Amado PADRE Celestial:
Tu nombre es digno de ser alabado por tus hijos en toda la tierra. Hazme aprender que la evangelización es la mejor forma de invertir nuestra vida en otros; que como la mujer samaritana, tenga yo esa pasión evangelizadora, capaz de hacerme buscar a otros con tu mensaje. Ayúdame a sembrar, a cultivar y a cosechar para tu honra y gloria. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Evangelizar es una cruz clavada en el alma del evangelizador y ésta lo obliga, por amor a su prójimo y en obediencia, a ir a la zona incómoda.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo? 

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