Francisco
Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional:
Proverbios 15:1-7
La respuesta amable calma el enojo, pero
la agresiva echa leña al fuego. Proverbios 15:1 (NVI)
“Aular, ¿sería usted tan amable en prepararme estas diapositivas para una
conferencia que tendré dentro de tres semanas?” Aquel hombre que se dirigía a
mí, andaría en sus cincuenta años, y yo en los veinte; él era mi jefe y yo su
empleado; él con tres dos doctorados encima y haciendo su tercer doctorado pero
ahora en filosofía, yo luchando para terminar mi secundaria, en una escuela
nocturna; él el director del Departamento de Anatomía Patológica, yo el
fotógrafo clínico. Pero siempre me hizo sentir como si fuéramos parte de una
misma familia, la más importante de toda, la familia humana. En su trato con
todos nosotros los obreros, fue siempre cortés. Sin duda, el doctor Blas Bruni
Celli, ha sido de los sabios más grandes que ha producido, la sociedad
venezolana.
En otra ocasión les compartiré de ese otra grande en el trato con sus semejantes
como lo era el doctor Jacinto Convit, murío a la edad de 100 años y todavía se mantenía investigando sacándole secretos a la ciencia para ponerlos al
servicio de quien él consideraba lo más grande y valioso del mundo: el ser
humano. Lo triste de nuestra situación es que cuando los sabios venezolanos Bruni
Celli y Convit, murieron, quizás
muchos ni se dieron cuenta. Su legado estará allí porque nos mostraron que los
buenos modales son tan importantes que
se pueden comparar con el conocimiento de los secretos de la ciencia.
Perdónenme pero ilustraré esta verdad de la cortesía mediante una alusión
personal a un hombre sencillo, mi padre, un humilde campesino, viví a su lado solamente nueve años, pero
recuerdo su trato con las demás personas y con su familia, nosotros éramos
niños, viajamos del campo hasta la ciudad, por el camino nadie se le escapaba
para saludarlo: “Buenos días don, si era un hombre de edad”, “buenos días
señorita”, “buenos días amigo…” Niños al fin, mis hermanos y yo, llenos de
curiosidad le preguntábamos: “Papá, ¿usted conoce a esa gente?” “No, hijos”-respondía-:
“¿No ven que no los llamé por sus nombres?”… Todavía recuerdo, cuando llegué al
hospital en donde se encontraba grave, minutos antes de morir. Saludé a mis
familiares y los amigos que estaban a la entrada del hospital, me jugué con él:
“¡Papá, ¿y esa cantidad de gente que está haciendo filas para verlo?” Me
sonrío, y me dijo, sus últimas palabras: “Hijo ¿por algo será?...¿Por algo será?.”
De hecho, al comportamiento amable, de buena educación, de buen trato con
los demás con afecto; y al cuidado y respeto por las normas de la urbanidad en
el trato social, lo denominamos, cortesía.
Sin
duda la cortesía, nos dará grande dividendos cuando ya no estemos aquí. No
obstante, con un asombro grande, cada día notamos que la cortesía ha sido
proscrita como una actitud burguesa o como una virtud secundaria, pasada de moda. Hoy sufrimos una sociedad, con
expresiones llenas de violencia en que la agresión menoscaba mucho lo que debe
ser la vida normal de un ciudadano. Lamentablemente, la
vulgaridad sustituyó a la urbanidad, y casi no nos dimos cuenta. El hablar
altanero y en lenguaje sucio, no son buenos compañeros. Ahora bien, no es
nuevo. Salomón, en este versícuo de Proverbios, escrito hace unos tres mil años
nos dice:La respuesta amable calma el enojo, pero
la agresiva echa leña al fuego. (Proverbios 15:1, NVI). Igualmente, el Apóstol Pablo, les recomendó a los hermanos de
Corintio, hace dos mil años: “No
erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.” (1 Corintios
15:33,RV60).
Mi anhelo es que volvamos a la cortesía, al buen trato con los demás, al
final, vamos de paso por este mundo. Seamos corteses o no de todos modos
moriremos. Si de todos modos vamos a morir, recordemos que la cortesía cubre
las asperezas de nuestro carácter e impide que podamos herir a los demás. No
prescindamos de la cortesía, ni siquiera cuando tengamos que responder a los
seres humanos difíciles. Que la cortesía prevalezca sobre el odio, el rencor
que superemos los obstáculos que en el diario vivir tendremos que enfrentar, y
saquemos nuestra alegría interior y expulse bien lejos de nosotros, por
inútiles los sentimientos y acciones negativas. Que nadie nos haga esta
pregunta: “¿Dónde esta la cortesía?...
Oración:
Señor, que yo pueda responder con amor
y cortesía como tú lo hiciste aún en los momentos más difíciles. En el nombre
de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
La ira que no se controla tarde o temprano nos destruirá. Solamente el amor
de Dios en nosotros, nos hace vencedores.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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