jueves, 11 de abril de 2019

La esencia del Evangelio

Francisco Aular        
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional: Gálatas 6:11-17
Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. Gálatas 6:14 (RV60)

La cruz el corazón del Evangelio

Los autores de los Evangelios y las Cartas que forman el Nuevo Testamento, comprendieron que la esencia del evangelio, era la cruz de JESÚS. Sí, la muerte de JESÚS, es el corazón del Evangelio. Su convicción descansada sobre las enseñanzas del mismo SEÑOR, desde el principio mismo de su ministerio: "Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". (Juan 3.14,15). Sin embargo, sabían que una predicación que tuvieran como centro la cruz de CRISTO, era un escarnio porque la cruz era el castigo para un criminal. Igualmente, sabían que al predicar sobre un Mesías crucificado, sería un escándalo para los judíos. Tampoco sería muy popular para los sofisticados griegos tan orgullosos por el saber humano, para éstos la Cruz era una locura. De hecho, hoy en día, todo discípulo nacido de nuevo, lo sabe, lo predica y vive: ¡La cruz es el corazón del evangelio, no por la madera; sino por JESÚS!

Nadie murió como JESÚS murió

¿Qué significó para aquellos hombres y mujeres, la cruz de JESÚS? ¿Por qué los cristianos sostuvieron contra viento y marea, que la muerte de JESÚS era el centro mismo del hilo rojo de la salvación desde Génesis hasta el Apocalipsis? ¿Por qué JESÚS, por lo demás la vida más preciosa que ha pisado este planeta, escogió deliberadamente el camino de la cruz? Gracias al Padre, existen respuestas bíblicas para todas y otras preguntas sobre el tema. No podemos abordarlas todas hoy, volveremos. No obstante, Pablo nos da dos razones, en primer lugar el mundo con todos sus intereses pasajeros "me es crucificado a mí" Es decir, el mundo muere para mí y en su lugar, surge la Vida que viene del cielo. En segundo lugar, "y yo al mundo" JESÚS que vive en mí, es la Vida eterna, cuando el mundo lo crucificó a Él, me crucificó también a mí. En resumen decimos: ¡Nadie vivió  como JESÚS murió; nadie murió como JESÚS murió!

Prueba del amor divino

Por otro parte, el apóstol de Pablo, tenía muchas razones para sentirse orgulloso humanamente hablando, había alcanzado todos los honores que el mundo antiguo le pedía ofrecer a un ser humano. Pero cuando Pablo pensaba en la esencia del Evangelio, vio que desde todo punto de vista, la muerte de JESÚS fue un crimen odioso, una injusticia que muestra toda la maldad que brota del corazón humano cuando pierde la ruta del bien. Pablo recuerda, que él también como pecador, estuvo en esa ruta, porque también persiguió a JESÚS. ¿Cómo actúo JESÚS frente a tanto odio del ser humano? ¡JESÚS, respondió con amor! Su muerte es la prueba gigantesca del amor divino: amor del Padre quien da a Su Hijo, amor de JESÚS quien da su vida.

¡Qué Evangelio!

¿Qué puede hacer uno frente a un amor así? Aceptarlo. Disfrutarlo. Predicarlo en estos términos: Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. (Gálatas 2.20). ¡Qué Evangelio tan grande!  ¡Vivir para anunciar las virtudes de un Dios así, es verdaderamente vivir! Razón tenía el escritor anónimo del siglo de oro de la poesía española al conmovernos con el soneto:

A Cristo Crucificado

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
Enmudezco y mi corazón y mi alma te alaban por tu misericordia, tu amor y perdón. ¡Gracias por morir por mí en Monte Calvario y darme las fuerzas para yo morir también! Ayúdame para vivir una vida en que todo sacrificio mío sea nada comparado con tu gracia y tu amor. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La cruz de JESÚS es el único punto de encuentro entre el Dios santo y el ser humano pecador.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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