Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Efesios 2:
1-10
En primer
lugar, te ruego que ores por todos los seres humanos. Pídele a Dios que los
ayude; intercede en su favor, y da gracias por ellos. Ora de ese modo por los
reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos tener una vida
pacífica y tranquila, caracterizada por la devoción a Dios y la dignidad. Esto
es bueno y le agrada a Dios nuestro Salvador, quien quiere que todos se salven
y lleguen a conocer la verdad. Efesios 2:1-4 (NTV)
Nehemías (465-424 a. C.). Quien
era un hombre laico, copero del rey Artajerjes, le llegó noticias de la patria
lejana en los siguientes términos: “Las cosas no andan bien. Los que regresaron
a la provincia de Judá tienen grandes dificultades y viven en desgracia. La
muralla de Jerusalén fue derribada, y las puertas fueron consumidas por el
fuego”. (Nehemías 1:3,4 NTV). Su reacción fue inmediata: “Cuando oí esto, me
senté a llorar. De hecho, durante varios días estuve de duelo, ayuné y oré al
Dios del cielo”. (Nehemías 1:5 NTV).
Es más el libro que lleva su nombre comienza y termina en oración. ¡Patria,
ayuno y oración! Se convirtieron en su lema y en motivos principales de su
andar cotidiano hasta que volvió a su patria e hizo una labor, la cual sirve
hasta hoy de modelo de liderazgo en la obra de Dios. Así que orar por la
patria, no es opcional, es la responsabilidad de cada cristiano nacido de
nuevo.
En efecto, la Biblia nos dice que
Dios es el Autor de todas las naciones y los pueblos étnicos que a lo largo de
la historia de la humanidad se han formado. También nos dice claramente que
Dios quiere que las naciones le pertenezcan: “Qué alegría para la nación cuyo
Dios es el SEÑOR, cuyo pueblo él eligió como herencia.” (Salmo 33:12 NTV). De
esta manera Dios nos ha dado una patria, con un territorio con características
particulares en donde además de las bellezas naturales, está lo más hermoso de
una nación, su gente. Sí gente que viene y gente que va, gente que habla en una
forma particular, tiene una cultura; una nación que aprendimos a amar, cuando
nuestra madres nos dormían en los años de nuestra inocencia con sus cantos, ya
pegados de sus senos, ya meciendo la cuna; patria es un lugar y también un
sentimiento porque en ella hemos nacido, nos hemos criado, vivido y allí
descansan, los restos de nuestros padres, y esperamos que un día su tierra se
abra para recibirnos también a nosotros al final de nuestros días. Mientras
tanto, oremos por ellos, como dice este pasaje de hoy: En primer lugar, te ruego que ores por todos los seres humanos. Pídele
a Dios que los ayude; intercede en su favor, y da gracias por ellos.
Pues bien, un día conocimos a
través de la Biblia y por la obra del Espíritu Santo, la historia de la salvación;
entonces, Dios nos salvó y nos dio la tarea de proclamar Su mensaje. Así somos
ciudadanos de dos entidades, como hijos de Dios, nuestra ciudadanía está en los
cielos; pero como hijos de una patria terrenal, nada de lo que sobre ella
ocurra, debe ser ajeno para nosotros. Debemos dar gracias al Señor por la
patria hermosa que Él nos ha dado; así amamos al suelo en donde hemos nacido,
pero amamos a Dios sobre todas las cosas.
Ahora bien, no debemos confundir
patria con gobierno. Los gobiernos son pasajeros, sus gobernantes tendrán que
dar cuenta de sus acciones, tarde o temprano; ciertamente, nosotros debemos
orar por la patria y por los que nos gobiernan, como lo dice el pasaje de hoy:
“Ora de ese modo por los reyes y por
todos los que están en autoridad, para que podamos tener una vida pacífica y
tranquila, caracterizada por la devoción a Dios y la dignidad”. La patria
seguirá y trascenderá hasta los confines de los tiempos: “Las naciones
caminarán a la luz de la ciudad, y los reyes del mundo entrarán en ella con
toda su gloria.” (Apocalipsis 21:24 NTV)
Se espera que los hijos de Dios
pongan su mirada en el cielo, porque el reino de Dios, como Dios mismo, es
trascendente e inmanente. El Señor dijo: “Mi reino no es de este mundo” (Juan
18:36), y Pablo, escribió: “Porque las armas de nuestra milicia no son
carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas” (2
Corintios 10:4 RV60). De esta manera vemos que la oración por la patria nos
ayude a mantener la prioridad en lo eterno, y no en lo pasajero: Esto es bueno y le agrada a Dios nuestro
Salvador, quien quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad.” Como lo dijo Jim Elliot, antes de salir
para llevar el Evangelio a los Aucas del Ecuador, y allí murió asesinado, lejos
de su patria: “No es ningún tonto quien renuncia a lo que no se puede llevar,
para ganar lo que no puede perder.”
Oración:
Amado Padre
Celestial:
Señor,
gracias infinitas por la patria que me has dado; la libertad que tengo en
Cristo y la Razón para vivir. Ayúdame para anunciar tu reino y orar y accionar
hasta que tu voluntad sea hecha aquí como en los cielos. En el nombre de JESÚS,
amén.
Perla
de hoy:
Mantén la oración y acciones
positivas por la patria terrenal, sin descuidar, la prioridad de la Patria
Celestial.
Interacción:
¿Qué me dice
Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna
promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección
por aprender?
¿Existe alguna
bendición para disfrutar?
¿Existe algún
mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado
por evitar?
¿Existe algún pensamiento
para llevarlo conmigo?
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