Francisco Aular
Lectura devocional: Filipenses 1:3-11
Estando
persuadido de esto que el que comenzó en vosotros la buena obra la
perfeccionará hasta el día de Jesucristo” Filipenses 1.6 (RV60)…hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del
conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura
de la plenitud de Cristo. Efesios 4.13 (RV60)
Absorto en mis
pensamientos, problemas y sufrimientos, ajeno a todo cuanto había a mi
alrededor, tardé en percibir el fulgor de su presencia. Allí estaba a mi lado,
mi Señor y Rey: ¡JESÚS! Ciertemente, JESÚS, está presente en todo lo que hago,
aun antes de nacer; pero su gracia es mayor en situaciones especiales de mi
vida.
Entonces mi
amado JESÚS, me miró fijamente desde la remota profundidad del tiempo divino, y
con voz cálida plena de afecto, en lo sensible de mi espíritu, sentí que me
dijo: “¿Sabes que te escogí para mi servicio desde el vientre de tu madre?, ¿no
fui yo el que te tomó de la mano derecha y te llevó al hospital cuando eras un
niño de nueve años y estuviste enfermo?”. Siguió diciendo, “¿quién crees que
puso en el cuerpo de aquel médico el mismo tipo de sangre tuya, y ese amor por
ti para que compartiera su sangre contigo?” Y así fue enumerándome una a una sus
bendiciones para mí. Agradecido iba a decirle muchas cosas, pero JESÚS
continuó: “¿Por qué te empeñas en librar tus combates sin llamarme?, ¿por qué
no confías en mí? ¿Es que acaso no he estado a tu lado en peores circunstancias
aconsejándote y ayudándote a vencer las dificultades? ¿Te llamé acaso porque tú
fueras justo? ¿Me escogiste
tú a mí, o fui yo el que tomó la iniciativa de abandonar temporalmente mi
gloria por ti? Sin embargo, tu indiferencia es una ofensa al amor que te tengo".
Me sentí
avergonzado. Todo cuanto me dijo era cierto. No pude responderle, pero tampoco
era necesario, pues JESÚS, conoce lo más íntimo de mis pensamientos y responde
a mis preguntas antes de que yo llegue a formularlas.
Por otra parte,
mi amado SEÑOR cada vez que comienza algo lo termina, así que prosiguió:
"Mi Palabra, en vez de alimento y disciplina para tu alma y espíritu, sólo
es una herramienta para ti. Te sientes solo porque tu fe es frágil. Crees en
mí, pero dudas. Admites mi existencia, pero tratas de resolver tú solo las
situaciones que no puedes controlar sin mi ayuda. Crees, pero más con temor que
con esperanza. Te quedas a medio camino entre tus temores y mi ayuda. No
terminas de entregarte a mí con todas tus penas y tus alegrías, con tus
angustias y temores, con tus virtudes y debilidades; con todo tu ser."…
Aquella mañana en mi tiempo devocional, comprendí
que había muchas cosas que no estaba confiándole a JESÚS. Trabajaba para Él,
pero estaba lejos de Él. En realidad, no se trata de mi, sino de Él; JESÚS
quiere vivir su vida, en la mía. En ese momento, tan especial, las notas y
letra de uno de mis himnos favoritos, otra vez cobraron vida para mí, y las
canté en profunda adoración:
I
A solas al huerto yo
voy,
Cuando duerme aún la
floresta,
Y en quietud y paz con
Jesús estoy
Oyendo absorto allí su
voz.
Coro:
El
conmigo está, puedo oír su voz,
Y
que suyo, dice, seré,
Y
el encanto que hallo en Él allí,
Con
nadie tener podré.
II
Tan dulce es la voz del
Señor,
Que las aves guardan
silencio,
Y tan sólo se oye su
voz de amor,
Que inmensa paz al alma
da.
III
Con Él encantado yo
estoy,
Aunque en torno llegue
la noche,
Más me ordena ir, y a
escuchar yo voy,
Su voz doquier la pena
esté.
(A
solas al huerto yo voy, HB#223, EMH)
En esos
instantes en que el tiempo de Dios, y el
de los humanos, se unen. Miré a JESÚS, cara a cara y nos fundimos en un
abrazo eterno. Caí de rodillas, metí mi cara entre mis manos delante de su
presencia, y nuevamente oí su voz: “No temas, porque yo
estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te
ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” (Isaías 41:10,
RV60). Claramente
pues, en ese instante recordé de dónde había venido, de dónde JESÚS por su
gracia me había salvado. No había nada bueno en mí, excepto su Espíritu. Sentí
triunfo al saber que yo soy de Él, y derramé lágrimas de gozo delante de su
presencia y de su Palabra. El bálsamo de la seguridad de mi salvación fue
derramado sobre mi cabeza y cubrió todo mi ser de pecador arrepentido. Porque
como lo dijo el Apóstol Pablo, después de mucho años de conocer al Señor:
"Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo
soy el primero" (1 Timoteo 1:15b). Ciertamente, JESÚS ha venido para que
gente como yo, y como tú, le sirvamos a pesar de todo lo que somos. En realidad
la vida cristiana, consiste en fortalecernos diariamente, a solas con JESÚS.
Oración:
Padre amado: ¡Gracias por llevarme de tu mano y no
dejarme! Aquí estoy pidiéndote que me des tu gracia para seguir avanzando hacia
lo que debo ser como tu hijo, en el Nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Alabe al Señor
por su presencia en nuestros esfuerzos en el reino, a pesar de nuestras
imperfecciones de cristianos en construcción.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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