Francisco Aular
Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me
amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera
vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo.
Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. Juan
21:17(RV60)
“Este amor me hace feliz. No quiero popularidad; no quiero posiciones de poder, sólo quiero un lugar a los pies de
Jesús. Quiero que mi vida, mi carácter y mis acciones,
hablen por mí y digan que estoy siguiendo a Jesucristo. Este deseo es tan
fuerte en mí que consideraría un privilegio el que, en este esfuerzo y en esta
batalla por ayudar a los necesitados, a los pobres, a los cristianos
perseguidos de Pakistán, Jesús quisiera aceptar el
sacrificio de mi vida. Quiero vivir por Cristo y quiero morir por él” (Shahbaz Bhatti, ministro
cristiano del gobierno de Paquistán
asesinado hace casi dos años).
“¿Me amas?” Es la pregunta que JESÚS le hace a Pedro tres veces, porque
tres veces Pedro lo había negado, y de esa actitud el
Apóstol se había arrepentido hasta las lágrimas. Ciertamente, el amor al SEÑOR
implica el darnos en espíritu, alma y cuerpo. El Nuevo
Testamento no enseña nada acerca de un cristianismo
basado en ofertas, ni tampoco sin demandas de ningún
tipo, que es lo se predica tanto hoy. Algunos de los
sonados “apóstoles “que se multiplican, y que viven en abundancia están muy
lejos de las demandas que hace el Señor. Si algo podemos
agradecerle al SEÑOR, y a sus verdaderos Apóstoles que anduvieron con Él es un
modelo que hasta hoy, a muchos cristianos -me incluyo- nos queda muy grande.
“¿Me amas?”, pregunta JESÚS, y por supuesto Pedro tuvo que recordar las
palabras que el Señor les había dicho: “Si quieres ser mi discípulo, debes
aborrecer a los demás —a tu padre y madre, esposa e hijos, hermanos y hermanas—
sí, hasta tu propia vida. De lo contrario, no puedes ser
mi discípulo" (Lucas 14:26; Nueva traducción
viviente). “No puede ser mi discípulo”, en relación con las personas y nuestros
afectos hacia ellas. Desde
luego, vale decir que aquí la expresión “aborrecer” se usa como término de comparación con otras personas; el amor que debemos profesar
a JESÚS debe estar por encima de los afectos, que como
seres humanos, nos tenemos de manera filial, así que, ese
amor natural, en comparación con el amor a JESÚS, es como odio, y significa que en caso de conflicto entre nuestros
afectos naturales y la voluntad del Señor, siempre debe
prevalecer esta última.
Son muchísimos que han querido seguir a JESÚS, pero tropiezan con sus
propios familiares, porque se lo impiden, o porque se avergüenzan del Señor, pero, en eso, también JESÚS fue muy claro: “Todo
aquel que me reconozca en público aquí en la tierra también lo reconoceré
delante de mi Padre en el cielo; pero al que me niegue
aquí en la tierra también yo lo negaré delante de mi
Padre en el cielo” (Mateo 10:32,33; Nueva traducción viviente).
“¿Me amas?”, insiste JESÚS, porque “no puede ser mi discípulo” el que no
lleva su cruz. ¿Cuál cruz? Precisamente, la cruz que está llevando Asia Bibi,
la valiente mujer cristiana que está esperando la muerte en una cárcel de Paquistán, y de la cual el ministro
Bhatti era uno de sus defensores. Cuando nos
identificamos con Cristo, y somos rechazados por los seres humanos, cuando
sufrimos el desprecio y el odio del mundo por seguir a
JESÚS; cuando aceptamos hasta la misma muerte –la cruz es símbolo de vergüenza y muerte-, para hacer morir en nosotros nuestro
egoísmo y orgullo que nos hacen ser “discípulos silenciosos”, entonces llevamos
la cruz: “Además, si no cargas tu propia cruz y me sigues, no puedes ser mi
discípulo” (Lucas 14:27; Nueva traducción viviente).
“¿Me amas?” Es una pregunta que nos hace el Señor para saber si Él está
primero que nuestras posesiones. Seguir a JESÚS significa estar dispuestos a
renunciar a todo lo que poseemos o consideramos como propio, ya que en cuanto a
los bienes materiales solamente somos sus administradores, pero el verdadero
Dueño es Dios. En cuanto a nuestro abolengo religioso, ninguno tan grande como
la tradición religiosa de Pablo; podemos ver su valiente
testimonio en Filipenses 3:1-13. No debemos desviarnos por nadie ni por nada, incluyéndonos
a nosotros mismos y a nuestras posesiones: “Así que no puedes convertirte en mi
discípulo sin dejar todo lo que posees” (Lucas 14:32; Nueva traducción viviente). ¿Qué le responderás al Señor si hoy te pregunta: “¿Me amas?”?
Oración:
Amado Padre:
¡Gracias por
enviarnos a JESÚS porque con Él lo tenemos todo! Gracias porque este mundo pide
pruebas, y hoy todavía hombres y mujeres están dispuestos a vivir y a morir por
Él. Ayúdame Señor a ser valiente para unirme a los millones que te aman en este
día y hasta la muerte. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Morir a nosotros mismos y llevar la cruz es el
comienzo de una vida victoriosa.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento a obedecer?
¿Existe
un pecado a evitar?
¿Existe
un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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