Buenos días para todos:
Ayer no pudimos salir por causas técnicas pero ya estamos aquí. Que este día sea
de mucha bendición para cada uno de ustedes. Gracias al Señor y a sus oraciones,
el médico ayer me dio la noticia que quería oír: “¡Está sano!” Como todos
sabemos, somos seres humanos frágiles, pero estamos dispuestos y disponibles
para servirle a Él con mucho gozo, mientras estemos en este cuerpo.
Con afecto,
Pastor y amigo,
Francisco Aular
Juicio divino contra la desobediencia
Lectura devocional Amós 2:4,5
Esto es lo que dice el
Señor: «¡Los habitantes de Judá han pecado una y otra vez y no permitiré que queden sin castigo! Rechazaron
la instrucción del Señor y se negaron a obedecer sus decretos. Se han descarriado
por las mismas mentiras que engañaron a sus antepasados.
Amós 2:4 (NTV)
El arrepentimiento o juicio divino es la
propuesta principal del profeta Amós (750 a.C.) Es el tercer libro de los llamados
Profetas Menores. Amós era un productor agrícola que vivía al sur del reino de Judá.
La época del profeta Amós era de gran prosperidad material; el dinero abundaba
en manos de los poderosos, mientras la pobreza extrema hundía y oprimía a los
pobres. El contraste entre el estilo de vida lujoso de los líderes gobernantes
y el pueblo oprimido, despertó la visión y pasión de Amós por la urgencia de la
justicia divina y la pronta intervención de Dios en la historia de su pueblo.
El mensaje del libro es una evaluación negativa a los líderes de la nación que
contiene sentencias de hambre, sufrimientos y destrucción. Indudablemente, la
rebelión de los gobernantes es la detonación de la ira divina, y el profeta de
Tekoa está allí para advertirnoslo a través de los siglos: “Se
han descarriado por las mismas mentiras que
engañaron a sus antepasados”. El desplome de muchos tronos y gobiernos de ayer
y de hoy es el cumplimiento del juicio de Dios contra la desobediencia a sus
mandamientos y guía, aun en la vida secular, como fue el caso de la caída de Nabucodonosor
y su hijo Belsasar; así lo expresó el profeta Daniel: “El Altísimo Dios, oh
rey, dio a Nabucodonosor tu padre el reino y la grandeza, la gloria y la
majestad. Y por la grandeza que le dio, todos los pueblos, naciones y lenguas
temblaban y temían delante de él. A quien quería mataba, y a quien quería daba
vida; engrandecía a quien quería, y a quien quería humillaba. Mas cuando su
corazón se ensoberbeció, y su espíritu se endureció en su orgullo, fue depuesto
del trono de su reino, y despojado de su gloria” (Daniel 5:18-20, RV60). ¿Cuál
fue la consecuencia de no seguir la guía de Dios, incluso, aunque ellos no eran
del pueblo de Dios? Estando Belsasar en una gran fiesta palaciega, la mano de
Dios escribió en la pared la sentencia que el profeta Daniel interpretó de la
manera siguiente: “Y la escritura que trazó
es: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN. Esta es la interpretación del asunto: MENE:
Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin. TEKEL: Pesado has sido en balanza, y
fuiste hallado falto. PERES: Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a los
persas” (Daniel 5:25-28, RV60). Así, vemos que igualmente en los días de Amós,
la rebelión, la inmoralidad, la injusticia social y la
idolatría hundieron a Judá.
El
mismo dilema del arrepentimiento o juicio divino en cuanto a una nación se
exigen a los individuos. En efecto, se puede considerar que el mundo, el
demonio y la carne se aprovechan de nuestra desobediencia para minar nuestra
fortaleza espiritual. La rebelión marcó la caída de los ángeles, y con ella,
Satanás, tocó la naturaleza del ser humano de tal manera que ni él, ni nuestra
naturaleza humana, pueden cambiar. Esta verdad hace necesario el nuevo
nacimiento de ser humano, mediante la cual, Dios pone en nosotros, sus hijos,
la naturaleza divina por medio de la vida eterna que es JESÚS: “Yo
soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan
14:6). La rebelión se manifiesta en nosotros por medio de la desobediencia a
Dios. De hecho, la desobediencia fue el motivo de la
caída del primer Adán, del desorden que hoy impera en nuestro mundo, de la
muerte espirtual de los que no conecen a Dios como Señor y Salvador, y también,
de nuestros tropiezos en la vida cristiana, aun, siendo cristianos nacidos de
nuevo.
Pues bien, no debemos echar a un lado
nada que la Palabra de Dios aconseje, pero nuestro versículo de hoy es una alerta
que no debemos eludir por nada del mundo. Somos discípulos del Señor Jesucristo,
y la obediencia fue su estilo de vida. Nosotros no podemos obrar de otra manera
porque la gracia y la responsabilidad cristianas van juntas. Sin obediencia no
hay salvación, porque somos salvos porque obedecimos al Señor en su mandato de
arrepentirnos y confiar en Él para vida eterna. Ahora ya salvos, hemos sido
comisionados por Él para que vayamos y hagamos discípulos que lo amen y lo
obedezcan. No podemos ser padres de familia desobedientes al Señor porque engendraremos
hijos desobedientes al Señor. Esta misma verdad se aplica en el terreno de
nuestro ministerio cristiano. No podemos ser discípulos desobedientes, porque
engendraremos discípulos desobedientes también. Lo que nuestra generación nos
vea ser y hacer, eso mismo serán y harán ellos. ¡El discipulado es contagioso!
Solo seres humanos santos engendrarán discípulos santos. Obedezcamos al Señor
en todo para que no perdamos nuestro premio que él tiene listo para quienes lo
aman y le obedecen.
Oración:
Amado Padre Celestial:
Líbrame del pecado de la rebelión activa o pasiva contra ti y las
autoridades delegadas que has puesto en la sociedad. Ayúdame a elegir la
libertad que me das al hacerme tu hijo para siempre, y huir de la esclavitud
del rebelde y su desobediencia. Permíteme ser luz en medio de la oscuridad
reinante. Ser la paz en medio del conflicto. ¡Gracias SEÑOR por darme la
victoria! En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla
de hoy:
Ore al Señor y confiésele toda
desobediencia porque Él es amplio en perdonar.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un
nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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