Francisco
Aular
faular@hotmail.com
Lectura
devocional: Filipenses 2.1-11
Porque ya
conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo
pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos. 2 Corintios 8:9 (RV60)
Nació rico, creció con sirvientes y afamados maestros que le
enseñaron; viajó siendo muy joven a la madre patria, España. Se enroló dentro
del movimiento revolucionario al lado de muchos hombres que hoy día son
admirados como libertadores de sus países de origen. En aquellos días, en
Inglaterra, conoció a dos hombres que lo iban a ayudar a sacar de las oscuridad
a sus conciudadanos, a través de la alfabetización y la educación, se llamaban
Josepth Lancaster, pedagogo anglicano y Diego Thomson pastor bautista, el libro
de texto de la pedagogía lancasteriana, era la Biblia.
Pues bien, nuestro héroe se llamaba Simón Bolívar, y precisamente, en
esta fecha conmemoramos 183 años de su muerte, pero su pensamiento, hoy está
más vigente que nunca y se los disputan afamados historiadores y movimientos
políticos, desde la derecha a la izquierda. Sus estatuas, plazas y pueblos que
llevan su nombre, las podemos encontrar en muchas naciones del mundo. Aquel
hombre que nació de cuna millonaria, murió pobre y abandonado por los suyos a
los cuales les heredó, lo más grande que se puede concebir para los pueblos: La
libertad.
Ahora bien, Simón Bolívar, pertenece a esa clase de seres humanos,
signados por Dios mismo para la grandeza de darse a los demás, es decir,
hacerse pobres, siendo ricos.
Se cuenta que la Biblia, era su libro preferido, especialmente los
Proverbios; JESÚS fue una inspiración constante para el libertador venezolano.
En una recepción que se le hizo en Ecuador, expresó su admiración por el Hijo
de Dios: “Jesús, fue la luz de la tierra, no quiso dignidades ni coronas en el
mundo. Él llamaba a los hombres hermanos, les enseñó la igualdad, les predicó
las virtudes civiles más republicanas y les mandó a ser libres porque los
amonestó que debían de ser perfectos. No hay perfección en la servidumbre, ni
moral en el letargo de las facultades de la humanidad.” (Simón Bolívar. Proclamas y discursos).
Pues bien, Simón
Bolívar es uno de los pocos seres humanos, que siendo rico, se hizo pobre, y
con su pobreza contribuyó a la riqueza de la libertad de los pueblos. ¡Eso ya
es grande para un grande! Sin embargo, Bolívar reconoce las palabras de nuestro
Señor, cuando dijo: “Jesús se dirigió entonces a los judíos
que habían creído en él, y les dijo:—Si se mantienen fieles a mis enseñanzas,
serán realmente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará
libres.” (Juan 8:31,32 NTV) La verdadera libertad es llegar y traspasar el
umbral de la eternidad y confiar para nuestra salvación y libertad eternos, únicamente,
en la Persona maravillosa de JESÚS, porque Él y sólo Él, es la Vida eterna.
Ahora bien, la riqueza
y la gloria de JESÚS, antes de venir a la tierra era inmensamente rico, pero no
solamente en el sentido humano limitado y temporal, sino en el sentido absoluto
de Su divinidad. A pocas horas antes de ir a la Cruz, JESÚS oró: “Ahora pues,
Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes
que el mundo fuese.” (Juan 17:5 RV60) ¿Dónde estaba JESÚS, antes de venir en
aquella primera Navidad? Ese lugar nosotros lo escribimos con cinco letras:
Cielo. Pero lo describimos, como el lugar en donde JESÚS, era el Hijo del Rey,
y disfrutaba todas las bendiciones que se encontraba a su paso cuando paseaba
en carrozas por las bellezas inefables del cielo, los arcángeles, serafines y
ángeles con sus vestiduras blancas, se quitaban sus coronas de oro para lanzarlas
a su Príncipe; los habitantes de aquel lugar se asomaban haciendo un coro y
entonando alabanzas, ninguno de ellos tiene arrugas en su frente, ni nunca han
padecido de sufrimientos y mucho menos la muerte; allí todo es gozo, santidad y
alabanzas, no existe la envidia, ni el rencor, todos se sienten iguales entres
sus iguales; allí todo los jardines y frutas dan sus olores naturales porque la
primavera y el verano, son eternos. ¡Todo allí es gozo y alegría inmensa porque
el Príncipe es rico en poder!, Su voluntad es ley, y millones de seres
angelicales dispuestos y disponibles eternamente para obedecerle. JESÚS era
rico en posesiones porque todos los edificios eternos que brillan con el oro y
piedras preciosas de que están hechos, son de Él; el Rey mismo le prometió: “Pídeme,
y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la
tierra.” (Salmo 2:8); JESÚS, era rico en amor y misericordia, y por eso, cuando
en el cielo se escuchó el primer “ay” por la caída del ser humano en pecado que
le aleja del Paraíso, el mismo JESÚS, Príncipe del cielo, tenía todo el derecho
al ser igual a Dios, aferrarse y dejar condenado para siempre al ser humano al
dominio y esclavitud de Satanás, quien había sido desechado y arrastrar con él
a la condenación eterna al ser humano pecador.
Sin embargo, JESÚS
quien era Espíritu, y por lo tanto, no tenía un cuerpo humano, se ofreció como
nuestro Redentor y venir a nuestro rescate: “Por eso, al entrar en el mundo, Cristo
dijo: “A ti no te complacen sacrificios ni ofrendas;
en su lugar, me preparaste un cuerpo; no te agradaron ni holocaustos
ni sacrificios
por el pecado. Por eso dije: “Aquí me tienes —como el libro dice de mí—. He venido, oh
Dios, a hacer tu voluntad.”
(Hebreos 10:5,6 NVI).
Por eso, en Navidad al
igual que en el Calvario, la voluntad de Dios fue hecha, y ahora, tenemos el
derecho de ser llamados “hijos de Dios”, si aceptamos el Regalo de la Vida
eterna, a través de Aquel que “se hizo pobre, siendo rico”…¡Feliz Navidad!
Oración:
Padre Todopoderoso:
¡Bendito y alabado para siempre siempre eres! Tu
Hijo se ofreció voluntariamente para venir a nuestro rescate, y sé que todo eso
estaba en tu plan eterno para nuestra salvación. Ayúdame a vivir y anunciar en
estos días, la verdadera razón de lo que celebramos. En el nombre de JESÚS.
Amén.
Perla de hoy:
Dios vino del cielo a
morar con nosotros en una Navidad para que nosotros vayamos a morar con Él la
eternidad.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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