jueves, 2 de mayo de 2019

¡Patria, ayuno y oración! (2)

Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
“Cierto día, mientras estos hombres adoraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: «Consagren a Bernabé y a Saulo para el trabajo especial al cual los he llamado». Así que, después de pasar más tiempo en ayuno y oración, les impusieron las manos y los enviaron.” (Hechos 13:3,4 NTV)

En agosto de 1997, llevé desde Canadá un grupo de veintidós personas para participar en el Adiestramiento de la Marcha Evangelizadora de aquel año. Entre aquellas personas que llevé estaba César Parra, un joven de dos años de convertido y que se perfilaba como un buen líder en nuestra obra. César, cuenta que andaba muy emocionado al estar allí porque la asistencia era casi de un millar de personas. “Pastor”, -me decía cada rato-, “estoy asombrado de ver a tanta aquí, ¡y jóvenes!”…Mas tarde, Cesar nos contó que muchas cosas ocurrieron en ese Adiestramiento, entre ellas, César dedicó su vida, y hoy en día es uno nuestros  hombres con un liderazgo creciente y desafiante. César dice que hubo otra experiencia que marcó su vida, conoció a un jovencito de doce años, con el cual trabó amistad; esa tarde al inicio del evento, con su plato de comida en la mano, César, se sentó en una mesa en donde ya estaba el jovencito quien lo observaba. Cesar, no le gustó para nada la comida y dejándola se la ofreció al jovencito, quien le respondió: “¡Gracias hermano! Pero la gente de mi iglesia y yo, decidimos hacer ayuno y oración en este primer día para que el Señor se glorifique en este evento.”…

¿Qué es el ayuno? Ayunar es abstenerse voluntaria y deliberadamente de comida con el propósito de concentrarse en la oración. Es decirle al Señor, Padre, te amo y quiero tener un tiempo largo de comunión contigo y no para solucionar algún problema en particular. El ayunar no busca  “torcerle el brazo a Dios”, intentando manipularlo o forzarlo para que responda a mi oración, y satisfaga mis deseos. El ayuno me disciplina al detener la rutina para pasar un mayor tiempo con Él y con Su Palabra. En efecto, los grandes hombres y mujeres de Dios han sido personas de ayuno y oración. Pero nadie después de JESÚS, ha mantenido una comunión tan intima con Dios y con los humanos, hasta el punto que el comer fue algo secundario: “Entonces Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó del río Jordán. Y el Espíritu lo llevó al desierto, donde fue tentado por el diablo durante cuarenta días. Jesús no comió nada en todo ese tiempo y comenzó a tener mucha hambre.” (Lucas 4:1,2 NTV).

Sin embargo, al ayunar no es asunto de privarnos de comer un tiempo para después desquitarnos comiendo y bebiendo sin control. Ayunar no es hacer dieta. Igualmente, nunca debemos ayunar para impresionar a otros, en el Sermón del Monte, JESÚS dijo:”Cuando ayunes, que no sea evidente, porque así hacen los hipócritas; pues tratan de tener una apariencia miserable y andan desarreglados para que la gente los admire por sus ayunos. Les digo la verdad, no recibirán otra recompensa más que ésa. Pero tú, cuando ayunes, lávate la cara y péinate. Así, nadie se dará cuenta de que estás ayunando, excepto tu Padre, quien sabe lo que haces en privado; y tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará.” (Mateo 6:16-18 NTV). ¡JESÚS esperaba que Sus discípulos ayunaran!, por eso dijo “cuando ayunes.”

Por otra parte, ayunar y orar es interceder delante de Dios con humildad, contrición, arrepentimiento, confesión, es vernos a nosotros mismos delante de Dios, como lo que somos, seres humanos pecadores sin méritos alguno pero con gratitud por su gracia al oír nuestro clamor y súplica; es buscarlo intensamente sin que lo más valioso que es la comida, interrumpa mi comunión con Él. Dios espera que todo avivamiento espiritual que favorezca a la iglesia y a la patria, surja del corazón de Su pueblo que le ama y sirve: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” (2 Crónicas 7:14 RV60).

De hecho, los cristianos nacidos de nuevo del primer siglo, ayunaban y oraban en forma colectiva, buscando conocer y fuerza para obedecer la voluntad de Dios: “Cierto día, mientras estos hombres adoraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: «Consagren a Bernabé y a Saulo para el trabajo especial al cual los he llamado». Así que, después de pasar más tiempo en ayuno y oración, les impusieron las manos y los enviaron.” (Hechos 13:3,4 NTV). ¡El ayuno y la oración, no son un castigo al cuerpo, ni un tiempo de aflicción del alma; sino una oportunidad maravillosa que Dios nos ofrece para amarlo a Él, sin ninguna distracción; expectantes con fe, amor y la esperanza a que Su voluntad sea hecha en la tierra como en el cielo! Nuestro lema ante la evangelización de la patria y el mundo debe ser: ¡Patria, ayuno y oración!

 Oración:
Amado Padre Celestial:
Señor, en tus manos quiero poner todo mi ser: espíritu, alma y cuerpo, sin más mérito que el que tu gracia y amor me han dado. Soy pecador, soy frágil, soy inútil y sin ti nada puedo hacer. En este momento, me quiero olvidar de todo para concentrarme en ti y en tu Palabra, y después salir a conquistar mi Patria y el Mundo para ti. En tus manos me pongo Señor. Hágase en mí tu voluntad, y no la mía. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
El momento más importante en nuestro tiempo del ayuno y la oración es estar dispuesto a ser parte de la respuesta que Dios nos da.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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