miércoles, 21 de septiembre de 2016

¿Cuál es la marca de un cristiano?

Francisco Aular
Lectura devocional: Juan 13:31-38  
En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros. Juan 13:35 (RV60)

¿En qué distingue un cristiano nacido de nuevo de uno que no lo es? ¿Acaso, por el símbolo del pez?, ¿la cruz?, ¿la Biblia que lleva?, ¿la manera de vestir? No. Lo que distingue a un verdadero discípulo de JESÚS es el amor que posee por su prójimo y que se traduce en el fruto del Espíritu Santo, nueve virtudes que adornan su carácter: “En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas” (Gálatas 5:22,23 NVI).
¡Fíjese bien!, no dice “los frutos” sino “el fruto”, esto es importante porque desde el mismo momento en que Dios coloca en nosotros su Espíritu Santo, nos da suficiente amor para que no solo esas nueve virtudes, conocidas como “el fruto del Espíritu Santo” sean nuestra marca, sino que Dios quiere asegurarnos que vamos a ser capaces de tener suficiente amor, y de ahí, nuestra esperanza es que amemos como el ama: “Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado” (Romanos 5:5 NVI). “Dios ha derramado su amor” ¡Usted y yo si somos cristianos nacidos de nuevo no tenemos excusas para amar a todos aquellos que se relacionan con nosotros! “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano permanece en muerte” (1 Juan 3:14 RV60).
Ahora bien, en el Nuevo Testamento, por las palabras de JESÚS, de Pablo y de Juan, encontramos muchas veces, quizás más de 58 citas en las que se nos manda a realizar acciones, en donde se evidencia la marca del cristiano, es decir, su amor; se le ordena que lo practique “unos con los otros”. La verdad es ésta, Dios quiere que su misma naturaleza sea nuestra nueva naturaleza, la que Él nos da al convertirnos en sus hijos (Juan 1:12) “Todo aquel que ama es nacido de Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor” (1 Juan 4:7b,8) Esto no necesita comentario.
Recordemos que Pablo dijo: “Yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús” Gálatas 6:17b (RV60). Y una de esas marcas, era el amor. En su obra máxima respecto de este tema, Pablo nos describe el amor “ágape”, el amor que se da sin esperar recibir nada a cambio; el amor incondicional, ese amor debe ser la marca que distinga nuestro carácter, nuestro ser y defina lo que debemos hacer en nuestra vida personal y en la obra de Dios: “el amor es sufrido, es benigno; al amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Corintios 13:4-7 RV60).
¿Cómo fueron los cristianos de los primeros siglos? He dicho que los escritores del Nuevo Testamento enfatizaron que el amor de “los unos por los otros” debía distinguirlos de las demás personas del mundo, y por la historia del cristianismo, sabemos que ellos cumplieron: “Mirad como se aman” era el comentario de los que veían aquel pueblo tranquilo, santo, martirizados por su fe, pero que morían elevando sus cánticos al Señor y bendiciendo a sus verdugos; ciertamente fueron personas despreciadas y perseguidas, pero eso no les preocupaba. El fruto del Espíritu Santo se derramaba como un perfume y ellos eran dueños de sus caracteres y de sus almas. Así, triunfaron. Vencieron la espada y derrocaron a todo un imperio, porque al igual que su Señor y Salvador JESÚS tenían la marca del amor.
Oración:
Padre eterno:
Te bendigo Señor del cielo y de la tierra. Gracias por derramar tu amor en mi corazón. Hoy quiero llevar la marca de tu amor incondicional por donde vaya. Ayúdame, en el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
La vida consiste en amar como Dios ama, ese es el privilegio y el honor de los marcados por JESÚS.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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