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MIÉRCOLES, 22 de marzo de 2023
Lectura devocional: Romanos 12:1-12
Alégrense por la esperanza segura que tenemos. Tengan paciencia en las dificultades y sigan orando. Romanos 12:12 (NTV)
“Una catarata de crisis pone al mundo al borde del abismo”.—Antonio Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas.
El Dr. Leonardo Polo, catedrático de Historia de la Filosofía en la universidad de Navarra, España, hace muchos años, afirmó: “La crisis actual es una crisis de esperanza”. En efecto, hoy en día, más que nunca, han hecho su aparición magos, adivinos, brujos, profetas de desastres a corto plazo; hablan, tuercen la historia, escriben, utilizan los medios de comunicación y van de lugar en lugar, llevando sus elucubraciones, cuentos y fábulas.
Las librerías esotéricas hacen sus ganancias con la gran clientela de este tipo de literatura. Y la gente les cree, y los sigue. Porque el ser humano, desde siempre, desde que despertó a la intriga, a la duda y a la desobediencia, ante el enigmático árbol “de la ciencia del bien y del mal” -cuyo conocimiento le estaba prohibido-, ha gustado de explorar y ha puesto su esperanza en los misterios del futuro que su mente finita predice. Ciertamente, algunos futurólogos de gran talento han estado preocupados por el porvenir de la raza humana, pero otros, van a los horóscopos y a los adivinos para intentar superar la crisis de esperanza que los asfixia.
Pero, ¿hay alguien que puede profetizar el destino? Bueno, déjeme decirle que si tal persona existiera, en pocos días, llegaría a gobernar a este mundo. Los vaticinios para este año y el próximo son tan oscuros como lo han sido siempre en el largo camino que la Humanidad ha recorrido.
El ser humano en su afán por explorar los misterios del futuro, por penetrar lo desconocido y saber cómo será el mañana, ha cometido muchísimos errores, y para decirlo coloquialmente: ¡No ha acertado ni con una! Se repiten los tópicos: el fin del mundo en mayo del 2011 -decían algunas sectas del cristianismo-. Se terminaría el 21 de diciembre de 2012, porque desde esa fecha el calendario maya lo predice, afirmaban otros.
¡Todas esas fechas, vinieron y se fueron, y aquí estamos! Con esos mismos vaticinios han fallado los famosos Testigos de Jehová varias veces, y también algunos otros de la teología del miedo. Pues bien, toda esta angustia cósmica a que estamos sometidos. La pandemia que nos trajo Covid-19. Los pueblos, se levantan y marchan en los países ricos contra la no vacunación frente a los que marchan para vacunarse en los países pobres. A todo esto se unen los desastres naturales entre ellos, el calentamiento global.
También esta análisis de la crisis de esperanza, debemos incluir: los refugiados huyéndole a los malos gobiernos; la represión de los dueños del poder contra los manifestantes, la reacción de la comunidad internacional ante estos hechos; el incremento del terrorismo en cualquier parte del mundo. La debacle financiera de las principales economías; el incremento de gobiernos corruptos que frenan la libertad y prosperidad de las naciones que gobiernan en su vano intento de destruir la esperanza de sus conciudadanos a ser verdaderamente libres.
A todo esto añadimos: los millones que mueren de hambre; el retorno de enfermedades y epidemias que creíamos vencidas; la inseguridad social: uno sabe que sale pero no sabe si regresa vivo a casa, porque los delincuentes están al acecho; crisis de valores; desmoronamiento de los matrimonios y las familias y otras instituciones tradicionales. Como lo hemos afirmado, todas estas situaciones producen en nosotros una crisis de esperanza.
Dicho esto, podemos reiterar lo que ya hemos señalado en otros escritos. JESUCRISTO es nuestra única esperanza. Aquellos tiempos cuando Él anduvo físicamente entre nosotros. Enseñó a Sus discípulos acerca de la esperanza de Su resurrección, y ellos creyeron, y le siguieron. Cuando JESÚS murió en la cruz, esa esperanza en la resurrección ya casi se les había olvidado. Pero, el domingo resurrección se levantó de la tumba.
Y, desde allí hasta hoy. ¡La esperanza de la resurrección, tiene un mensaje para el pasado, el presente y el futuro! ¡En esa esperanza me estoy moviendo desde hace unos sesenta años! Y puedo, decir que la seguridad es tal que no sufro de crisis de esperanza…
En conclusión poro hoy, puedo utilizar las mismas palabras del Apóstol, como resultado de mi trabajo en el reino de DIOS: “porque, cuando el labrador ara y el segador trilla, deben hacerlo con la esperanza de participar de la cosecha”. (1 Corintios 9:10b, NVI).
¡Adelante, siempre adelante!
Oración:
Amado Padre Celestial:
Así como el sembrador planta la semilla esperanzada en su multiplicación al final de la cosecha, igualmente, ayúdame a descansar en ti y haz que mi esperanza sea viva y creciente. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
La esperanza es confiar que lo que DIOS me promete en Su Palabra, lo cumplirá.
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