Francisco
Aular
Lectura devocional:Salmo 65
Porque tú respondes a nuestras oraciones. Todos nosotros tenemos que acudir
a ti. Salmo 65:2 (NTV)
En definición de Víctor Hugo, “orar es poner el infinito
terrenal con el infinito celestial.” Por su parte, el teólogo puertorriqueño
Domingo Marrero Navarro, decía que, “el hombre es un ser finito con
aspiraciones infinitas.” Si esto es así, como dice el salmista, y porque
tenemos un Dios misericordioso que se ha revelado y quiere que tener
compañerismo con nosotros, tenemos que acudir a Él. No podemos ir muy lejos en
nuestras “aspiraciones infinitas” sin buscar el Infinito celestial. “Todos nosotros
tenemos que acudir a ti”. La oración es importante para todo aquel que tiene fe
y le cree a Dios. Pero debemos orar sin intentar coaccionar a Dios, tampoco con
pretensiones de manejarlo para que complazca nuestros deseos, como ocurre en la
leyenda árabe de la “Lámpara de Aladino”. Debemos ir a Dios sin imponerle
nuestra voluntad, sin ordenar, o como se utiliza en algunas congregaciones hoy,
“declarando” lo que Él ha de hacer al presentarle nuestras peticiones, porque
como lo enseñó JESÚS: “…vuestro Padre sabe de que cosa tenéis necesidad, antes
de que vosotros la pidáis” (Mateo 6:8b RV60).
¿Es importante orar? Sí, el Señor JESÚS modeló para
nosotros una vida de oración y comunión con el Padre, y como dice la Biblia: “Mientras estuvo
aquí en la tierra, Jesús ofreció oraciones y súplicas con gran clamor y
lágrimas al que podía rescatarlo de la muerte. Y Dios oyó sus oraciones por la
gran reverencia que Jesús le tenía. Aunque era Hijo de Dios, Jesús aprendió
obediencia por las cosas que sufrió. De ese modo, Dios lo hizo apto para ser el
Sumo Sacerdote perfecto, y Jesús llegó a ser la fuente de salvación eterna para
todos los que le obedecen” (Hebreos 5:7-9 NTV). Posiblemente, uno de esos
momentos del clamor de JESÚS ocurrió la noche en que entregado por Judas en el
Getsemaní, cuando oró con gran agonía delante de Dios: “Padre, si quieres, te
pido que quites esta copa de sufrimiento de mí. Sin embargo, quiero que se haga
tu voluntad, no la mía” (Lucas 22:42 NYV). Una oración hecha con la humildad
del penitente humano, espera que se haga la voluntad de Dios y no la
nuestra.
¿Es importante
orar? Sí, y es tan relevante que los mismos discípulos le pidieron al Señor que
los enseñara a orar, y desde allí, la oración no se ha detenido, ni se detendrá
en toda la historia de la fe cristiana, sino hasta que lleguemos al cielo. Por
ello, los discípulos de JESÚS oraron por diversos motivos: Esperando la entrada
triunfal del Espíritu Santo como el Señor había prometido: “Todos se reunían y
estaban constantemente unidos en oración junto con María, la madre de Jesús,
varias mujeres más y los hermanos de Jesús” (Hechos 1:4 NTV); oraban con
perseverancia y unidad: “Todos los creyentes se dedicaban a las enseñanzas de
los apóstoles, a la comunión fraternal, a participar juntos en las comidas
(entre ellas la Cena del Señor), y a la oración” (Hechos 2:42 NTV); oraban por
los enfermos y cualquier otra circunstancia: “¿Alguno de ustedes está pasando
por dificultades? Que ore. ¿Alguno está feliz? Que cante alabanzas” (Santiago
5:13); oraban por fortaleza espiritual para enfrentar los peligros al anunciar
el mensaje de salvación: “Pero, mientras Pedro estaba en la cárcel, la iglesia
oraba fervientemente por él” (Hechos 12:5); oraban por sus perseguidores a fin
de que fueran salvos: “Mientras lo apedreaban, Esteban oró: “Señor Jesús,
recibe mi espíritu.” Cayó de rodillas gritando: “¡Señor, no los culpes por este
pecado!” Dicho eso, murió” (Hechos 7:59,60 NTV); de tal modo oraban por sus
perseguidores que ellos se convertían: “-¡Pero Señor! -Exclamó Ananías-, ¡he
oído a mucha gente hablar de las cosas terribles que ese hombre les ha hecho a
los creyentes de Jerusalén! Además, tiene la autorización de los sacerdotes
principales para arrestar a todos los que invocan tu nombre. El Señor le dijo: -Ve,
porque él es mi instrumento elegido para llevar mi mensaje a los gentiles y
a reyes, como también al pueblo de Israel; y le voy a mostrar cuánto debe
sufrir por mi nombre” (Hechos 9:13-16). ¡Pablo, el hombre más grande del campo
misionero después de JESUS, fue fruto de la oración del primer mártir del
cristianismo: Esteban!
¿Es importante
orar? Como dijo, E.M. Bounds, “ni erudición, ni pureza de expresión, ni
profundidad mental, ni las flores de la elocuencia, ni la simpatía personal,
pueden sustituir la falta de fuego del Espíritu. La oración asciende mediante
este fuego. Su llama le da alas, energía y aceptación. No hay incienso sin
fuego, ni oración sin llama”. Sí, la oración es importante.
Oración:
Amado Padre celestial, que la
oración sea el centro de mi renovación espiritual, cualquier otra cosa que haga
aquí puede afectar a mi generación pero cuando oro a ti, estoy poniendo alas a
mis oraciones para elevarme a la eternidad contigo. Ayúdame por encima de todo
a vivir y a morir para ti continuamente. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La oración es importante porque nos cambia primeramente a
nosotros, y desde allí, a la familia, la sociedad y a la nación.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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