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DOMINGO, 12 de marzo de 2023
LA IGLESIA QUE YO QUIERO (1-2)
Ciertamente les aseguro que el que cree en mí las obras que yo hago también él las hará, y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre.”
Enseñen a los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que les he dado. Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos. —Mateo 28:20 (NVI)
Uso el verbo querer en el sentido de desear: la Iglesia que yo deseo. Manejo el presente de indicativo, quiero y para mayor énfasis en lo que pretendo decir no empleo el pretérito de subjuntivo, quisiera. Disculpen que hable en primera persona. Tampoco digo la iglesia que el SEÑOR quiere porque todo el Nuevo Testamento, lo señala. Me expreso como el ser humano que soy con mis defectos y virtudes. Es la Iglesia que me agradaría para que en ella puedan vivir mis hijos y sus hijos, los hijos de los hermanos y hermanas de mi generación y sus hijos. Es la iglesia que me gustaría que reciba al hombre o la mujer sin fe, esperanza y amor. Es la iglesia en la cual cada ser humano puede encontrar y desarrollar hasta lo máximo de sus posibilidades toda su potencialidad, propósito y razón de ser en la vida. Es la iglesia que quiero desde hoy y hasta cuando el SEÑOR se la lleve para estar con Él para siempre.
Quiero una Iglesia que ama a DIOS y es feliz adorándolo, por encima de cualquier persona, interés o cosa. Una iglesia que se goza en obedecer la santa voluntad de DIOS sin importarle el precio con tal de agradarlo en todo.
Quiero una iglesia con un liderazgo pastoral amoroso, amigable, eficaz y santo. Pastores para los cuales CRISTO sea su pasión y triunfo. Siervos que se empinan sobre sus responsabilidades y no sobre sus privilegios. Hombres y mujeres que cuiden del rebaño como lo haría el divino Pastor de pastores. Humildes para obedecer al SEÑOR en todo. Que empuñen la toalla en vez de la espada. Que perdonen y pidan perdón en sus relaciones con sus hermanos y hermanas en CRISTO. Siervos que se consideren en construcción para lo bueno, lo grande y lo útil. Abiertos en su relación con otros consiervos de su generación. Visionarios. Llenos del amor de DIOS. Mentores de otros hombres y anhelando ser superado por ellos: “sin reservas, sin retiradas y sin lamentaciones”.
Quiero una Iglesia con armonía fraternal, en donde todos puedan ser: miembros los unos de los otros; amarse los unos a los otros; respetarse y honrarse mutuamente; vivir juntos y en armonía; aceptarse mutuamente; instruirse, amonestarse y consolarse unos a los otros; recibirse unos a otros dignamente en sus hogares; saludarse unos a los otros con un beso santo; servirse unos a los otros con amor; sobrellevar las cargas los unos a los otros; restaurarse los unos a los otros con humildad y compasión; tolerantes unos con otros en amor; someterse los unos a los otros en amor; animarse y edificarse los unos a lo otros; acordarse de sus dirigentes que le comunican la palabra de DIOS, ver su estilo de vida e imitar su fe, obedecerlos y sustentarlos tanto espiritual como materialmente; esforzados en mantener por encima de todo, la unidad del Espíritu y el vínculo de la paz, de tal manera que se diga de nosotros, como se dijo del estilo de vida eclesiástica de los cristianos de los primeros siglos: “¡Mirad como se aman!”
Quiero una Iglesia en donde los ancianos sean respetados, los niños protegidos, las mujeres amparadas, los jóvenes defendidos y los hombres enseñados y desafiados a ser obedientes a la Palabra de DIOS para que los demás les obedezcan.
Quiero una iglesia con una atmósfera permanente de oración, evangelización y discipulado. Mediante la oración relacional le hablamos a DIOS de los hombres, por la evangelización le hablamos a los hombres de DIOS y mediante el discipulado enseñamos a los hombres a hablarle a DIOS y a los hombres.
Ninguna iglesia es demasiado pequeña, ninguna iglesia es demasiado grande.
¡Adelante, siempre adelante!
¡Feliz domingo del SEÑOR!
¡Ven a la iglesia hoy!
¡Te esperamos!
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