Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional: 1 Samuel 2:3-9
Él guiará los
pasos de sus fieles,
pero los malvados se perderán entre las sombras. ¡Nadie triunfa por sus propias fuerzas! 1 Samuel 2:9
(NVI)
Se celebraba la Escuela Bíblica de Vacaciones en pleno verano, la
lección de aquel día hablaba de la fortaleza del cristiano. En el segundo piso
del edificio, la maestra del grupo de los niños de seis a ocho años, tuvo la
idea de invitar al pastor de la iglesia para que él diera la aplicación final
de la clase. El pastor se preparó con tiempo para ello, se le ocurrió vestirse
de “Superman”. Entró de repente al salón clases, moviendo su capa, los niños
más pequeños ¡estaban emocionados al ver al conocido personaje! Uno de ellos
preguntó: “¿Tú eres superman?” Sí, dijo el “Superman” mostrando sus músculos y
la enorme “S” roja en medio de su pecho. “¡Muy bien!” Exclamó el niño:
“¡Lánzate por la ventana y vuela!”… Aquel niño había ratificado con su petición
lo del conocido proverbio: “Del dicho al hecho hay mucho trecho”.
¿Quién es el fuerte? En la vida cristiana, nuestra fortaleza proviene de Dios.
De hecho, la fortaleza no es virtud humana, somos débiles. En la conocida
“Oración de Ana” en el primer libro de Samuel, aquella mujer sabia lo expresa
en su poema al poder de Dios: “Nadie es
santo como el Señor;
no hay roca como nuestro Dios. ¡No hay nadie como
él!”. San Pablo advirtió: “Por lo tanto, si alguien piensa que está firme,
tenga cuidado de no caer.” (1 Corintios 10:12, NVI). En aquella época-y todavía
en algunos círculos esotéricos-, algunos filósofos enseñaban que el ser humano
podía ejercitarse mentalmente de tal manera que sin necesidad de Dios podían
vencer su naturaleza pecaminosa; es más el ser humano podía llegar a ser su
propio dios. Para ellos, tal asunto como creer en JESÚS y ser salvo, era una
locura. Contra ellos Pablo escribe: Pues la locura de Dios es más sabia que la
sabiduría humana, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza humana. (1
Corintios 1:25).
¿Quién es el fuerte? Mi
gran problema es la firmeza de mi carácter en medio de las circunstancias de la
vida. Hacer buenos propósitos y establecerse metas es fácil. Lo verdaderamente
difícil es cumplirlos; aferrarse a ello como un perro a su hueso y no soltarlos
hasta realizarlos. Tampoco es difícil hacer alarde de nuestros talentos y
dones, la arrogancia toma matices muchas veces de falsa humildad. Necesito toda
la ayuda de Dios para darle a Él la honra, el poder y la gloria por lo que soy
y por lo que hago, si hubiese algo digno de alabanza en ello.
¿Quién es el fuerte? La verdad es que no necesito ir muy lejos para buscar la
raíz del problema porque mi carnilidad y naturaleza débil, todavía viajan
conmigo. Otra vez, voy a consultar a mi teólogo favorito San Pablo, buscando su
apoyo y me estremece su franca respuesta: “De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal
que no quiero. Y si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace sino el pecado
que habita en mí. Así que descubro esta ley: que cuando quiero hacer el bien,
me acompaña el mal.” (Romano 7:19-21, NVI). Algunos cristianos amigos míos, sin
duda sinceros, pero equivocados, creen que ellos son ¡impecables! Evidentemente
Pablo, no era uno de ellos: “¡Soy un pobre
miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal?” (Romanos 7:24, NVI). Suele
ser más fácil enfrentarse a un gran peligro y vencerlo que admitir humildemente
que debo dominarme a mi mismo dándole el control a Dios, como clamó el Apóstol:
“¡Gracias a Dios por
medio de Jesucristo nuestro Señor!” (Romanos 7:25, NVI).
¿Quién es el fuerte? El autor de la Epístola a los Romanos, me hace recordar
aquellas peliculas de acción; los malos han logrado someter a todo un pueblo;
surge un hombre para enfrentar él solo a los malos que son pocos pero bien
armados y no juegan limpio; le hacen trampas a nuestro héroe, lo humillan, lo
amenazan de muerte; llega el inevitable momento de la escena final, los
enemigos de nuestro héroe, están por todas partes, lo atrapan y lo humillan,
parece que no hay salida. Pero de repente, nuestro héroe saca fuerzas de donde
menos se esperaba, y mientras él pelea, sabemos que todavía es débil. ¿Vencerán
los malos?; pero en el horizonte, la gente buena, esa que nunca se mete con
nadie, se ha unido y vienen en ayuda, los malos empiezan a huir. La gente que
está en el cine, los espectadores, también se entusiasman se ponen de pie y
aplauden. ¡Nuestro héroe está allí, el bien ha triunfando sobre el mal! Me imagino al Apóstol escribiendo con lágrimas,
la derrota de todo ser humano pecador y separado de Dios. De repente ve a JESÚS
entrar a la escena principal. ¡JESÚS es nuestro Héroe del plan de Dios para el
hombre perdido! -Prometido desde antes de la fundación del mundo-; JESÚS hizo
Su entrada triunfal en una Navidad y entregó Su preciosa Vida en una Semana
Santa. ¡JESÚS nuestro Señor y Salvador, se levantó de los muertos y ahora está
en los cielos y de allí volverá en gloria para llevarnos con Él! JESÚS dio Su
sangre para salvarnos, y por Su resurrección, nos libra para siempre “de este
cuerpo de muerte” Sí, esta es la verdad: ¡Soy libre, soy libre! Me pongo de pie
en la escena final. ¡JESÚS es el
Dios Todopoderoso como
Ana, exclamo: “Nadie es santo como el Señor;
no hay roca como nuestro Dios. ¡No hay nadie como
él!”. Y por eso, con San Pablo proclamo la victoria que tenemos porque el
Fuerte y Verdadero ha vencido, nosotros también vencemos: “¡Gracias a Dios por
medio de Jesucristo nuestro Señor!” (Romanos 7:25).
Oración:
Padre eterno:
Tal como soy, sin más
fuerzas que las tuyas obrando en mí cuerpo mortal, vengo a ti para implorarte
que hagas el milagro de librarme de mi mismo para que tú reines en mí. Todo lo
que soy y lo que tengo, lo rindo delante de ti. Esta vida no es vida sin tu
fuerza para vivirla. ¡Gracias Señor! En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La fuerza de la vida cristiana es la fuerza que
proviene de Dios.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de
su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual
pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por
aprender?
¿Existe alguna bendición para
disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por
obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para
llevarlo conmigo?
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