Francisco Aular
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Lectura devocional: Juan 13:1-4
Antes de la fiesta de la pascua,
sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al
Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el
fin. Juan
13:1 (RV60)
La muerte vino a este mundo como
resultado del pecado: “el aguijón de la muerte es el pecado” (1 Corintios
15:56) Y desde entonces, nos esclaviza de miedo toda nuestra vida como seres
humanos. Pero el miedo a la muerte no nos impedirá morir, sino vivir. Como un
médico, dijo: “Este temor está arraigado en tres cosas: temor al dolor, temor a
la separación y temor a lo desconocido.”
Pasar “de este mundo al Padre” es la admirable definición de la muerte que hace la Palabra de Dios para el
cristiano nacido de nuevo. La muerte no es para el cristiano un -camino
cerrado, o un salto a lo desconocido-sino, la partida desde este mundo a la
casa del Padre: No se
turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi
Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a
preparar lugar para vosotros. Y si
me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para
que donde yo estoy, vosotros también estéis. (Juan
14:1-3) ¡Qué promesa nos hace JESÚS! Esto debiera ser suficiente para vencer
cualquier temor a la muerte. Esta promesa, está acreditaba por la resurrección
del mismo JESÚS: “Cuando le vi, caí
como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo
soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que
vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del
Hades.” (Apocalipsis 1:17-18)
¿En esto pensamos la mayoría de
los seres humanos sobre la muerte? No. Lamentablemente para la mayoría, la
muerte es el final de todo, y por lo tanto, nos pasamos la vida retardándola lo
más que podamos, disfrazándola, burlándonos, ignorándola en cuanto nos sea posible. Pero tarde o
temprano, tendremos una cita con ella. ¡Nadie quiere que ni en sombra se
atraviese en su camino!
Sin embargo, para el discípulo de
JESÚS, la muerte ya no es un motivo de temor; poseemos la certeza que nos da la
Palabra de Dios; la muerte no nos separará de Dios, sino que nos llevará a Él;
veremos a JESÚS y lo conoceremos cara a cara; no sé lo que usted hará cuando
eso suceda, pero cuando llegué allá y lo contemple en toda Su gloria, y al ver
en Su cuerpo resucitado las marcas de los clavos en Su amor por mí, ¡me
arrojaré a sus pies, y le diré gracias amado JESÚS durante mi primer millón de
años en la eternidad!
En la clásica biografía del esposo
de Catherine Marshall, Un hombre llamado
Pedro, ella describe elocuentemente la negrura de la noche del pesar, y lo
brillante del amanecer de una nueva fe. En efecto, durante el verano después de
la muerte del Dr. Marshall, ella regresó a la casa de verano, allí todo le
hablaba de él, desde el bote hasta los zapatos bajo la cama. Buscando la
soledad del mar, salió sola hacia la playa en la primera tarde tempestuosa. Al
mirar al agua, de repente recordó sus últimas palabras. La escena esta fija
vívidamente en su memoria. Pedro estaba acostado en la camilla esperando que lo
llevaran a la ambulancia. Ella se inclinó sobre él y le susurró: “Querido, nos
veremos en la mañana.” Su última línea, resume así sus maravillosos pensamientos:
“Y al estar de pie allí mirando a lo lejos del horizonte, sabía que esas
palabras las cantaría de corazón a través de los años…nos vemos querido, nos
vemos en la mañana.”[i] “…sabiendo Jesús que su hora había llegado
para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que
estaban en el mundo, los amó hasta el fin.” Amar a los nuestros hasta el
fin, nos da una gran esperanza frente a la muerte. Cuando dos personas son
cristianos nacidos de nuevo, la muerte no es una separación definitiva, por
tanto no se dicen adiós por última vez; sino ¡nos veremos en la mañana!
Oración:
Yo sé que un día el río cruzaré
Con el dolor batallaré
Y al ver la vida triunfando invicta
Veré gloriosas luces y veré al Rey.
Con el dolor batallaré
Y al ver la vida triunfando invicta
Veré gloriosas luces y veré al Rey.
Porque Él vive
Triunfaré mañana
Porque Él vive
Ya no hay temor,
Porque yo sé
Que el futuro es suyo,
La vida vale más y más, solo por Él.[ii]
Triunfaré mañana
Porque Él vive
Ya no hay temor,
Porque yo sé
Que el futuro es suyo,
La vida vale más y más, solo por Él.[ii]
Perla de hoy:
No
nos corresponde saber cuanto tiempo nos queda por vivir aquí, sino vivir lo que
nos resta para la gloria de Dios.
Interacción:
¿Qué me
dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
alguna lección por aprender?
¿Existe
alguna bendición para disfrutar?
¿Existe
algún mandamiento a obedecer?
¿Existe
algún pecado a evitar?
¿Existe
algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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