Francisco Aular
Lectura devocional: Romanos
1:8-17
No me da vergüenza anunciar esta buena noticia. Gracias al
poder de Dios, todos los que la escuchan y creen en Jesús son salvados; no
importa si son judíos o no lo son. Romanos
1:16 (Traducción de la Biblia lenguaje actual)
Es innegable que vivimos el período más revolucionario de nuestra
historia contemporánea, sin embargo, me temo que muchos de estos cambios son
empujados por fuerzas externas y no internas; por ejemplo, podrán eliminar la
venta de licores pero no la naturaleza del borracho; podrán vigilar de cerca
los que manejan las riquezas de las naciones, pero la naturaleza corrupta
estará allí en espera de su oportunidad para actuar; podrán bañar al cerdo y
perfumarlo, pero tan pronto vea un delicioso charco se hundirá en él. La
historia ha demostrado el fracaso de las imposiciones sobre los seres humanos,
sean estas religiosas, filosóficas, morales o políticas, no funcionan. JESÚS
hablando con un hombre profundamente religioso, y sin duda, de un carácter
moral intachable llamado Nicodemo, le dijo: “Te es necesario nacer de nuevo”
(Juan 3:3). JESÚS propone el cambio más revolucionario que se haya oído, en Él,
la revolución que necesitamos viene del interior del ser humano hacia afuera.
Por eso, JESÚS no usó la fuerza, ni la usará jamás para cambiar al hombre, sino
el amor. En eso de usar la fuerza con un poderoso ejército,
Napoleón dijo: “Alejandro, César, Carlomagno, y yo fundamos
imperios, pero ¿sobre qué asentamos las creaciones de nuestros genios? Sobre la
fuerza. Sólo Jesucristo fundó su reino sobre el amor”.
Lo que
necesitamos urgente en esta hora aciaga para la humanidad es la Persona
revolucionaria de JESÚS y Su Mensaje. Porque los que hemos conocido a JESÚS
como Señor y Salvador somos testimonios vivientes de lo que la Palabra de Dios
puede hacer con nosotros y en nosotros. No podemos contentarnos con los distintos
“ismos” que el mundo ofrece, nosotros sabemos que la solución no es humana sino
divina. No podemos quedarnos callados, ni estancarnos en los asuntos de la
proclamación de las buenas noticias de salvación y cambio que hace JESÚS en el
corazón humano. No debe darnos vergüenza anunciar esta noticia, pase lo que pase.
Es urgente pasar el Mensaje; nuestra vida aquí en la tierra es temporal; vamos
de paso, si no soy yo, ¿quién?; sino es ahora, ¿cuándo?; sino es el lugar en
donde estamos, ¿dónde? ¡Es ahora o nunca!
Estoy
convencido de que todavía los brazos de JESÚS son poderosos para sostenernos; sus
palabras no pasarán jamás; los milagros que realizó y Su ejemplo se mantienen
en alto a través de los siglos; maneja un ejército de hombres y mujeres que lo
aman y mueren por Él anunciando Su Mensaje de fe, esperanza y amor. ¡Gracias al
Padre yo soy uno de ellos!
El cambio
de vida del interior hacia fuera, que experimenta el cristiano nacido de nuevo,
alcanza con su influencia bienhechora a todos nuestros círculos de influencia.
¡He probado el Evangelio por más de cincuenta años de vida cristiana y
funciona! Las palabras de JESÚS nos sostienen como han sostenido a millones de
discípulos del SEÑOR a través de los siglos. ¡Nadie vivió como Él vivió! ¡Nadie
murió como Él murió! ¡Nadie resucitó como Él resucitó!, sin embargo, podemos
decir también, que nadie habló como Él y aún nos sigue hablando: “El hijo del
Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido”; “yo he venido
para que tengan vida y para que la tengan en abundancia”; “yo soy el camino, y
la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”; “mi paz os dejo, mi
paz os doy, no como el mundo la da, yo os la doy”; “no se turbe vuestro corazón
ni tenga miedo”; “en el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido
al mundo”; “he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo”; “yo nunca os dejaré ni os desampararé”. Estas palabras de JESÚS tenemos
que anunciarlas, ¡es ahora o nunca!
Oración:
Padre eterno:
Te alabo
mi Dios y Señor, gracias por darnos una revelación tan grande y definitiva en
tu Hijo. Han pasado los siglos y los hombres, llegaron, reinaron y se fueron…,
ya nadie se acuerdo de ellos pero tu Palabra sigue viva y eficaz. Ayúdame a
anunciar las buenas nuevas sin temor y sin avergonzarme de ello. En el nombre
de JESÚS, amén.
Perla
de hoy:
La urgencia
del mensaje del evangelio, nos dice que el reloj de los tiempos está llegando a
su final; ¡es ahora o nunca!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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