Francisco
Aular
Lectura
devocional Salmo 27:7-14
Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
el Señor me recibirá en sus brazos. Salmo 27:10 (NVI)
Se llamaba Jesús
Bolívar, y vino a Cristo un inolvidable día en que yo estaba sirviendo la Cena
del Señor. En efecto, al explicar
la pasión y muerte del Señor Jesucristo, aquel hombre en los sesenta años, pasó
con pasos firmes y ante mi asombro se arrodillo delante de mí, y llenos de
lágrimas me dijo, el alta voz: “¡Yo quiero rendir mi vida al Señor Jesucristo,
en agradecimiento a todo lo que Él, hizo por mí! ¿Qué debo hacer?...”
Rápidamente bajé de la plataforma y me arrodillé con él, guiándolo a aquel
encuentro con su Salvador y Señor. En pocos meses aquel nuevo creyente,
descubrió que él era ante todo, un hombre de oración. Viudo y jubilado, vivía
en su casa solo, pero pasaba mucho tiempo en compañía de Dios leyendo la Biblia
y en oración. Lo hice mi compañero de oración y de viajes por todo nuestro
país. Él anotaba las peticiones de oración que nos solicitaban los hermanos,
hacía tiras de papel con esas peticiones y delante de Dios, clamaba por cada
necesidad de los amados que nos habían confiados sus motivos. El hermano
Bolívar y yo, descubrimos que muchas de las peticiones estaban relacionadas con
la soledad. Eso nos hizo ver que pocas cosas son más tristes que la soledad.
Ahora bien, algunas
peticiones provenían de personas viudas. Nos dimos cuenta que el dolor más
terrible de la viudez no es tanto la incertidumbre del futuro inmediato, sino
la ausencia del ser amado. Allí el hermano Bolívar sacaba a relucir su
experiencia, y les aconsejaba dedicar más tiempo a la Palabra, a la oración y al
invertirse en el trabajo de la iglesia. “Mientras más usted se involucra en la
obra de Dios, más descubrirá que el Señor del universo, no lo ha abandonado,
por el contrario, lo lleva en Sus brazos. Nada ni nadie lo sacará de allí, eso
es para siempre”, “¡no hay como estar a solas con Dios!... Le escuchaba decir
al hermano Jesús Bolívar, una y otra vez cuando aconsejaba a las personas.
Esto nos hace preguntar
¿cómo vencer nuestra soledad? En esos momentos, un versículo como el de hoy, es
un alimento para el espíritu y el alma atribulados: “Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
el Señor me recibirá en sus brazos. Salmo 27:10 (NVI). Ahora bien, mi
amado hermano Jesús Bolívar partió con el Señor, una mañana –su hora favorita
para la oración era la madrugada-, en un memorial que tuvimos su honor en la
Iglesia Bautista El Buen Pastor, en donde él fue miembro toda la vida, dije: Me
imagino al hermano Jesús Bolívar, orando en esa madrugada en la compañía de su
amado Señor y Salvador. Estaban dialogando allí los dos, en la plenitud de la
comunión espiritual que obtenemos al ejercitarnos en la oración, cuando el
Señor le dijo: “¡Hijo amado, hoy te quedarás conmigo!”…
Pues bien, cuando vine
a Cristo, hace cincuenta años, no vine atraído por un evangelio de ofertas tipo
“pare de sufrir”; en aquellos años ser evangélico, costaba las burlas, el
menosprecio de familiares y amigos. Sin embargo, estuve dispuesto a todo cuando
comprendí que mi amado Señor JESÚS, había dado su preciosa vida por la mía.
¡Perdí la relación con algunos familiares y amigos, pero Dios me trajo a mi
familia espiritual! En el transcurso de los años, algunos de mis amigos y
familiares, también han llegado a los pies del Señor. ¿Qué hice en aquellos
años en los cuales sentía soledad, aun en medio de la gente cuando aun las
relaciones más queridas me abandonaron? Ciertamente, le creí a Dio y a Su
Palabra: “Aunque mi padre y mi madre
me abandonen,
el Señor me recibirá en
sus brazos.” Salmo 27:10 (NVI) ¡Me aferré a mi Biblia, a la oración y a la vida
de mi iglesia, y Dios nunca me ha abandonado!
He vivido suficiente
tiempo he visto a mujeres y hombres llegar al Evangelio y pese a la
incomprensión de sus seres queridos, ellos mantuvieron firmes en la fe, y no
claudicaron, y Dios le ha dado el triunfo. He visto a hijos traer a sus padres
al Evangelio. He visto a empleados traer a JESÚS a sus jefes y compañeros de
trabajo; he visto a estudiantes de la universidad impactar con sus vidas, a sus
profesores y compañeros de estudios y llevarlos al conocimiento de Dios. ¡He
visto a humildes soldados rasos ser instrumentos de Dios para mover a un
batallón! En fin, he visto a los cristianos fieles perseverar en el Señor,
porque estuvieron dispuestos y disponibles a vivir, a solas con Dios.
Oración:
Padre eterno:
Enséñame e vivir para ti, y de tal modo valorar a mi prójimo que nada
ni nadie me frene de dar testimonio de ti, y de tu amor por ellos. Ayúdame a
tener el propósito firme de ser un testigo tuyo por dondequiera que vaya.
Aunque el mundo entero me abandone, no me sentiré solo porque me llevas siempre
en tus brazos amorosos. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Es mejor seguir a JESÚS, aunque
nos rechacen, que negarlo para que nos acepten.
Interacción:
¿Qué me
dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento por obedecer?
¿Existe
un pecado por evitar?
¿Existe
un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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