Por
Francisco Aular
faular @hotmail.com
Lectura
devocional: 2 Corintios 5:1-10
De hecho, sabemos que si esta tienda de campaña en
que vivimos se deshace, tenemos de Dios un edificio, una casa eterna en el
cielo, no construida por manos humanas. 2 Corintios 5:1(NVI)
"¡Pastor, Nancy se nos va!" –Exclamó la
voz sollozante de la hermana de la moribunda. "¡Margarita: ya voy para
allá!"…Salté de la cama, en pocos minutos estaba en mi carro, eché una
mirada al reloj de la consola, eran las cuatro y treinta y cinco de la
madrugada. La avenida las Delicias de Maracay, que en aquellos días parecía un
jardín, me llevó rápidamente al hogar en donde tantas veces había ido los
últimos meses de vida de Nancy. El cáncer pulmonar, en una mujer de tan sólo 28
años, había hecho su trabajo en su cuerpo para llevársela de este mundo;
pero JESÚS había hecho Su trabajo en su alma y en su espíritu para llevársela al
cielo. Allí en la sala estaban sus dos hijos, su mamá y su hermana, quien me
había llamado. Todavía estaban fresca en mi mente la primera vez que yo había
estado allí para anunciarle el evangelio.
Entonces, Nancy estaba destrozada por la aflicción. Su boca habló lo que
había en su corazón, muchas preguntas para Dios, y se esperaba que yo se las
explicara. Solamente la escuché, y tampoco defendí a Dios. No le hice preguntas,
mucho menos reproches. No le di vanas esperanzas de que Dios la sanaría. Le
pedí permiso para leer la Biblia y oré, y me fui. La seguí visitando en
aquellos meses, y fui con ella algunas veces al hospital para su tratamiento. A
medida que fuimos estudiando la Palabra de Dios juntos, como uno de esos
tulipanes que nacen en nuestro jardín al llegar la primavera, surgió la fe en
Nancy, ella depositó toda su confianza en JESÚS para su salvación, y nació de
nuevo. Todo en ella cambió para bien. Nancy convirtió su lecho en un santuario
para la adoración a Dios, la oración y el estudio de la Biblia. Muchos de los
que fueron a verla en vez de fortalecerla, salieron consolados.
Nancy y yo habíamos hablado muchas veces de este momento, el instante de
su partida. Y la ocasión había llegado. Entré al cuarto, ella me miró y me hizo
seña para que me sentara a su lado en la cama, toda la familia se acercó
también, le entoné su canto favorito: "Puedes confiar en el Señor", y
ya no tuvo fuerzas para hacerme el dúo en la parte del canto que más le
gustaba: "Si el sol, llegara a oscurecer y no brilla más, yo igual confío
en el Señor que Él me va a cuidar"…La tomé en mis brazos, y con esa
confianza de los que "duermen en el Señor", me dijo: "¡Nos vemos
en el cielo!", y exhaló su último aliento.
En realidad, todo es muy distingo cuando nos enfrentamos a la muerte
creyéndole a JESÚS: “Yo soy la resurrección y la vida; el que
cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.” (Juan 11:25, RV60).
Oración:
Amado Padre Celestial, que en el último instante de
mi vida, yo pueda decir como JESÚS: "Padre en tus manos encomiendo mi
espíritu" y pueda dormirme en tus brazos de amor, que en la mañana de mi
resurrección mi cuerpo se vista de inmortalidad para vivir para siempre
contigo. ¡Ese es el cielo, estar a Tu lado y no separarnos jamás! En el nombre
de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La muerte de un cristiano nacido de nuevo es
simplemente un cambio de residencia desde lo temporal a lo eterno.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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