Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura
devocional: Juan 11:28-37
Jesús lloró. Juan 11:35 (RV60)
Como ustedes
saben yo trabajé cinco años en un hospital como técnico fotógrafo, y cubría con
mi trabajo tanto el pabellón de cirugías como la sala de autopsias. Era común
que las lágrimas agenas y propias, eran compañeras de trabajo. En uno de
aquellos días, estaba el médico listo para iniciar la autopsia de una mujer
entre la quinta y sexta década de la vida, cuando de repente, entró un joven y
le dijo al patólogo: “Permiso doctor, quiero presenciar la autopsia de esta
paciente”. ¿Quién es usted? -le preguntó el médico-, el joven un poco
consternado le contestó: “¡Ella es mi madre!” –el patólogo le exhortó, “por
favor abandone la sala”-, pero doctor yo soy estudiante del sexto año de
medicina, soy un científico…”. “Sí -le respondió el médico-, pero primero eres
hijo. Te ruego que por favor te retires. Anda, llora primero, y después
regresas”.
Es verdad,
cuando es tiempo de llorar, debemos hacerlo porque las lágrimas son el desagüe
natural que Dios nos ha dejado para los sentimientos, el dolor, el sufrimiento
y las penas. No llorar no es cristianismo sino estoicismo. Una de las razones por las cuales soy
cristiano es que veo en JESÚS el
Dios que se identifica de tal manera con el ser humano, que fue capaz de dejar
su grandeza, vestir un cuerpo como el nuestro e identificarse con nuestro
dolor, nuestras alegrías y con nuestras penas, hasta las lágrimas. Esto lo
comprendemos mejor cuando vamos al Evangelio de Juan. Allí vemos a Marta y a
María llorar la muerte de su hermano Lázaro. Como en todo hogar en donde el
luto está de visita, allí había tristeza y lágrimas. Uno esperaría que JESÚS
hiciera el milagro de resucitar a Lázaro y terminar de una vez la historia con
un final feliz, pero no es eso lo que vemos, el milagro de la resurrección
vendrá minutos después, antes, tenemos el milagro de ver a Dios llorando. ¡Esa
imagen de mi amado JESÚS llorando me ha acompañado toda la vida! ¡Con este
versículo me he consolado y he podido consolar a otros! Así el versículo
llamado el más pequeño de toda la Biblia, ha llegado a ser el más grande de
todos: “Jesús lloró” (Juan 11:34 (RV60)).
“Soy un
científico” dijo el joven queriendo decir con ello, que primero estaba la
ciencia que su condición humana. ¿Puede decir un científico qué es una lágrima?
Sí puede, y nos dirá que una lágrima vista bajo el microscopio se compone de
sal, agua y cal, con algunos otros ingredientes químicos. Sin embargo, una
lágrima es mucho más que eso; una lágrima es el resultado de un adiós temporal
o definitivo; es ácido de una vida que llora su amargura; es el recuerdo que
llevamos dentro de un instante que jamás volverá; es el extrañar la compañía
del ser que amamos y que ya no está a nuestro lado; son las astillas de un
corazón quebrantado ante la impotencia que nos deja un fenómeno natural que se
llevó todo lo que apreciábamos, en un segundo de nuestra existencia; es el
latir del corazón cuando recordamos la patria lejana en donde están durmiendo
todos aquellos que nos dieron el ser; sí, una lágrima es simplemente, una
agonía, un dolor, un problema, o una alegría que se hizo solución.
Oración:
Padre eterno: Te alabo en esta hora por hacernos
seres humanos con la facultad de sentir, de agonizar y llorar. Sé que vendrán
tiempos de alegría; permíteme anunciar que habrá un precioso mañana en que no
habrá dolor, enfermedad ni muerte (Apocalipsis 21:4.) En el nombre de JESÚS,
amén.
Perla de hoy:
Puede ser que nos toque un
camino de lágrimas pero al final de ése, nos espera Dios para secarlas.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
alguna lección por aprender?
¿Existe
alguna bendición para disfrutar?
¿Existe
algún mandamiento por obedecer?
¿Existe
algún pecado por evitar?
¿Existe
algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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