Lectura devocional: Hechos
16:20-31
Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel…Pero a
medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios. Hechos 16.23,25 (RV60)
Mi admirado
pastor y escritor cristiano, Rick Warren, autor del best seller: Una vida con propósito, dice: “Muchos cristianos
interpretan mal las promesa de Jesús acerca de la “vida abundante”, como
si eso quisiera decir una salud perfecta, un estilo de vida rodeado de
comodidades, felicidad permanente, la plena realización de los sueños, y el
alivio instantáneo de los problemas mediante la fe y la oración. En pocas
palabras, esperan que la vida cristiana sea fácil. Esperan el cielo, aquí en la
tierra”.
Que tales
interpretaciones surjan de las personas que han hecho de la fe, un negocio, se
entiende. Son enemigos de la cruz de Cristo. Ellos recibirán su pago, cuando el
SEÑOR de la mies retorne. También es posible que algunos lo entiendan, al
separarse de sus bienes, cuando la inevitable muerte venga por ellos. Sin
embargo, los seres humanos santos y consagrados a Dios en toda la historia del
cristianismo, son lo que actuaron
como lo hicieron Pablo y Silas: cantaron en medio del dolor y
sufrimiento, nunca lo negaron.
Después de una
vida fiel y consagrada, el evangelista chino: Dr. Juan Song, agonizaba de
cáncer en el hospital de Pekín. A veces el dolor era tan intenso que no podía
permanecer en su lecho. Para proporcionarle algún alivio se le levantaba con
una gran sábana amarrada al techo. Un pastor amigo de él, estaba por esos días
pasando por una gran tribulación, también. A causa de la guerra con el Japón
había tenido que estar separado de su esposa e hijos. Pero al fin encontró la
manera de reunirse otra vez con los suyos. Vale decir que mientras los días
llegaban para reunificarse con su familia, le parecía siglos. ¡Cuán intenso fue
su dolor cuando al llegar a buscarlos al puerto se le dijo que el barco y todos
sus pasajeros habían perecido en el fondo del mar! ¡Se desvaneció de un solo
golpe la esperanza que sustentaba su vida! Volvió a su casa con el corazón
destrozado.
Cierto día fue a
visitar al Dr. Song en el hospital. Allí estaba aquel hombre de Dios, sufriendo
por aquellos dolores que la medicina de aquel tiempo, no las podía mitigar.
Escuchó la historia triste de su amigo el pastor que le visitaba, le dijo
dulcemente: “¿Podríamos cantar a dúo, no es cierto?” El pastor respondió: “¿Cantar
un dúo?” “¿Cómo podríamos nosotros cantar?”, le preguntó al Dr. Song. La
respuesta inmediata del Dr. Song fue esta: “Podríamos cantar la canción de Job.
Usted canta el primer capítulo y yo, el segundo.”
Oración:
Señor Todopoderoso:
Aquí me tienes cantando una canción para Ti, desde lo
más profundo de mi ser. Ayúdame a no quejarme tanto de mis sufrimientos y a no
perder el tiempo compadeciéndome de mi mismo. Que no caiga yo en la debilidad
de pensar que sufro más que los demás. Dame fuerzas para llevar mi dolor, sin
quejas ni contra Ti, ni contra mí mismo y los demás. Aprendo de la escuela de
Pablo y Silas, sacó lo mejor que todavía poseo: Tu divina presencia y guía, y
te canto con todas las fuerzas que aún tengo, una canción para Ti. Porque Tú
eres mi canción. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Si le cantamos
una canción al SEÑOR en medio de nuestro dolor, Él cantará con nosotros y
haremos milagros juntos.
Interacción:
¿Qué me
dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
alguna lección por aprender?
¿Existe
alguna bendición para disfrutar?
¿Existe
algún mandamiento por obedecer?
¿Existe
algún pecado por evitar?
¿Existe
algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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