Francisco
Aular
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Lectura devocional: 2 Pedro 3:1-18
En cambio, crezcan en la gracia y el
conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡A él sea toda la gloria ahora
y para siempre! Amén. 2 Pedro 3:18
(NTV)
Yo tendría un año
en el Señor, y poco a poco crecía en la fe, me sentía lleno de entusiasmo
en las cosas de Dios. Mi pastor el
misionero estadounidense, Carlos Clark, y su preciosa familia, habían impactado
mi vida. Igualmente, Dios me había preparado dos amigos para ayudarme a crecer
en esos primeros años de mi infancia espiritual, Adonis Rodríguez y Luis Magín
Álvarez. Especialmente con Adonis, orábamos y soñábamos con formar familias que
amaran al Señor, y con ellos, ayudar a la extensión del reino de Dios en la
tierra. Así ha sido.
Verá, la influencia positiva de nuestro pastor y su preciosa familia se
reflejaba en muchos de los asistentes en nuestra Misión Bautista Emanuel. Como
todas las cosas buenas de la vida, algunos de los nuevos creyentes, no sabíamos
que aquella familia misionera, saldría de nuestra iglesia y retornaría a su
país por un año. Al retorno, no sabíamos si los destinarían de nuevo para estar
con nosotros.
Así las cosas, todavía recuerdo aquella triste despedida del aeropuerto,
cuando vi que el avión de Pan American
World Airways, levantó vuelo y se perdió en las nubes. No encontré
consuelo por aquella semana porque los Clark, venían a mi mente y corazón. Confieso que ese domingo siguiente en
la iglesia, lloré casi todo el culto. ¡Qué falta me hacía mi pastor y su
familia! Pero mi amado pastor, me escribió una tarjeta postal, la cual recibí
al mes siguiente de la despedida. En aquella postal escribió palabras llenas de
consejos al niño en CRISTO que era yo, y además de sus palabras, añadió el
versículo que encabeza este devocional: En cambio, crezcan en la gracia y el
conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡A él sea toda la gloria
ahora y para siempre! Amén.
¿Qué es la gracia de Dios? La gracia es el mayor regalo de Dios hacia los
pecadores: “Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen
ningún mérito en eso; es un regalo de Dios. La salvación no es un premio por las cosas buenas
que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo.”
(Efesios 2:8-9 NTV). Sí, la gracia es el amor de Dios aplicado a nuestra total
indigencia espiritual. Esa gracia tiene su fuente en Dios mismo y nunca en
nosotros. Dios es libre y soberano, y distribuye Su gracia como Él quiere y a
quien Él quiera. De manera que nuestro orgullo acostumbrado a no ser recibir
favores de nadie, siempre cree que puede hacer algo para ganarse, para
merecerse la salvación que Dios otorga. Así el incrédulo rechaza la gracia. Mientras
que el pecador arrepentido la recibe con humildad y gratitud.
¿Qué es crecer en la gracia? A medida que dejo que el Señor inunde mi vida
con su río de gracia en abundancia, mi ser va creciendo. El Señor va llenando
cada espacio mi “espíritu, alma y cuerpo” en la medida en que yo sea dócil a la
llenura del Espíritu Santo en mi caminar cotidiano. El apóstol Pedro nos ordena
crecer en la gracia, de modo que no es una elección, porque crecer o no crecer,
no es una opción, sino un mandamiento para que podamos ser ejemplos a otros.
Como dice el especialista en liderazgo John Maxwell “una persona influye en
toda su vida, de manera indirecta o directa, en otros diez mil individuos”. ¿A
cuántas personas estamos influenciando positivamente? Sin duda un cristiano
nacido de nuevo en posición de liderazgo influye mucho más en toda su vida
rendido bajo el poder de la gracia de Dios.
Les confieso que las despedidas siempre me llenan de mucha nostalgia, y eso
lo saben muy bien mis compañeros en la Marcha Evangelizadora, tras cada evento
que realizábamos, después del “despliegue”, limpiábamos todo asegurándonos que
el sitio quedaba mejor que como lo habíamos encontrado. Entonces, acostumbraba
irme al lugar que nos había servido de santuario principal en dónde estuvimos
predicando, enseñando, orando, cantando, y mi alma se derramaba delante del
SEÑOR. Los que han estado a mi lado en todos los eventos que he dirigido, saben
que soy alguien que necesita un tiempo especial de desapego emocional –para
decirlo de alguna forma- entonces me dejaban a solas con mi Padre Celestial.
Sabía que sin Su gracia, yo no hubiera estado allí; ni tampoco habría bendición
para el ejército de marchistas, servidores en el liderazgo y los nuevos
convertidos que salían a sembra la Semilla. Me parecía oír a lo lejos la
algarabía de los que habíamos estado allí, y sentía en los más porfundo de mi
ser, el estruendo del silencio que es una muestra inéquivoca que nuestro
liderazgo está creciendo, está madurando en el SEÑOR. ¡Eso es crecer en la
gracia!
El consejo que dio el apóstol Pedro hace dos mil años a todos los
cristianos, y que me dio mi amado pastor hace 54 años, se lo aconsejo a usted,
ante todo debe: ¡Crecer en la gracia!
Oración:
Padre eterno y lleno de gracia:
Bendito sea tu sagrado nombre, tu gracia me ha llenado para serte útil
en tu reino, es la única explicación por la cual me llamaste a tu salvación y
para ser quien soy y realizar la labor que me has encomendado. Ayúdame a que
nunca me olvide que no se trata de mí, sino de ti. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
En las
buenas o en las malas, Dios y Su gracia, están conmigo. No puedo fallar.
Interacción:
¿Qué me
dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
alguna lección por aprender?
¿Existe
alguna bendición para disfrutar?
¿Existe
algún mandamiento a obedecer?
¿Existe
algún pecado a evitar?
¿Existe
algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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